ELOBSERVADOR
Un falso libertador

La anticonvivencia: herramienta y razón de ser del mileísmo

En la historia de las naciones y en la política, la convivencia siempre ha sido un indicio de acceso a cierto grado de civilización. La aceptación de la existencia del adversario, en un régimen democrático, es la condición primordial. Intentamos acercarnos al fenómeno mileísta a la luz de lo que constituye su estandarte: la libertad, ese valor supremo que el Presidente pretende devolver a un país mayoritariamente agotado por todas las experiencias de gobierno.

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A los “argentinos de bien”. El discurso del presidente Javier Milei está dirigido a una parte selecta de los ciudadanos. | cedoc

Dentro del amplio abanico de las democracias occidentales, el mileísmo es un régimen específico. Ciertamente, existe una analogía entre la nueva derecha mundial (a veces denominada populismo de derecha) y el mileísmo, en cuanto a la puesta en cuestión de los mecanismos democráticos. Pero esta nueva derecha, con una diferencia clave, se presenta como defensora del pueblo empobrecido que se percibe a sí mismo como víctima de la globalización. Se apoya en lo que, comúnmente, se llama la voluntad popular contra las élites, acusadas de desviar esa voluntad. Todo ello en un contexto de repliegue identitario.

En Europa, la nueva derecha -del tipo Giorgia Meloni o Marine Le Pen- asume o pretende asumir el cuidado de los perdedores de la globalización. En Estados Unidos, con Trump, la dimensión populista es dominante: una retórica antiélite, en defensa del pueblo del interior, que se percibe como olvidado y víctima de injusticias. Es una respuesta a la reacción de protesta por parte de un régimen que protege, en particular mediante barreras arancelarias, al “pueblo verdadero”, y que defiende el interés nacional (“America first”), un interés vinculado al derecho a ejercer la potencia en el mundo.

El mileísmo es un régimen sin equivalente. Es un régimen sui géneris. ¿Por qué? Milei no es un populista. Contraría el sentimiento nacional. Proclama su admiración por Margaret Thatcher. Condena públicamente, como lo hizo en campaña electoral, al papa Francisco. Para el Presidente anarcocapitalista, los perdedores y los marginados son una categoría que no debe ser atendida por las políticas gubernamentales, aunque a veces diga pensar en los más vulnerables. Milei siempre se ha dirigido a los “argentinos de bien”, es decir, aquellos que, a su juicio, están dispuestos a asumir los riesgos y beneficios de la pura responsabilidad individual. Milei postula la inserción de Argentina en la globalización de los intercambios, conforme al principio ricardiano de las ventajas comparativas. Asocia todo esto a una moral que permite separar el bien del mal.

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Los fundamentos del mileísmo. Por un lado, el fundamento político-económico, que se encuentra particularmente en su primer discurso en Davos (enero de 2024): el Estado es liberticida para el individuo, y produce pobreza para el conjunto. Debe ser reemplazado por el mercado, ya que este genera riqueza mediante el crecimiento, y permite al individuo mantener la iniciativa. Es lo que Milei llama el “modelo de la libertad”, a través del “capitalismo de libre empresa”, el cual es “moralmente deseable”. Aquí estamos en el dominio de la convicción pretendidamente racional.

Por otro lado, el fundamento mesiánico. Un mesianismo que no es oportunista, sino íntimamente ligado a su persona, a sus creencias, y que encuentra su fuente en la adhesión mística a las imágenes de las raíces judeocristianas de Occidente. Imágenes de Moisés y Aarón, doble personaje liberador del pueblo hebreo. Milei se considera a sí mismo un elegido de las “fuerzas del cielo”, con las cuales comulga (el médium de su perro Conan, por ejemplo). No es casualidad que, durante su visita al Chaco (julio de 2025), participara en la apertura del Portal del Cielo (iglesia evangélica), donde afirmó: “No debe haber más antijudeocristiano que la idea de justicia social”, aludiendo, además, al décimo mandamiento.

Aquí nos encontramos en el ámbito de lo mágico-religioso y, quizá sobre todo, en el de la estética personal.

Lo más paradójico es que estos dos fundamentos -el dogma libertario de predominancia anarcocapitalista (que Milei reivindica como economista), y el mesianismo, que deriva, inevitablemente, en la violencia- crean un desequilibrio permanente, pero no entran en conflicto. Milei, impregnado del misticismo judeocristiano, ve en este misticismo una forma de reforzar su tesis del mercado como vector de libertad.

