Fragmento del libro “El Ecuador y la Alemania Nazi”, de Francisco Núñez del Arco.
“Serán mis sinceros esfuerzos de mantener y estrechar las relaciones entre nuestros países”.
Adolf Hitler en carta a José María Velasco Ibarra.
Ecuador fue tal vez el país hispanoamericano donde la aceptación a Hitler y al Tercer Reich se manifestó más evidentemente después de la Argentina. En forma mayoritaria, tanto la clase política conservadora nacionalista, conservadora a secas, liberal disidente (y hasta algún liberal radical como el propio Arroyo del Río), y mistérica o “pragmática” como lo fue en el caso de Velasco Ibarra y los velasquistas, así como los restos mal parados y venidos a menos de la élite, el pueblo en general y hasta algunos sectores de la oligarquía plutocrática y advenediza costeña fueron abiertamente simpatizantes del Tercer Reich Nacionalsocialista. A diferencia de lo que sucedía en países como México o Brasil, donde los grupos de poder veían con recelo el surgimiento de movimientos afines a la Tercera Posición germana; en el Ecuador sucedió exactamente lo contrario, pues tanto desde algunos sectores del poder político y económico del país se buscó un acercamiento a las potencias del Eje, en algunos casos por intereses económicos, pero en los más por intereses políticos y geopolíticos; recordemos, como ya se ha mencionado antes, que la situación del Ecuador era vista como similar a la de Alemania por el cercenamiento territorial que había sufrido a lo largo de los años y por su posición contraria al panamericanismo de origen estadounidense que era el cómplice de los abusos del imperialismo de Inglaterra y sus agentes en América, donde el Ecuador había sido particular víctima de éstos.
Las relaciones del Ecuador con las potencias del Eje, en especial con la Alemania nacionalsocialista, fueron más que amistosas, desde un primer momento. En el primer gobierno de José María Velasco Ibarra se da un acercamiento diplomático al más alto nivel, entre los mismos jefes de Estado de las dos naciones, Adolf Hitler informa a su par ecuatoriano en misiva fechada el 23 de noviembre de 1934: “He asumido el día 2 de agosto de este año los poderes que me confiere dicha ley”, que espera “estrechar las relaciones de nuestros países” y pide para eso a Velasco Ibarra el “concurso de Vuestra Excelencia para la realización de esta tarea” y finalmente “ruego a Vuestra Excelencia aceptar las seguridades de mi estima más perfecta”. El Führer recibe una cordial y favorable respuesta del presidente del Ecuador, la correspondencia se iría extendiendo como veremos y la relación se iría estrechando, pues incluso Velasco Ibarra se convierte en un admirador personal de Hitler (hasta el final de la guerra, posteriormente no conocemos su posición frente a esto). Por otra parte, con la Italia fascista ya se mantenía una colaboración estrecha, sobre todo en el campo militar y artístico.