Las trabajadoras argentinas aparecen por primera vez masivamente en la política argentina el 17 de octubre de 1945. No se trata de un fenómeno privativo de sexos sino integrador de toda la comunidad nacional, de los millones de trabajadores y humildes históricamente relegados del interés estatal, que comienzan a ser su centro de privilegio y que se movilizan masivamente en defensa de su líder.
Ese día glorioso, mujeres y varones mancomunados en una causa patriótica, fundan el peronismo como movimiento político, a la par de que manifiestan la decisión de profundizar el proceso iniciado en 1943 que, para el caso particular de las mujeres, había sido además el período inaugural de su ingreso a la política. El entonces Coronel Perón, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, había impulsado los fundamentos para otorgarles igualdad en sus derechos laborales y los derechos cívicos para equipararlas jurídicamente con los varones de su época. Creó en tal sentido la Comisión Pro Sufragio Femenino y el primer organismo dedicado a la mujer desde el Estado, la División de Trabajo y Asistencia de la Mujer en agosto de 1944. Prolegómenos de la futura sanción de la igualdad jurídica de ambos sexos, de la legalización de la inserción de la mujer en el mundo del trabajo y de los derechos políticos femeninos que junto al cuidado de su salud y de sus hijos pasaron a ser una responsabilidad del Estado amparada por la Constitución de la Nación Argentina de 1949 y por los Planes Quinquenales en sentido integral.
Es por esta tal razón que Eva marca ese día -junto al inicio de la revolución de junio de 1943- una fe fundante para las mujeres argentinas que, a diferencia de los planteos clásicos del feminismo de su época, no anuda las batallas de las argentinas con peleas exclusivamente foráneas y tampoco hace tabula rasa con el pasado como resulta común en los planteos de corte con la tradición, a la que se desconoce o se niega, para empezar todo de nuevo sin tener dónde anclar la propia militancia. En palabras de Evita: “El General Perón, es el principal propulsor del voto femenino; porque siempre creyó en esas valerosas mujeres que el 17 de Octubre salieron a la calle del brazo de sus maridos, novios y hermanos, en esa gloriosa jornada, para reconquistar a su Líder. Esas mujeres fueron las precursoras del voto femenino. Esas mujeres, con su intuición, con su ternura, con su cariño, han de acompañar a los hombres en sus hogares para que, en conjunto, puedan hacer de esta nuestra Argentina, un país justo, fuerte y soberano”. (21 de febrero de 1947)
Es por esta tal razón que Eva marca ese día -junto al inicio de la revolución de junio de 1943- una fe fundante para las mujeres argentinas
Las trabajadoras argentinas apoyan masivamente a Perón porque es quien desde 1943 mejora las condiciones de trabajo de sus maridos, las de ellas mismas y garantiza un salario digno para sostener la vida de sus hijos. Dice Evita: “La mujer, con magnífico impulso, se colocó en la trayectoria de su mejor derecho: el de influir en los destinos de su Patria. Tú misma, la que aquella madrugada arrojaste el delantal de la fábrica para empuñar el cartelón de la revuelta callejera, fuiste la que decidiste el valor nuevo y perentorio de tu sexo. Tu voluntad fue la voluntad de miles de compañeras indóciles. Tu convicción fue la convicción de tu hogar, el que salvó allí la Revolución del pueblo. Tu pensamiento recóndito expresado en griterío desordenado, mostró al país que la “descamisada” en marcha era desde entonces, la dueña de su propio destino. Tú rompiste el tutelaje social a que sometieron a tu clase. (…) Ya eres pueblo, y eres gobierno. Tu voto no será más que la renovación ritual, de tu sacrificio espontáneo el 17 de Octubre. Tienes el deber de preocuparte por la estructura moral y política de tu Patria. Tienes el derecho de exigirlo (…) la mujer debe votar porque sabrá votar. Su voto es un poco el seguro social de su familia y su empleo”; (12 de marzo de 1947).
Desde su ingreso a la política, tienen por primera vez quien escuche sus problemas laborales en la nueva División de Trabajo y Asistencia a la Mujer y quien impulse su derecho al voto. Es por eso que el 17 de octubre junto a sus maridos, a sus hermanos y a sus hijos abandonan la fábrica, el taller y el hogar y marchan a Plaza de Mayo: “Tanto la revolución como el peronismo, deben pagar entonces esa deuda contraída con el pueblo que los respaldó en el trance decisivo. Con tu esposo y con tu hijo, lo ha hecho amiga mía. Con los hombres de la ciudad y del campo, también. Pero falta aún algo, en este reconocimiento individual y colectivo de sacrificios. Ese algo eres tú: la mujer. El ser más relegado en lo político; el instrumento más decisivo en la movilización de los hogares, y el corazón de los trabajadores”; (Ibídem).
