ELOBSERVADOR
esta semana se inauguro una muestra en fundacion proa

Colectivos de arte que militan y modifican el espacio público

Reivindican el uso de la calle como escenario y a los transeúntes como público espontáneo. Quieren dar un mensaje político, pero no partidario. Quiénes son y cómo trabajan.

Crisis, sin ese. En 2012, esta instalación de Etcétera en Buenos Aires recibió el Premio Internacional de Arte Participativo.
| Gentileza Grupo Etcetera

Del verbo militar se desprenden definiciones como: “actuar, participar, contribuir, concurrir” y “figurar en un partido o en una colectividad” y “haber o concurrir en una cosa alguna razón o circunstancia particular que favorece o apoya cierta pretensión o determinado proyecto”. Ciertamente estas definiciones, en el contexto argentino en el que vivimos, se presentan como genéricas y no incluyen el peso político que supimos conseguirle al término.

Sin embargo, créase o no, el espectro de la militancia no existe únicamente para la juventud u otras agrupaciones de origen político. En el arte podemos rastrear prácticas que se comprometen con la comunión social. Determinar su origen es quizás una tarea algo ilusoria.

Lo cierto es que hoy existen colectivos de artistas (grupos que trabajan como conjunto) que elaboran propuestas participativas para colaborar con procesos de transformación social. !Acción Urgente, exhibición que se inauguró el sábado 5 de julio en Fundación Proa, ofrece un panorama latinoamericano de artistas que militan en y sobre el espacio público. Con curaduría de Cecilia Rabossi y Rodrigo Alonso, la muestra además ofreció esta semana un coloquio que permitió dialogar, estar en contacto e intercambiar estrategias de trabajo con los colectivos que participan.

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Representantes. El movimiento Grupo Etcétera (reiteran con fervor que la palabra colectivo no los define en su totalidad) es uno de ellos. De origen argentino, nació a fines de 1997 en la poesía, el teatro, las artes visuales y la música buscando hacer circular los conflictos sociales, visibles o silenciados.

Siguiendo los parámetros que listamos al principio estamos en condiciones de aplicarles el adjetivo (o la conducta) de militantes. Aunque quizás el término ya esté muy contaminado. “No creemos en un rol o mandato específico del artista, sea militante o no. Pero pensamos que no podríamos realizar arte sin analizar y contestar al momento específico en que vivimos”, dicen Loreto Garín Guzmán y Federico Zukerfeld, del grupo.

Algunos de sus trabajos incluyen el proyecto ArteBiene, que tuvo lugar en la feria ArteBA 2001, donde repartieron falsos billetes de 100 dólares en uno de sus lados y 00 pesos argentinos al reverso para ironizar sobre la imperiosa devaluación de la moneda argentina.

En 2012 recibieron el Premio Internacional de Arte Participativo por su proyecto C.r.is.i. (Comuna de Investigación para la Imaginación Social Inclusiva) donde abordaron nuevas soluciones para la crisis con grupos considerados marginales. C.r.i.s.i se desarrolló en cuatro etapas en 2013, haciendo foco en los problemas de la economía y confrontando los modelos de participación y representación. Crearon una suerte de laboratorio urbano donde se fue trabajando comunitariamente en la discusión y el análisis de nuevas herramientas colaborativas. Cada etapa del proyecto – “la Remisión”,  “Filosofía Hip Hop”, “Terremoto Social” y “Asamblea Infinita”– se relacionó con diferentes caracteres de la crisis: económico, social, generacional, metafórico, político. Se involucraron vecinos activistas, asociaciones culturales, centros de estudiantes, otros colectivos de artistas, filósofos, periodistas independientes y trabajadores sociales.

Inspiración. Loreto y Federico reconocen que su contexto de creación y reacción es la crisis. Aún así, van eligiendo sus militancias con astucia.
Este 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, cambiaron de eje y desfilaron disfrazados de “choclos originarios” para concientizar sobre la problemática de las semillas genéticamente modificadas que produce y comercializa la empresa Monsanto.  

