“La persona capaz de inspirar y asociar a otros con un sueño”. Así define el concepto de líder, Agustín Arieu, un referente internacional en la materia. PERFIL entrevistó a diversos académicos y especialistas en management y coaching para que analizaran cuál es el perfil de liderazgo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y si ven un cambio en su imagen desde su reaparición pública del lunes pasado.
Son varias las categorizaciones de líder. Para el profesor Andrés Hatum, director del Centro RHUO Talento y Management del IAE, siguiendo las clasificaciones de Max Weber, “Cristina es una muestra fiel de líder carismático”. Hatum asevera que la Presidenta comenzó siendo un líder legal y tradicional por el rol que le tocó ocupar democráticamente, pero con el paso del tiempo, se fue transformando en un liderazgo carismático. Para el profesor, “dejando de lado la ideología política, la Presidenta despierta sentimientos en su audiencia que pueden ser de amor u odio. Esa parte emocional la lleva al extremo. Tiene una presencia social muy fuerte”. La misma definición de líder aporta Guillermo Storni, profesor de Dirección General y de Estrategia, en la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA, y hace una diferenciación en relación al público: “es interesante ver que no hay una mirada objetiva. La misma persona que para sus seguidores es un líder transformacional. En cambio, para los que están en la vereda opuesta lo van a calificar de transaccional”.
Ignacio Bossi, profesor de liderazgo de la Ucema y director de la Consultora Coaching Político, prefiere no hacer una evaluación desde categorías, sino establecer cuáles son las cualidades que posee un “líder del presente”, las cuales, él afirma, algunas cumple la Presidenta y otras no.
Bossi define que un dirigente contemporáneo tiene dos aspectos: uno personal y otro social. En relación al primero, se refiere a “cómo se relaciona consigo mismo, al poder de la conversación interna y externa, si sabe escuchar, la inteligencia emocional”. En este sentido, para el coach la Presidenta demuestra un gran poder de oratoria, pero no tan así de escucha.
En referencia al lado social, “tiene que ver con definir una meta: cuáles son los valores superadores, cuál es la visión compartida, y cómo implementar esa mirada que se da en un marco de una red conversacional”. Dentro de este aspecto también se encuentra el público: a quién liderar. “Cristina habla mucho del pasado y eso le quita poder a su discurso. Hay que tener en cuenta también a quién le habla, hacia dónde apunta su visión compartida. Muchas veces se mezclan sus roles de presidenta con el de militante”.
En relación al público de las generaciones actuales, Bossi explica que antes se seguía a una persona. Pero que ahora se persigue un proyecto y una idea, “la gente no se considera más una oveja de rebaño”.
Para Eduardo Braun, experto y conferencista internacional de liderazgo, es primordial tener una visión (sueños, propósitos, qué quiero cambiar de la realidad): “los lideres efectivos son los que hacen lo que ellos son. Pero para esto es importante que no quede en ideas, sino que despierte emociones. Entonces el liderazgo es una visión que despierta emoción”. El especialista pone el ejemplo de Martin Luther King, quien no dijo “yo tengo un plan”, sino “yo tengo un sueño”. “Los seres humanos buscan la salvación, gente que nos saque de nuestros problemas”, aclara y define: “yo creo que Cristina tiene clara una visión: ir por un país inclusivo e igualitario. En algunos aspectos es ambiguo, pero ¿a quién no le gusta ir por todo? Eso despierta adhesión a nivel idea y emoción. Ha sabido plantear un sueño que a mucha gente la envolvió”, plantea Braun. Para él, el modelo de liderazgo de Cristina es autocrático: poder absoluto sobre sus trabajadores o equipos. Por su parte, Leticia Turco Greco, directora de la Consultora Felicis, agrega que “como líder de su equipo de trabajo (miembros del gabinete nacional) busca generar que los colaboradores se sientan involucrados en la tarea que les asigna, comprometidos en los resultados con un plus de valor agregado que marque la diferencia entre hacer y pertenecer’’. Leticia remarca que la manera en que Cristina desarrolla sus atributos y logra sus resultados, constituye su identidad y se transforma en su marca personal.
Luego de 40 días, su primera aparición pública, después de la licencia médica, fue el lunes pasado. Cuando muchos esperaban una cadena nacional, Cristina sorprendió y lo hizo a través de un video filmado por su hija y distribuido por las redes sociales. Según la directora de la Consultora Felicis, comenzó a denotar un cambio en el estilo de su liderazgo: “es posible que haya comenzado un período de renovación en cuanto a su liderazgo, indispensable para fortificar su imagen y por ende el modelo que sostiene”. Para Braun, “fue una estrategia para lograr empatía, con una emoción más protectora”. En el mismo sentido, Bossi afirma que vio un cambio en la Presidenta. “Una mejora en saltar del pasado al presente y un gran reconocimiento de sus emociones. Se la vio mucho más emotiva”. En cambio, a Andrés Hatum le parece “prematuro hacer un análisis de si hubo un cambio. Lo que sí es cierto es que no cualquier persona puede manejar esa soltura”.
El lenguaje no verbal. “Cuando los líderes de opinión le hablan a una masa, lo que tienen que lograr es nivelar el imaginario social en las personas que los escuchan”, manifiesta Marcela Gola, especialista en oratoria política y empresarial, que dirige el programa de oratoria en la Universidad Torcuato Di Tella. Como parte de su especialidad, el lenguaje no verbal, ella detalla que en el imaginario social hay dos vertientes a tener en cuenta en la figura de un líder. Una es “el saber y el poder: es importante demostrar que el líder tiene la capacidad de tomar decisiones”. La otra es “la humana”. La estudiosa aclara que “si no están niveladas, se empieza a generar distancia con la audiencia”. Para ella, la reaparición pública de Cristina, trajo aparejado un “cambio en su aspecto no verbal: más sensible, flexible, con gestos más suavizados. Este video casero, el acercamiento a lo familiar y marcando la salida del luto llevan al imaginario a nivelar ambas vertientes”. Como parte de este análisis, el tono es uno de los aspectos fundamentales: “el equilibrio entre el ritmo del habla, el énfasis y las pausas es lo que despierta un sentimiento determinado”. También, según Gola, “sostener la mirada y buscar ojos a través de una cámara genera una sensación de firmeza en el oyente”. Al igual que la posición corporal “que sea erguida, no desgarbada, ni rígida”. El vestuario también es leído y en este caso marca un quiebre y un horizonte