El submundo del negocio petrolero está viciado, se percibe en el talante contrariado de los empresarios del sector. Algo no anda bien.
Ayer por la tarde un abogado de un importante estudio jurídico de la City porteña analizaba, por pedido de una petrolera, los antecedentes legales en el mercado de combustibles de cara a presentar una denuncia contra YPF, el mayor jugador del negocio, por abuso de posición dominante o competencia desleal. Se preguntaba si era conveniente avanzar en la Comisión de Defensa a la Competencia o en el fuero civil y comercial.
En las oficinas de Shell, segundo entre las refinadoras de petróleo, intentaban, por su parte, que el desplome de la rentabilidad en el negocio generado por la devaluación no afecte la fase final de la venta de sus activos a Raízen, que desembolsó US$ mil millones por la refinería de Dock y la red de 350 estaciones de la petrolera anglo-holandesa. La brasileña Cosan, accionista de Raízen, transmitió su malestar por las indefiniciones en el mercado petrolero argentino. La operación está firme (el traspaso está previsto para el 1º de octubre), pero desde Brasil quieren que Shell defienda el valor de su activo con una mayor recomposición del precio de las naftas y gasoil en surtidores.
Contexto. Es que mientras el nuevo ministro de Energía, Javier Iguacel, repite públicamente que el mercado de combustibles es libre, las petroleras sostienen por lo bajo que, por el impacto de la apreciación del dólar y del aumento del precio internacional del petróleo (cerró la semana sobre los 77 dólares), desde mayo empezaron a perder plata. Tanto que, en el canal mayorista (el que abastece directamente a empresas) hoy falta gasoil.
En junio, Shell registró un rojo a razón de un millón de dólares por día. Más de US$ 30 millones en el mes. Trafigura, una de las grandes comercializadoras (traders) de combustibles del planeta, que en el país controla la marca Puma y adquirió las estaciones de Petrobras que estaban en manos de Pampa Energía, perdió casi US$ 10 millones.
Contra YPF. Las petroleras cuestionan la política de precios de YPF. La visión extendida es que el Gobierno está utilizando a la petrolera bajo control estatal para modular el precio de los combustibles con aumentos menores a los que deberían aplicarse si el mercado fuese efectivamente libre. En esa línea, un documento de la Federación de Expendedores de Combustibles y Afines del Centro de la República (Fecac) sostiene que –a pesar de la suba de entre el 5% y el 12% de esta semana– el atraso en los precios de los combustibles es del 23,4% en la nafta súper y del 25,4% en el caso de la premium.
En base a esa creencia, algunas petroleras empezaron a estudiar la posibilidad de denunciar a YPF por dumping, es decir, por vender combustibles por debajo del costo real. Parece difícil que avancen por esa vía, pero la están estudiando. “Hasta abril YPF venía actualizando sus combustibles en línea con la evolución del Brent (la cotización del barril en Europa). En mayo, discontinuó esa política. Como compra a otros productores solo una pequeña porción del crudo que refina (el 80% del petróleo que procesa proviene de sus yacimientos), puede pagar un precio del barril más alto que el resto”, explicó un encumbrado empresario petrolero. “A nosotros nos condena a tener que pagar 67 dólares por barril, por encima de lo que podemos recuperar en surtidores. Hoy perdemos plata”, acusó.