Están trabajando especialmente con una comunidad en Malvinas Argentinas, en la provincia de Córdoba que sufre las consecuencias del uso de transgénicos y el consumo de glifosato. Durante el encuentro esta semana, dialogaron vestidos de granos de maíz para seguir difundiendo la causa.

Pero en algo se diferencian con el militante político: su activismo es social y estético. “Al igual que la política, las artes son producto de una construcción dialéctica, con la capacidad de formar pensamiento e imaginación social” aclaran. “Estamos buscando a través de prueba y error, la creación de imaginarios y formas de vida que rompan con aquellos nocivos modelos de representación”.

El arte como herramienta. “Hay un sin fin de injusticias y desigualdades que hacen que algunos estén adentro y otros afuera: que el ‘hambre cultural’ siga existiendo; que los sueños estén relegados a los más privilegiados; que el arte sea sólo para algunos”, dicen. Así es que sus acciones se definen por su expansión. Para lograr la transformación social nada más efectivo que apelar a todos, masivamente. Entonces cada performance, cada evento es participativo, inclusivo y colaborativo. La ciudad es el catalizador. El territorio les ofrece a sus transeúntes de manera gratuita y a gran escala. “Etcétera aún reivindica incitar a la expansión de la creatividad como un virus, infectando la sensibilidad social e inundando de intensidad la vida cotidiana. Que la liberación de las fuerzas poéticas inconscientes desaten nuevas subjetividades produciendo nuevas objetivaciones, formas de arte y ciencia aún no imaginadas”, agregan.

Estos colectivos militantes buscan la horizontalidad como forma y como concepto. Es que el arte no es político por los mensajes o sentimientos que comunica sobre el estado de nuestra sociedad. Es político porque sus prácticas y producciones establecen formas de visibilidad que reproducen modos de sentir, maneras de ser y de ver. Moldean un sentido de lo común.

Atreverse a decir que el artista tiene la obligación de resolver los conflictos de una comunidad sería un poco romántico. !Acción Urgente exhibe el trabajo de los grupos que nos demuestran que la militancia empieza desde la concepción misma del trabajo. Ser colaborativo. Ser horizontal. Trabajar con el entorno local. Revolucionar desde lo estético. Se busca enfáticamente la transformación, y la autonomía del espacio público para seguir convirtiéndolo en el lugar de lo común.

 

Ejemplos latinoamericanos

La muestra abrió el pasado 5 de julio en Fundación Proa con trabajos de una selección de colectivos de artistas latinoamericanos de Argentina, Brasil, Perú, Chile, Uruguay y Paraguay. Las obras exhibidas demuestran cómo la ciudad es el medio para aquel accionar estético que busca la transformación social. Cada colectivo da cuenta de la diversidad de herramientas que existe para visibilizar conflictos, difundir luchas y proponer nuevas alternativas.

Opavivará, colectivo brasilero, con Transporte Coletivo puso en circulación durante una semana bicicletas múltiples para que los transeúntes probaran un método de transporte alternativo. Cuadernos de Movilización, por otro lado, nació en Chile para dar una respuesta estética a las movilizaciones estudiantiles realizando publicaciones de libre circulación. Participa también Grupo Escombros, que desde los años 70, involucra al público en intervenciones como “Arbol” concientizando sobre la deforestación y promoviendo el cuidado del arbolado.

Los curadores, Cecilia Rabossi y Rodrigo Alonso, especifican que la exhibición da a conocer los registros de estas acciones porque su real labor ocurre siempre en el espacio público. !Acción Urgente invita al visitante a  comprometerse con las causas y a explorar cómo la ciudad es más que un lugar para festejar hazañas deportivas, es el lugar para el encuentro de la comunidad. Hasta septiembre hay tiempo de visitar la muestra en el espacio del barrio de La Boca.