El Presidente se apoya esencialmente en el anarcocapitalismo

Los referentes culturales de Milei no están en sintonía. Dejando de lado a los rabinos, Menachem Schneerson (sobre cuya tumba, en noviembre de 2013 en Nueva York, dejó un mensaje) y Axel Wahnish (su “guía espiritual”, nombrado embajador en Israel en mayo de 2024), ¿quiénes son sus mentores, los teóricos civiles a los que cita con más frecuencia?

Cuando, en su discurso de Davos I (enero de 2024), intenta definir qué es el libertarismo, Milei recurre a la definición del “máximo prócer de las ideas de la libertad en Argentina, el profesor Alberto Benegas Lynch (h)”. ¿Cuál es la premisa clave de esa definición? Comienza así: “El libertarismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión”. Ciertamente, Benegas Lynch menciona el “derecho a la vida”, la “propiedad” y la “división social”. Pero también concluye su definición con otro principio: el de la “cooperación social”. Milei, en cuanto al principio del “respeto del proyecto de vida del prójimo”, hace exactamente lo contrario.

El otro referente cultural es el español Jesús Huerta de Soto, de la escuela austríaca, catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos. Este, como economista, ha sintetizado tres aportes: el aporte “teórico” de Ludwig von Mises, el “histórico-evolutivo” de Friedrich Hayek y el “ético” de Murray Rothbard. En 2010, Huerta de Soto publicó una obra que impresionó profundamente a Milei: The Theory of Dynamic Efficiency. El español es adepto de fórmulas incendiarias: “El Estado es el Anticristo”, o “El Estado es, como institución, la encarnación del Maligno en la Tierra”.

Cuando Milei lo recibió en Buenos Aires, en abril de 2025, para otorgarle la condecoración con el grado de Comendador de la Orden de Mayo, ¿qué dice sobre él? Que es “un coloso de las ideas de la libertad” y “el anarcocapitalista más importante del mundo”. “Un liberal libertario, y si uno quiere ser más estricto, él diría que es un paleolibertario, o sea, un libertario como Dios manda” (declaración a Radio Rivadavia).

Si se aplican los criterios de Benegas Lynch (h), Milei, quien también se autodefine como “liberal libertario”, no es un libertario. La ironía es que tampoco es liberal según los principios de Alberdi (a quien invoca, por lo demás, como forma de legitimación histórica). Alberdi, en el siglo XIX, ¿no estaba acaso guiado por un deseo de equilibrio frente a las fuerzas antagónicas en presencia, en el momento en que se elaboraba la Constitución de 1853

Es cierto que Milei ha propuesto un pacto. Lo hizo el 1° de marzo de 2024, durante el inicio del 142º período de sesiones ordinarias en el Congreso. Ha considerado pertinente, en esa ocasión, señalar uno por uno a los responsables contemporáneos del gran declive, los “jinetes del fracaso”. Entre ellos, Sergio Massa (su antiguo adversario en la elección presidencial), Cristina Kirchner y otros kirchneristas.

Ahora bien, lo que el Presidente busca es la futura aprobación legislativa de su ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, y de su mega-DNU (el DNU 70/2023, implementado ilegalmente). Declara: “Sin embargo, hay un camino, un camino de paz, de acuerdo”. Es necesario “anteponer los intereses de la Nación a los miserables intereses electorales”. Invita a “los gobernadores, expresidentes, líderes de los principales partidos políticos” a firmar, el 25 de mayo en Córdoba, un nuevo “contrato social”, llamado el Pacto de Mayo. Este pacto, presentado como un regalo, en realidad está subordinado al voto favorable de la ley Bases. Diez “políticas de Estado” ya están definidas en torno a un principio central, especificado en el punto 10: la inserción de la Argentina en el “mercado global”.

El retraso en la aprobación de la ley Bases provoca que la firma del pacto se postergue hasta el 9 de julio de 2024. Finalmente, se firma en Tucumán, con la presencia de 17 gobernadores (5 gobernadores kirchneristas-peronistas estaban ausentes) y de Jorge Macri, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Allí, Milei afirma que “lo único que tiene que hacer la política es discutir ideas, y no impugnar al adversario o perseguirlo por pensar distinto”, para no vivir “en una Inquisición permanente”.

