Siempre se ha señalado que la frase de la Biblia que utilizo en el título usa el verbo “perseguirás” (que a veces es traducido como “buscarás”) como una forma de señalar que la justicia es un objetivo móvil, que debe perfeccionarse y cambiar junto con las sociedades y las culturas. La reflexión viene a cuento a partir de dos noticias divulgadas recientemente que tienen al papa Francisco como protagonista.
La primera es que Francisco ha convocado a economistas, académicos y emprendedores de todo el mundo a un encuentro que se desarrollará en la ciudad italiana de Asís, entre el 26 y el 28 de marzo del año próximo.
En una carta recientemente difundida, Su Santidad señala que se trata de “un evento que me permita encontrar a quienes hoy se están formando y están empezando a estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda. Un evento que nos ayude a estar juntos y conocernos, que nos lleve a hacer un ‘pacto’ para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana”.
La economía actual a que hace referencia Francisco es la que reina a nivel mundial, la que ha promovido y promueve la mayor concentración de la riqueza y, por tanto, la mayor inequidad de la historia de la humanidad; la misma economía depredadora del medio ambiente y que paulatinamente ha ido cercenando los derechos sociales de los pueblos.
No es, como ya bien sabemos, una preocupación reciente del papa Francisco. Desde otras perspectivas y con diversos argumentos, ya ha puesto de manifiesto su preocupación por la situación de injusticia y exclusión que viven grandes mayorías.
La segunda es que hace unas semanas, en el cierre de la cumbre iberoamericana de jueces realizada en el Vaticano, puso el acento en el tema de la justicia democrática y condenó así la intervención de los sistemas de justicia para detener o frustrar “procesos políticos emergentes”.
En esa oportunidad, Su Santidad expresó: “Aprovecho para manifestarles mi preocupación por una nueva forma de intervención exógena en los escenarios políticos, a través del uso indebido de procedimientos legales… El lawfare, además de poner en serio riesgo la democracia de los países, generalmente es utilizado para minar los procesos políticos emergentes y propender a la violación sistemática de los derechos sociales”.
En la mirada de Francisco, el fin último de esas “intervenciones exógenas”, en Iberoamérica, es debilitar o eliminar los procesos políticos que luchan y trabajan por la defensa de los derechos sociales. Y al mismo tiempo fortalecen el modelo económico impuesto por el capitalismo financiero mundial.
Esta labor pastoral de Su Santidad estuvo presente, desde luego, en mi conversación con Lula, durante la reciente visita que hice a mi amigo en el edificio de la Policía Federal, donde cumple su injusta condena. Recordamos que la necesidad de luchar por un sistema capitalista fundado la justicia social y distributiva motivó nuestra tarea de conformación de la Comunidad Sudamericana de Naciones –luego Unasur-, que lamentablemente fue perdiendo esa perspectiva originaria y ahora ha sido desarticulada de hecho.
A su vez, el “lawfare”, como bien señala Francisco, debilita la democracia, de la misma manera que el fenómeno de la corrupción. Hoy atravesamos una gran crisis de representatividad de los partidos. La confianza de los pueblos en el sistema democrático es cada vez menor. Impera el desinterés y, en muchos casos, la desesperanza.
Debemos, pues, asumir los desafíos que nos propone el papa Francisco. Debemos reconstituir el tejido judicial si queremos no solamente combatir frontalmente la corrupción, sino también fortalecer la democracia. Debemos poner en el centro de nuestro accionar político la vigencia plena de los derechos sociales.
Para ello, es preciso volver a pensar en la unidad de nuestra región. De México hasta Tierra del Fuego, debemos ser una sola gran nación con los ojos, el pensamiento y el corazón puestos en el ejercicio pleno de la justicia social y distributiva, de la equidad de género y de la protección del medio ambiente.
Y debemos empezar ya, sin las dilaciones ni los pruritos partidarios a los que nos tiene acostumbrados la vieja política. De otra manera, cualesquiera sean las cifras y las estadísticas que nos muestren para avalar los logros del sistema, la justicia seguirá estando invariablemente ausente para los menos favorecidos.
*Ex presidente de la Nación.