Kylie Jenner, Kendall Jenner y Khloé Kardashian contratan maquilladores profesionales para transformar sus rostros con elementos prostéticos. Su objetivo es salir a las calles de Los Ángeles disfrazadas de gente común y eventualmente comprar un licuado sin ser identificadas por los paparazzi. Se trata de una escena de la temporada 12 de Keeping Up with the Kardashians, un reality show que se transmitió por el canal de cable E! desde 2007 hasta 2021. Originalmente concebido para presentar, entre lo mundano y lo descarado, la vida cotidiana de una familia rica, pero inicialmente no famosa, el programa terminó lanzando a cada uno de sus miembros al estrellato mundial.
Keeping Up with the Kardashians es producto de una era en la que la lógica de los medios tradicionales, comenzaba a coexistir gradualmente, con la de los nuevos medios. Agregando un giro a la estética de la película The Truman Show, la reality television propuso un formato novedoso en el ecosistema de los medios: colocó a los espectadores en el centro del escenario televisivo, centrándose en sus realidades cotidianas. Como Susan J. Douglas y Andrea McDonnell argumentan sobre el icónico programa de MTV The Real World, reimaginaba para la televisión un tropo que antes se mostraba en el cine y la radio: la persona común, arrancada de la oscuridad, puesta en el centro de atención. En consonancia con esta innovación en la estética televisiva, en 2006 Time publicó una portada histórica en la que nombraba Persona del Año a nada menos que al lector de la revista. Fue en esa época cuando Facebook abrió sus puertas a cualquier usuario de trece años o más que tuviera una dirección de correo electrónico verificada, independientemente de si estaba matriculado en una universidad. Poco antes, Youtube se había lanzado con el video “Yo en el zoológico”. En él, un individuo común, de hecho, uno de los fundadores de la plataforma, hablaba en cámara sobre lo geniales que eran las trompas de los elefantes en el Zoológico de San Diego. De acuerdo con el registro de lo mundano que Dhiraj Murthy identifica para los mensajes inaugurales de diferentes tecnologías de la comunicación en los siglos XIX y XX, el video no tenía otro propósito que registrar lo ordinario. El comienzo de la década de 2000 marcó el comienzo de lo que Paula Sibilia llama el espectáculo del yo, reforzando lacultura del yo, yo, yo examinada por Silvio Waisbord en su análisis de los mitos y tensiones centrales de la cultura y sociedad estadounidense.
A pesar del maquillaje, los paparazzi finalmente identifican a las hermanas Karda-shian. Antes de que concluya la escena, Kylie se toma una selfie y dice algo que hace visibles las conexiones y las tensiones entre los medios: “Creo que voy a usar Snapchat antes de que los paparazzi vendan la foto… No pueden quedarse con la primicia. Con el formato del típico confesionario de la telerrealidad, en que los protagonistas se paran frente a la cámara y narran en off los hechos en la pantalla, la magnate del maquillaje explica: “vamos a publicar en las redes sociales para que tengamos la historia primero y no pueden tergiversarla en sus propias palabras”.
Originarias de la pantalla chica, las Kardashian-Jenner también han sido reconocidas cada vez más como figuras centrales en las redes sociales. Al momento de escribir este capítulo cuentan con más de 1.250 millones de usuarios en Instagram y encabezan las listas de los influencers más seguidos del mundo. Sus usos de estas plataformas han estado ligados a cambios significativos en la construcción e imagen de celebridades y microcelebridades a nivel mundial, desde la normalización de la selfie a la aplicación de filtros, y del marketing de influencers al registro de estilos de vida, en una práctica que Lee Humphreys remonta a los patrones de comunicación del siglo XIX en los Estados Unidos. En 2020, se anunció que Keeping Up with the Kardashians concluiría después de catorce años y veinte temporadas. Sin embargo, rápidamente se reconoció que esto no terminaría con las carreras de las hermanas. Un año antes, el New York Times había publicado un ensayo relacionado titulado “Cuando Instagram mató a la estrella de los tabloides”. Otro artículo del mismo periódico explicaba que Kim Kardashian acumulaba más seguidores en su cuenta de Instagram que todas las cuentas combinadas del conglomerado de medios Condé Nast, que publica de títulos icónicos de la cultura gráfica contemporánea como Vogue, The New Yorker, Vanity Fair, Bon Appetit, GQ y Wired. ¿Quién necesita más tinta en papel cuando se pueden mirar historias en Insta? Como dijo Henry Jenkins, “en el mundo de la convergencia de medios, se cuenta cada historia importante, se vende cada marca y se corteja a cada consumidor a través de múltiples plataformas de medios”.n
* Candidata a doctorado en Medios, Tecnología y Sociedad en la Universidad Northwestern.
** Profesor Hamad Bin Khalifa Al-Thani en el Departamento de Estudios de Comunicación de la Universidad Northwestern. Fragmento de su libro “Conocer es Comparar: estudiando a las redes sociales a través de las naciones, los medios y las plataformas”, presentado en la Universidad de San Andrés.