“Al ver que disparaban desde adentro y luego desde afuera de la empresa, le dijo a su padre que se tiraran por la barranca del Riachuelo para evitar las balas. Cayeron ahí y fueron cercados por veinte personas de la patota que los golpeaban. Vio que a su padre lo sumergieron dentro. Disparaban y escuchaba que los tiros caían en el agua. Decían: ‘Matalo’. Cree que a su padre y a él los dieron por muertos ya que él quedó con la cabeza sumergida en el agua y su padre boca abajo sobre el barro”. El testimonio pertenece al obrero de la construcción Andrés Alcides Noguera, sobreviviente del ataque de una patota de la Uocra en Lomas de Zamora, que se cobró la vida de su colega Darío Adolfo Avalos, de 40 años, el año pasado. Su testimonio está incorporado a la causa judicial que investiga las responsabilidades intelectuales y materiales del ataque que dejó un muerto, otro herido de bala y varios heridos, todos miembros de un grupo de albañiles que reclamaba trabajo en un obrador y se oponía a Walter “Lobizón” Leguizamón, entonces secretario general del sindicato de Lomas de Zamora.
Método. No se trata de un caso aislado de violencia armada, sino que es un ejemplo más de cierto sindicalismo que decidió usar como método el poder de las balas y el fuego. El 9 de abril de este año, otro obrero de la Uocra llamado Reinaldo Vargas, de 23 años, murió a manos de una patota del gremio petrolero de Santa Cruz por un balazo en la cabeza mientras reclamaba un puesto de trabajo. Hace dos semanas Carlos Vidal, secretario general de los petroleros de esa provincia, fue detenido en el marco de la investigación por el hallazgo de un arsenal de revólveres y municiones que podría tener relación con aquel homicidio. Vidal fue liberado el 5 de mayo, aunque la investigación por su posible participación en el crimen continúa. El secretario general de los petroleros había formado parte del grupo de gremialistas opositores que habían derrotado a una dirección anquilosada en sus puestos, sin embargo, pronto se adecuó a ciertos métodos patoteriles. En la página de Facebook del sindicalista se puede observar a Vidal portando y ostentando armas de grueso calibre. Un grueso calibre que no sólo usan sindicalistas santacruceños.
“Estábamos tratando de que nos incorporen a la obra cuando nos empezaron a tirar, a mí me pegó uno en la espalda y a Avalos nos lo mataron”, cuenta a PERFIL Marcelo Dionisio Fernández, lesionado por una bala durante el ataque de la patota de la Uocra de Lomas de Zamora donde resultó muerto el obrero Avalos. “Estaban dentro de la obra y después llegaron más patoteros en autos que venían tirando. En ese momento empecé a correr al sentir el ruido de las balas. Entonces sentí una quemazón. Yo seguí corriendo porque me iban a matar” agrega. El tiro recibido le había perforado el intestino y tuvo que someterse a varias cirugías para reparar el daño.
“Mi hermano era delegado y no estaba de acuerdo con lo que hacía Leguizamón”, cuenta Rodolfo Rolando Avalos, de 42 años, hermano de la víctima fatal del ataque de Lomas de Zamora y también obrero de la construcción. “El ‘Lobizón’ Leguizamón decidía quién trabajaba y quién no, echaba a la gente que le caía mal, usaba violencia”, explica Avalos, una de las cabezas visibles de la Comisión por Justicia por Darío Adolfo Avalos, también conocido como “Rulo”. El crimen es investigado por la fiscalía N° 5 de Lomas de Zamora.
Hechos. Según decenas de testimonios que constan en la Justicia, a las siete de la mañana de ese día comenzó a llegar un grupo de obreros que había planificado apostarse en la puerta del obrador de la empresa constructora Esuco para reclamar puestos de trabajo. Sin embargo, entre las cinco y las seis de la mañana un grupo de hombres del sindicato había ingresado al obrador. Así lo habían dicho el encargado administrativo de la obra Enrique Fleck y el ingeniero Roberto Williams: “No tenemos problema en tomar gente, pero hay diez personas del sindicato que no conocemos”, manifestaron. El grupo se apostó en la puerta principal del obrador y quemó gomas. Desde ahí veían a miembros de la Uocra con gomeras y algunos con armas. Había dos patrulleros y policías dentro del obrador, sin intervenir.
