ELOBSERVADOR
Asociacion de Mujeres argentinas por los Derechos Humanos

"Empoderamos a las mujeres para salir de la prostitución"

Tienen una escuela que fomenta que las prostitutas puedan terminar la primaria y luchan para que no se considere esa práctica como “trabajo”. Brindan contención psicológica y emocional.

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Una de las fundadoras. Teresita Sifón, conocida como “Mimi”, explica que la asociación nació en la CTA, pero al no coincidir con que era un trabajo se alejaron. | AGUSTINA GRASSO

El pizarrón lo dice bien clarito: “La prostitución no es trabajo, es violencia”. Está en el aula del Centro Educativo de la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos (Amadh), una organización que lucha por brindarles derechos a las mujeres en situación de prostitución.

“Lo que hacemos es empoderar a las mujeres, les comunicamos cuáles son sus derechos porque nosotras cuando comenzamos no lo sabíamos. Cuando las compañeras conocen sus derechos y reciben capacitaciones, ellas solas deciden qué hacer con su vida”, cuenta Teresita Sifón, más conocida como “Mimi”. Ella tiene 64 años, es de Mendoza y fue prostituta. Ahora milita dentro de Amadh y cuenta su historia de cómo dejó la práctica y ayuda a compañeras.

Barrio putero. La oficina de la organización queda en la esquina de Mitre y Avenida Pueyrredón en Once, “un barrio bien putero”, como ellas mismas lo definen. Al abrir la puerta para recibir a PERFIL ella justo está por salir a fumar con una mujer de 29 años  que acaba de llegar y viene desesperada a contar su caso y recibir contención: “Me acabo de enterar que archivaron mi causa y no sé por qué. Yo denuncié dos puteríos en Flores y nadie me dio bolilla”, dice “Debi”, seudónimo que este diario optó por elegir para proteger su seguridad. “Tranquila, que acá vamos a ver qué podemos hacer”, le responde “Mimi”. “Yo estoy muy mal, no paro de pensar en esos momentos que viví. Me llevaron engañada, diciéndome que iba a ser promotora. Pero viví cosas horribles. Tengo pesadillas. Estoy con medicación psiquiátrica”, le dice “Debi”.

Cuál es la situación de la prostitución en Argentina

“Mimi” asegura que eso es lo que le pasa a la mayoría de las mujeres y trans cuando caen en la cuenta de la prostitución.

“Después te vienen a decir que es un trabajo. Te puedo asegurar que coger en un día con 15 tipos y después volver a tu casa toda dolorida no es un trabajo. Por eso, cuando en la CTA nos quisieron hacer firmar un estatuto que reconoce a la prostitución como un trabajo, nosotras nos abrimos de Ammar-CTA y formamos Amadh”.  

—¿En qué año fue esto?
—Si bien Amadh nace en 1995 cuando un grupo de mujeres en situación de prostitución nos organizamos en el marco de la CTA para hacer frente a la violencia policial, institucionalizándonos en aquel momento como Ammar (Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina), cuando aseguraron que la prostitución era un trabajo decidimos irnos y eso fue en el año 2000. En esa asamblea, el 90% de las mujeres dijeron  que no era un trabajo, sino que fue algo que hicimos porque estábamos en situación de vulnerabilidad. La mayoría somos mujeres pobres y analfabetas que comenzamos con esto a los 17 años. Así fue que tomamos esa bandera y nos separamos en el 2000. Hicimos la organización y no teníamos nada.

—¿Qué hace la organización?
—Empezamos a empoderar mujeres en situación de prostitución, a comunicarles sus derechos y darles facilidades para que progresen ya que muchas de las putas viejas no tuvimos oportunidades y no queremos que eso se repita. Algunas de las que comienzan con la prostitución, terminan en situaciones de trata, explotación sexual. Nosotras nos enmarcamos en el Tratado de San José de Costa Rica que dice que a las mujeres en situación de prostitución se las debe ayudar para revertir la situación y que los gobiernos deben generar políticas públicas. Algunas hemos hecho realidad como el Centro Educativo para finalizar la primaria que funciona aquí mismo (C.E.N° 58) y otras mujeres logran entrar en el programa Argentina Trabaja. En nuestro sector es necesaria mucha capacitación en derechos humanos, salud, teatro... Las feministas nos enseñaron mucho. Imagínate que yo tengo la primaria nada más.

—¿Realizan intervenciones en la vía pública?  
—“Sí, un grupo de promotoras van por las calles detectando los problemas que tienen las mujeres y las travestis. Se las invita al espacio, así conocen la escuela, los talleres. El tema es que como nosotras no reconocemos la prostitución como un trabajo sexual, se nos hace más difícil tener recursos. A nivel internacional, si vos reconocés que es un trabajo podés entrar en algunos financiamientos internacionales. Pero nosotras acá nos consideramos sobrevivientes”, cuenta “Mimi”,  quien fue “captada” cuando tenía 17 años en Mendoza como modelo.

Su historia. “La persona que estaba conmigo y sus amigos que también eran proxenetas me decían que me lo tome como un trabajo. A esa edad si no tenés una guía te vas para cualquier lado. Me decía que con la plata que iba a conseguir me iba a poder comprar una casa, auto y hasta el día de hoy sigo pobre. A los diez años, me pude desapegar de esta persona, pero como no tenía recursos seguí en situación de prostitución”, revela “Mimi”.