La efectividad del pacto resultó un fracaso. En junio de 2025, el Presidente lo transforma en el Consejo de Mayo. Una entidad compuesta por 6 miembros y rigurosamente controlada. Guillermo Francos, jefe de Gabinete de ministros, la preside. Los 6 miembros son designados por decreto. Entre ellos: Federico Sturzenegger para el Poder Ejecutivo; Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza, con la misión imposible de representar a las 17 provincias firmantes y a la Ciudad de Buenos Aires. Los otros cuatro miembros son: Gerardo Martínez (UCRA), Carolina Losada (Senado), Cristian Ritondo (Cámara de Diputados) y Martín Rappanellini (UIA). Una quimera.

Mientras tanto, había tenido lugar el discurso del 1° de marzo de 2025. Fue el de apertura del 143º período de sesiones ordinarias en el Congreso. Milei se dirigió a los “argentinos de bien”. Este discurso puede percibirse como el punto culminante del poder de un presidente civil. Una diatriba en la que se mezclan la euforia y los acentos belicistas. El Presidente se ve a sí mismo como el único poseedor de la autoridad legítima.

En consecuencia, se sitúa por encima de los usos institucionales y de la dignidad mínima a la que debería someterse todo presidente, en democracia, al presentarse ante el cuerpo legislativo. Está impulsado por una sensación de invencibilidad.

Tomando al público como testigo, hace notar que todas las experiencias anteriores de gobierno en Argentina han terminado, finalmente, en catástrofe. Desde hace cien años, Argentina es como Sísifo, que con su piedra siempre vuelve a caer al pie de la montaña. Él, en cambio, acumula victorias, que describe minuciosamente. Dentro del recinto, la oposición está aniquilada. En el simplismo de los encadenamientos binarios, despliega, con una fuerza que podría calificarse de violenta, su argumentación. Ayer, la política era el robo generalizado. Hoy, una nueva era anuncia el retorno de la prosperidad. Un discurso a su propia gloria, y a la de cada miembro de su gobierno, empezando por Sturzenegger (ministro de Desregulación y Transformación del Estado), un “gigante”. Todos ellos merecerían, según Milei, ser considerados históricamente como la “generación de los años 2020”.

En cambio, un contradictor como el diputado Facundo Manes, ex-UCR que siempre se situó, como radical, en la oposición, es agredido públicamente en directo, en cuatro ocasiones por el Presidente, y luego por Santiago Caputo en el Salón de Pasos Perdidos.

Los logros de Milei, aparentemente indiscutibles. La inflación ha disminuido considerablemente, el crecimiento ha repuntado, hay superávit financiero y fiscal, y se observa una baja en la pobreza; los logros obtenidos son presentados como ejemplo, sobre todo en Europa. En Francia, las victorias del presidente argentino son puestas de relieve. Esto es lo que escribe, en su edición del 12 de julio de 2025, Le Figaro Magazine, bajo la pluma de Charles Jaigu: “Primera victoria: la inflación está controlada. El Messi del peso argentino la redujo de 25% al 1,5% mensual aplastando los salarios. Segunda victoria: el fin del control de cambios se manejó adecuadamente. Ya no se especula contra el peso argentino. Los particulares pueden vender y comprar. Tercera victoria: la reducción de la pobreza. Esta pasó del 53% en enero de 2024 al 34,7% en mayo de 2025. Cuarta victoria: no hubo recesión el año pasado, con un crecimiento del 1,7%. Por último, los economistas constatan el tímido retorno de las inversiones extranjeras”.

Milei dice también que ha realizado, con 2 mil reformas desreguladoras, un ajuste fiscal del 15% del PBI. Lo que, sin embargo, resulta extraño, es constatar la poca disposición de los economistas a verificar la veracidad de las cifras presentadas por el Gobierno. Sobre todo, será con el tiempo que habrá que observar cómo evoluciona el proceso en términos de salario real neto, reducción de las desigualdades, de la pobreza y la indigencia.

Milei, jefe de guerra al frente de una reconquista, practica abuso de poder. Se había revelado el verdadero estado de ánimo del Presidente durante el cónclave conservador de la Cepac (diciembre de 2024), donde había declarado: “Somos escépticos del consenso”. Y: “Somos escépticos del diálogo”.

