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El Espía: la reunión "clandestina" de Facundo Manes en Escobar

La efervescencia por lo que se viene hizo de la reunión de Facundo Manes para las fotos de campaña un "evento clandestino". Hasta la policía cayó para ver qué pasaba. Un nuevo capítulo de los "sacrificios morales" de Elisa Carrió.

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Facundo Manes en la producción fotográfica con candidatos y candidatas, que se hizo en Escobar. | CEDOC PERFIL

Casi como una fiesta clandestina resultó la reunión que en una quinta de Escobar convocó  el espacio de Facundo Manes para la producción fotográfica con cada uno de sus candidatos. Y es que si bien estuvo organizada para manejarse en números acordes al cuidado sanitario, la efusividad por el encuentro hizo que por momentos, hubiera algún tipo de aglomeración por candidatos que no entendían que había un cronograma para evitar ese tipo de situaciones.Y la efervescencia tenía también un motivo adicional a la mera “juntada” pre-promocional: sin encuestas todavía confiables –¿las habrá?–, había ya un clima de revancha radical personificado en el neurocientífico. 

Facundo Manes marca distancia de Vidal y Macri, y se olvida de Larreta. 

Así lo describió un histórico boina blanca bonaerense que se sumó a un cargo ad honorem con tal de hacer campaña para que UCR signifique “Unión Cívica Radical” y no como desde 2015, “Unión Cambiemos Radicales”.  Aún con opiniones encontradas respecto a la elección de Facundo Manes para competir con Diego Santilli, en líneas generales confían en que a los radicales bonaerenses los invada el recuerdo de un pasado con mayor peso específico en la toma de decisiones si se los convoca a una coalición de gobierno. Esa algarabía tuvo un momento que luego fue la anécdota: llegó un móvil policial alertado quizá por algún vecino que vio el movimiento de autos ingresando a esa reducto de Escobar. Aclarada la situación y ordenada la cantidad de gente, todo siguió como estaba estipulado: se hicieron las fotos y también las inevitables selfies con Manes.

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De “peronismo Cardón” y “peronismo Conurbano”

Ya hay varios apodos que surgieron desde el cierre de listas y en la reunión que se hizo en Escobar y mencionada en el párrafo precedente. Y dos políticos que obviamente no tiene un ADN radical fueron blanco de ese bautismo. Por un lado Emilio Monzó se llevó el apodo de “peronismo Cardón”. Obviamente por su look y modales. Y también por lo tranquilo que estuvo en sus pretensiones para ingresar al equipo de Facundo Manes, seguramente jefe de campaña de ese espacio. Por el otro, Joaquín de la Torre, terminó en el grupo de “peronismo conurbano”. En un punto un adjetivo algo mejor para quien tiene algunas posturas –movido por su declamación de catolicismo– que no se lleva con un cientificista como el líder de ese espacio. También otros lo llaman el “quitapenas”: dicen que tiene un Excel donde busca, municipio por municipio, distrito por distrito, quienes quedaron fuera de la lista de Juntos por el Cambio o están enojados por eso, para que se acerquen a “Dar el Paso”.

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La tumba de Justo J. de Urquiza en la basílica de Inmaculada Concepción.

Carrió: la cantinela del “sacrificio ético y patriótico”

Los soliloquios que Elisa Carrió suele ofrecer las dos pantallas televisivas donde siempre tiene micrófonos disponible, muchas veces, siguen sorprendiendo por su verba imaginativa. Y tal fue el caso de su relato de la escena donde ella decidió traicionar su declaración ética que hoy es su karma: “Mi límite moral es (Mauricio) Macri”. Según dijo la dirigente de Juntos por el Cambio, estuvo cuatro meses sin dormir cavilando su rendición moral hasta que eligió el lugar para su sacrificio patriótico: eligió la tumba e Justo José de Urquiza.

"No volvería a apoyar a Mauricio Macri para presidente", dijo Elisa Carrió.

Y ahí acomodó su “lap extended” ético para subirse al único espacio disponible que le quedaba, es decir, el macrismo. Lo positivo de su anécdota: hubo un aumento de búsquedas en internet para ver dónde y cómo es la tumba de Urquiza. Por cierto, está en la basílica Inmaculada Concepción, en Concepción del Uruguay (Entre Ríos). Una foto de ese momento –ya existían celulares con cámara–, sumaría credibilidad a una anécdota de veracidad cuestionable.   

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Londres: el "palacio Sloane"; propiedad vaticana que generó un juicio por fraude y malversación de fondos.

Papa Francisco atento a juicio por una mala inversión del Vaticano

El poderío económico de la Iglesia Católica es un tópico que en su historial acopia nombres, muertes “dudosas”, silencios eternos y cada atisbo de transparentarlo conlleva la posibilidad de, como mínimo, nuevas muertes “dudosas”. Por eso, fue inevitable la sorpresa que generó que a instancias del papa argentino y de asesores vaticanos, se publicara un arqueo con el número exacto de las propiedades que el poder de más de dos mil años tiene. A saber, Italia acopia la mayor cantidad con 4051 para usos varios: residencial, comercial, e inversiones. Y hay unas 1120 adicionales repartidas en otros puntos cardinales. En particular en Suiza, Francia e Inglaterra. Si ya ese informe fue de lectura obligada por motivos varios, a los tres días de su publicación, un detalle incluido en ese arqueo de caja del poder terrenal que garantiza el paraíso a los no pecadores, es base de lo que ya se llama un “juicio histórico”.

La Iglesia Católica reveló de cuántas propiedades es dueña en el mundo.

Angelo Becciu, cardenal de alto rango y cercano al papa Francisco, y otras nueve personas están acusadas de malversación de fondos, lavado de dinero, fraude, extorsión y abuso de poder en la compra que hicieron de un muy particular edificio ubicado en una zona cotizada de Londres.  Con fondos que se estima se tomaron de donaciones recibidas por el Vaticano para fines caritativos, se compró por unos 300 millones de euros el hoy llamado “palacio Sloane”. En su origen, es un edificio que data de 1911 y lo construyó el mismo arquitecto que hizo la megatienda Harrods, para ser un “garage, depósito y taller” de esa centenaria compañía. En 2012 pasó al acervo inmobiliario del Vaticano como una inversión. La idea era que ese edificio que al momento de la compra era de oficinas, se reconvirtiera en un departamentos cuyos alquileres sumarían dinero para misiones varias. Pero después de una investigación de dos años, se descubrió que entre cobros de comisiones millonarias y posible sobrefacturación, el perjuicio para la caja de la Iglesia Católica sería de entre 70 y 110 millones de euros. Dada la posición que dentro del esquema vaticano tiene algunos de los acusados, ese juicio se sigue con atención porque, como podría suceder según algunos estiman, hay otras propiedades compradas como inversión en zonas de lujo que están siendo analizadas para ver cómo y quienes participaron de las diferentes operaciones inmobiliarias.