Ahora tiene tres hijos y son los tres universitarios: “Uno es electrotécnico, otra se está por recibir de Trabajo Social. En ese momento, yo decía mi cuerpo es mío y hago lo que quiero con mi cuerpo, pero no era así, hacían lo que querían con mi cuerpo. Pero la falta de educación no nos dejaba ver. No leíamos libros, ni guías para saber. Nosotras nos sentíamos las más rebeldes”.

Amadh. El ejercicio de la prostitución no está prohibida en Argentina, sin embargo, la persecución y violencia policial, habilitada en la Ciudad de Buenos Aires por los Códigos de Contravenciones y Faltas, fue el contexto donde las integrantes de Amadh comenzaron a organizarse.

“En las comisarías, en los calabozos, en los patrulleros, en la casa del verdugo, las mujeres se animaron a reconocerse y encontrarse en los mismos problemas, en las mismas violencias diarias, con las mismas necesidades urgentes. ¿Cuáles eran los motivos, los argumentos, las verdades inventadas que sugerían que eso era normal y aceptable?”, se preguntan en un libro que acaban de lanzar llamado Nuestros cuerpos no se reglamentan de Graciela Collantes, periodista, integrante de Amadh y una de las fundadoras de Ammar.

Secuelas. Delia Escudilla, ex prostituta, autora de Violación consentida”, cuenta que ella “milita sobre las secuelas, la pobreza y las mujeres analfabetas: mi militancia va para que el Estado tome cartas en el asunto para que a las mujeres putas en las esquinas que se les dé trabajo. Son expulsadas de todo, más si sos del Conurbano más pobre, madres y con maridos que se borran. No tienen acceso a muchos espacios. No les alcanza la plata y son expulsadas al ser excluidas”.

Cuenta que las prostitutas tienen un precio muy grande por ejercer la actividad. “Van desde consecuencias psíquicas, físicas y las que menos se ven que son las emocionales”.

“Las físicas, detalla, van desde cáncer de mama, útero, sistema digestivo, cuello, boca o vagina. Los problemas psiquiátricos, como ataques de pánico, de angustia, bipolaridad, y estamos recontramedicadas. Conozco otras que no quieren comer más. También con hipotirodismo y estrés postraumático”.

“Mimi” agrega que la falta de deseo hacia una pareja es algo de lo que poco se habla. “Es muy difícil después dejar de lado las pesadillas o las ganas de tener una relación sana porque no te considerás que la mereces. En la esquina, nosotras nos creemos reinas, pero cuando salís de esa situación sos tu peor enemiga”.  

Hegemonía. Alessandra Luna es una militante travesti abolicionista y asegura que en este debate “hay distintas interseccionalidades. En el colectivo trans travesti somos menos tratadas. Es menor la cantidad, pero más intensivo”.

“La mayoría de las veces, agrega, somos abusadas de niñas. Los dispositivos machistas son más fuertes sobre nosotras. La gran mayoría de las personas sexo género disidentes sufrimos abusos dentro de los 6,7,8 años de edad”.

“El 90% son abusadas sistemáticamente en las infancias. Esto nos hace darnos cuenta que vivimos situaciones de prostitución desde muy temprana edad”, explica.  

Por eso, explica Alessandra, “a los 11 años ya es muy común que estemos paradas en las esquinas”.

También, considera la militante travesti abolicionista, “hay que romper con el suelo pegajoso y techo de cristal que nos pone el Estado a la hora de pensarnos, porque no queremos ser sujetas de estudio, sino de una vez ser sujetas de derecho. Y responsables de muchas transformaciones políticas”.

Abolicionistas le responden a Jimena Barón

Las fuentes consultadas hablaron de la polémica en torno a Jimena Barón:

“Nosotras fuimos una de las primeras que empezamos a sacar los cartelitos de la plaza. Incluso nos agarrábamos mal con quienes los pegaban. Sabemos que esa clase de carteles representan una práctica en la cual detrás hay proxenetismo. No es que las mujeres eligen, sino que caen en esa situaciones porque no les queda otra y estamos totalmente en contra de esos lugares”, asegura Teresita Sifón de Amadh. “Son lugares donde se las capta a las pibas y después viene la de-sesperación de no tener un peso. Las mujeres sabemos que nuestro último recurso es el cuerpo y es lo que sucede cuando no hay una capacitación”.

Una mirada racional sobre la “Puta” de Jimena Barón

Por su parte, la militante travesti Ale-ssandra Luna aclara: “Mi postura es abolicionista, no prohibicionista, ni punitivista. Con la situación de JB no soy seguidora suya, por eso opino, para ir más allá de su persona, que el hecho es algo mediático que puso sobre el tapete la temática que quizás antes se daba puertas adentro. Creo que como feministas no podemos dejar de ver la interseccionalidad entre la regulación de la llamada prostitución ‘autónoma’ y las herramientas legales que se le da a la trata: hoy dejó de ser el tercer flujo mundial de dinero para pasar a ser el primero, superando el trafico de drogas y de armas”.

Por último, Delia Escudilla, ex prostituta y abolicionista agrega: “Jimena Barón no me interesa. Es un cuerpo mercantilizado, está muy bien para ser explotado en esta sociedad putera. Lo que pasa es que las putas ahora tenemos voz y hemos sacado nuestros libros y salimos a hablar. Antes eran las antropólogas quienes hablaban por nosotras para descifrar qué mito esconde la puta que está siempre con sus labios rojos, exponiendo sus tetas. Pero las caras verdaderas no aparecen en los medios que son las caras de  las putas pobres, que son la mayoría”.