En cierto momento los grupos se trenzaron a piedrazos, luego volvió la calma. Por poco tiempo. Cerca de las nueve y media de la mañana, llegaron varios autos de los que bajaron algunas decenas de hombres, que empezaron a insultarlos, tirar piedras y disparar, mientras los policías miraban impávidos. Tiraban también desde adentro de la empresa. “Me dieron”, dijo Avalos mientras corrían escapando de la balacera, según el relato de Ernesto Ariel Molina. “Ahora te voy a matar, Lucho”, dice Luis Alberto Cardozo que le gritó uno de los tiradores. Los manifestantes pudieron parar un colectivo, subieron a él, Avalos estaba todavía vivo, pero murió al llegar al hospital Eva Perón. En el marco de la causa, permanecen detenidos Alejandro Jara, alias “Poroto”, y Alberto Albornoz, alias “Albi”. También la seccional Lomas de Zamora de la Uocra fue intervenida por la dirección nacional del cristinista Gerardo Martínez, ex servicio de inteligencia bajo la dictadura. Las imágenes tomadas por un celular de las víctima son elocuentes en cuanto a la impresionante cantidad de tiros disparados por la patota, a la vez que captan las últimas imágenes con vida de Darío Adolfo Avalos.
“A mí me contó Cabrera que a él le había tocado comandar al grupo, que no sabía que había armas, que en un momento la caravana de vehículos se detuvo, que él bajo, llamó al ‘Lobizón’, que puso en altavoz el teléfono y le preguntó: ‘¿qué hacemos?’, y que Leguizamón respondió: ‘vayan y háganlos cagar a todos esos mugrientos’. Que los muchachos se pusieron locos”. Esto dijo a PERFIL un vecino de un barrio popular de Lomas de Zamora que pidió resguardar su identidad. Cabrera es Héctor Ramón Cabrera, a quien se puede observar en las imágenes registradas por el Domo de Vialidad de Lomas de Zamora, que consta en el expediente judicial.
Las cámaras también registran cómo Jonatan Vega, hermano de Walter “Lobizón” Leguizamón, dispara ostensiblemente luego de bajar de su camioneta Toyota Hilux, color gris humo. También se puede ver cómo, frente a la inacción de dos patrulleros de la Policía Bonaerense y miembros de las fuerzas de seguridad, los patoteros guardan armas, se suben a los autos para escapar y en el camino prenden fuego a un auto, que empieza a arder. Quizás estos testimonios y elementos novedosos permitan a la Justicia establecer mayores pistas sobre la responsabilidad intelectual del crimen.
En abril de 2012, patotas de la Uocra de Florencio Varela se enfrentaron a los tiros con un saldo de nueve heridos por balas de plomo, uno de los cuales quedó parapléjico. Luego de la muerte de Abalos, la fracción liderada por Héctor Ramón Cabrera incendió un patrullero y produjo incidentes en la sede de la Uocra Lomas de Zamora en un enfrentamiento contra la intervención. En Caleta Olivia, Santa Cruz, el 18 de enero de este año una banda liderada por Cristian Zalazar, interventor de la Uocra local, atacó a los tiros al gremio opositor Sitraic, hiriendo de bala a su titular Alejandro Lugo. Luego vendría el asesinato del obrero de la Uocra por parte de la patota de los petroleros, hace un mes. Entre otros.
La violencia armada sindical es recurrente. Y se cobra vidas y heridos. Llama la atención la profusión de ataques realizados en el gremio de la construcción de Gerardo Martínez, cuyo reclutador en el Batallón 601 –Roberto Gordillo– cumple condena por delitos de lesa humanidad desde el año pasado en Tucumán. Pero es una violencia que se extiende a otros gremios. ¿Signo de decadencia social? También es cierto que sus culpables son identificables y los delitos, condenables. La acción de la Justicia lo dirá.
Darío Avalos y Mariano Ferreyra
“El asesinato de Darío Avalos es un crimen contra la clase obrera –dice Claudia Ferrero, patrocinante de la familia de Avalos–. La Uocra está separada de todo método de organización genuino. Actúa como una patronal que decide quién trabaja y quién no, y hay organizaciones de base que resisten. Gerardo Martínez y sus lacayos intentan abortarlas por medio de golpes, palos, tiros y sangre. Si hay una caso parecido es el de Mariano Ferreyra. Hay un rol de amparo y encubrimiento por parte de la empresa, que permite la entrada a la patota, que iba armada. La policía liberó la zona. En ese caso puntual, la patronal había echado trabajadores por un requerimiento de Walter Leguizamón. Las similitudes son abrumadoras”. Ferrero formó parte del equipo de abogados del caso Ferreyra. Por el asesinato del joven militante, ocurrido en octubre de 2010, se encuentran en prisión los antiguos jefes de la Unión Ferroviaria José Pedraza y Juan Carlos Fernández, además de los autores materiales y policías que liberaron la zona.