La fiesta del 17 de octubre se reducirá a un mensaje de Alberto a la militancia
Evita logra interpelar a las millones de mujeres que estimuladas por el Partido Laborista en febrero de 1946 forman centros cívicos femeninos de apoyo a la candidatura de Perón, comienzan a participar de actos partidarios y que encuentran en ella el símbolo cabal de la dignidad nacional y una identificación amorosa que las llevará a entrar de lleno en la historia de la Patria. Identificación de origen popular y de causa común que Evita va a ratificar una y otra vez en sus discursos: “Yo, como mujer argentina y como mujer de pueblo, me he puesto al frente, como un soldado más de las mujeres argentinas para defender todas el futuro, para que se nos reconozca más y a nuestros derechos y, para que en adelante trabajemos hacia un futuro mejor. Y es por eso que velo por todas las mujeres desde mi modesta situación, para llevarles en el futuro un alivio, una mejora, una sonrisa. (…) No deben olvidarse ustedes que he salido de las filas de ese pueblo trabajador, que se forjó en el dolor del taller y en el dolor del trabajo, y que soy una mujer argentina que sueña con la felicidad de los argentinos”. (30 de noviembre de 1946)
Evita logra interpelar a las millones de mujeres que estimuladas por el Partido Laborista en febrero de 1946 forman centros cívicos femeninos de apoyo a la candidatura de Perón
Asimismo, Evita recordará en diversas oportunidades la épica de octubre. En su alocución del 9 de octubre de 1946 dirá: “Algo nos hermana y nos confunde, amigas en la lid que se avecina, y a cuya celebración vamos a contribuir de modo decisivo. (…) Es una fecha: el 17 de Octubre. Es una marcha interminable y extraña, junto a los hombres y nuestros niños, es precisamente allí, en los momentos más emocionantes y más dramáticos de ese día, cuando estamos más unidas, unas y otros, aguardando el desenlace de algo que nos es común y parejo. Ustedes, el líder de la redención obrera. Ustedes, el hombre en momentánea derrota, el hombre que supo remover hasta sus cimientos la conciencia obrera del país. (…) Juntos, mujeres de un país que trabaja y construye, juntos hemos vibrado hasta la fibra más íntima (…) Sé que una misma convicción y una misma esperanza, nos unió en este día histórico. Sé que mi carne latió aceleradamente y trémula como la vuestra, en la larga jornada del camino, estrepitosa, combativa, conmovedora. Sé que juntos, hemos rogado por algo, y que la fuerza de nuestra devoción unida a nuestra presencia material junto a nuestros hombres, han decidido la victoria. (…) Por eso, en la evocación del 17 de Octubre, es cuando me siento ligada a millones de mujeres de todos los caminos del país, mujeres cuya existencia física desconozco, pero cuya amistad afectuosa y febril, siento cada día con mayor fuerza, junto a mi corazón. Soy amigas, una obrera más que, cada día, desde entonces sueña con estar más cerca de todas y cada una de ustedes. Más cerca de los que sufren, más cerca de los que piden, más cerca de los que trabajan rudamente en la batalla diaria por el pan de sus maridos, sus madres y sus hijos. (…) La periódica fe, la continua incitación a la lucha por el bienestar de todas las mujeres de mi sueño, las olvidadas heroínas del hogar humilde, el que lucha y construye la riqueza de un enorme país. (…) Unidas otra vez a vuestros maridos, esposos, hijos o novios, en una misma y fervorosa demostración de fe (…) Por la consolidación de cada uno de vuestros hogares, que es la consolidación de la familia argentina”. (9 de Octubre de 1946)
Octubre de la nacionalidad, conjuntamente a una tradición épica suramericana que Evita reconstruye en su historia y devenir
En otro discurso afirmará: “La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. Aquélla que se volcó en la Plaza de Mayo el 17 de Octubre; aquélla que hizo oír su voz en la fábrica, y en la oficina y en la escuela; aquélla que, día a día, trabaja junto al hombre, en toda la gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente la espectadora de los movimientos políticos. La mujer debe afirmar su acción. La mujer debe optar. La mujer resorte moral de un hogar, debe ocupar su quicio, en el complejo engranaje social de un pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse, en grupos más extendidos y remozados. Lo exige, en suma, la transformación del concepto de mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes, sin pedir el mínimo de sus derechos. (…) La mujer argentina ha llegado a la madurez de sus sentimientos y sus voluntades. La mujer argentina, debe ser escuchada, porque la mujer argentina supo ser aceptada en la acción. Se está en deuda con ella. Es forzoso restablecer, pues, esta igualdad de derechos, ya que se pidió y se obtuvo, casi espontáneamente, esa igualdad en los deberes”. (27 de enero de 1947)
Octubre de la nacionalidad, conjuntamente a una tradición épica suramericana que Evita reconstruye en su historia y devenir, constituyen la plataforma identitaria que ofrece a las trabajadoras con el objetivo de anudar el sentido de su misión en un eslabón más de una extensa cadena de sacrificio y grandeza.
Eslabón que las mujeres sindicalistas continuamos en la actualidad intentando seguir su huella, y la de María Estela Martínez de Perón y la de miles de mujeres anónimas que siguen peleando por una Argentina que recupere la senda justicialista para la definitiva independencia nacional y teniendo siempre presente la advertencia de Evita cuando señaló en las páginas de La razón de mi vida: “De nada valdría un movimiento femenino organizado en un mundo sin justicia social”.