El postulado, de que el diálogo constituye una debilidad se ha convertido en una cruzada como modo de gobierno. Una cruzada contra el Estado, que es “el enemigo del género humano”. Contra los objetores, los escépticos y los tibios. Contra el socialismo: “Muerte al socialismo”, lanza en Madrid. “Contra los políticos corruptos, los kukas, los soviéticos, los periodistas ensobrados y culpables de delitos de calumnia e injurias, la basura mediática (‘No odiamos suficientemente a los periodistas’), los sindigarcas, los empresarios prebendarios, las ratas que son los diputados, los gobernadores, acusados de no interesarse más que por la caja para poder seguir con la fiesta, los libertarados, el wokismo enfermizo” (Davos II, enero de 2025), “las basuras humanas” (programa de streaming del canal Neura, junio de 2025). Y tuvo una entrevista (noviembre de 2024) con Amalia “Yuyito” González en Ciudad Magazine, en la que Milei llegó al extremo de la excomunión: “Son traidores a la Patria”. Hablaba de los responsables, específicamente Diana Mondino (exministra de Relaciones Exteriores), del voto en la ONU contra el bloqueo de Estados Unidos a Cuba. Hoy, su vicepresidenta y presidenta del Senado, Victoria Villarruel, se encuentra prácticamente en la misma situación. En esta “reconquista”, Milei está asistido por un embrión de casta, organizada feudalmente. Es el corazón del poder del mileísmo.

¿Es el mileísmo un totalitarismo? Desde el punto de vista de los conceptos de la ciencia política, el régimen mileísta no es una dictadura. El totalitarismo se caracteriza por el hecho de que no solo se ejerce en la esfera política, sino en todas las esferas, incluidas las privadas, imponiendo a los ciudadanos la adhesión a una ideología fuera de la cual son considerados enemigos de la comunidad.

En la Argentina de 2025, los partidos políticos existen y las elecciones son libres. El mileísmo no es un totalitarismo, pero el impulso vital del régimen está impregnado de un espíritu totalitario. Milei tiene una sinceridad arraigada en el alma; en él, la convicción sobre la validez de su modelo económico se ha transformado en una fe místico-religiosa. Y esa fe es propagadora de violencia y odio en la esfera política general. Particularmente hacia personas designadas por su nombre, que se convierten en blanco de una desmesura presidencial, que tiene el poder de matar simbólicamente.

Milei es un Huerta de Soto de la etapa paleolibertaria, que ha llegado al gobierno. Ciertamente, no es el primer responsable de las antinomias de fondo que existen en Argentina desde Perón. El almirante Isaac Rojas, en 1955, consideraba al peronismo como la “antinomia absoluta”. Más recientemente, el cristinismo y el macrismo fueron responsables de otra antinomia. Como fuerzas institucionales dominantes, practicaron la confrontación a través de acusaciones mutuas en una retórica de lucha de clases.

Pero esta vez, Milei es responsable de una antinomia fundamental, insalvable, entre lo que se supone que separa el bien del mal. Y lo hace, no como un Reagan, que utilizaba, con cierta benevolencia, ese tema a nivel internacional, sino como un enviado de las “fuerzas del cielo” para librar una guerra en régimen democrático

La imagen guerrera que emplea es, desde este punto de vista, bastante reveladora: “Tenemos que ser como una falange de hoplitas” (soldados de infantería griegos que usaban armas pesadas). El imperator civil se proclama dueño de la verdad. Sus sofismas parten de premisas supuestamente verdaderas y concluyen en ideas a veces absurdas. Y, sin embargo, difíciles de refutar, siendo hermético su sistema de creencias.

En realidad, el mileísmo solo existe por esa disruptividad recurrente que lo hace único. Sin ella, perdería cada día su energía vital. Bajo el disfraz de la libertad y de la eficacia, Milei se complace en sembrar el miedo en los demás. Más globalmente, la razón de ser del mileísmo es la exacerbación de una estrategia de agresión permanente. Para él, gobernar es activar la antinomia.

Probablemente se necesite tiempo, seguramente más allá de las elecciones de octubre de 2025, para que se dibuje, en la opinión pública, una verdad cruda. ¿De qué libertad habla Milei? ¿En qué medida, bajo su mandato, los ciudadanos serán libres? ¿Es porque habrán escapado de la tutela de un Estado que, a medida que se reduce, ve fortalecerse la coerción y el autoritarismo presidencial? ¿Habrán aprovechado un mercado que, oficialmente, no tiene fallos, pero que da la espalda al interés nacional al arruinar parte del tejido de pequeñas y medianas empresas?

La verdad probable es que Milei habrá jugado con ese valor sagrado que es la libertad. Una verdad en la que aparecerá como lo que no quería ser: un falso libertador.

*Analista político, doctor en Ciencia Política, Iheal (Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine), Université Sorbonne Nouvelle Paris III.