La casa de Bernarda Alba o Bodas de sangre son clásicos del teatro. Pero no toda la obra de Federico García Lorca es igualmente famosa en el mundo entero. El público es la pieza creada durante el periodo surrealista del autor español. Escrita en los inicios de la década de 1930, publicada recién en 1976, pocas veces transita los escenarios. En Buenos Aires, el director teatral Carlos Di Lorenzo se acaba de aventurar a hacerlo. Su versión, a cargo de solo dos actores (Daniel Toppino y Federico Accorinti), se ve los sábados a las 20.30 en el Teatro de la Fábula (Agüero 444).
—¿Por qué decidiste poner en escena El público?
—Siempre había querido hacer algo de Lorca; sabía que los derechos estaban liberados. Durante el ASPO, me puse a buscar y releer sus textos. Así, llegó El público a mis manos. Leí, investigué el contexto, la adapté y gané una Beca de Creación Escénica del Instituto Nacional del Teatro, que me permitió empezar a desarrollar la puesta.
—¿Qué decisiones teatrales fundamentales tomaste para esta puesta en escena?
—La decisión más importante fue reducir el número de personajes a dos: un actor y un director, que, a su vez, sintetizan, refieren o interpretan varios de los personajes del texto original, que son unos veinte. Fue un movimiento arriesgado; pero el relato está intacto y nos concentramos mucho en el vínculo entre estos dos personajes centrales de la obra, que además de actor y director, también son amantes y mucho más.
—Esta obra tiene elementos del surrealismo, una vanguardia histórica. ¿Cómo creés que dialoga con el presente?
—El público fue escrita en pleno ascenso del franquismo y poco antes de que lo asesinaran. Lorca nunca llegó a verla estrenada. De hecho, pensaba que ninguna compañía se iba a animar a llevarla a escena. Era un adelantado, como todos los grandes artistas de la historia, por eso la obra dialoga perfectamente con el presente. Trata sobre la responsabilidad del público en la cartelera comercial, sobre sus temáticas y personajes; también, sobre la gran dificultad para que el público se acerque al teatro independiente. La máscara y sus diversos usos sociales tienen la misma vigencia. Incluso con el matrimonio igualitario legalizado, aún es difícil para muchos hombres, por ejemplo, ir tomados de la mano o besarse en público. Todavía cuesta horrores salir del clóset; las apps de encuentros gay están llenas de tipos casados o con novia, que viven parte de su sexualidad en la clandestinidad. El deseo y las formas de vivirlo y expresarlo siguen siendo un gran tabú. Por todo esto, El público es una obra siempre actual.
—¿Cómo se plasma el surrealismo en la obra?
—El surrealismo es un género artístico que transforma en realidad las imágenes de los sueños y el inconsciente. Lorca usa en El público muchos símbolos y alegorías, como la virilidad en los caballos o la homofobia en la figura del Emperador. El surrealismo está lleno de símbolos, signos e imágenes oníricas, que refieren a algo más. La obra incluso utiliza personajes de otros textos, como Romeo y Julieta de Shakespeare, o guiños a la obra de Walt Whitman, como partes del entramado de realidades que construyen el relato.
—¿Qué momento de la obra es aquel que te resulta más punzante?
—El texto está plagado de momentos poéticos, sublimes, de imágenes alucinantes. Por ejemplo, dice: “Yo sé positivamente que varios de ustedes se ocultan, que varios de ustedes nadan todavía en la superficie. Acostumbrados al látigo de los cocheros, a las tenazas de los herradores, tienen miedo de la verdad y ocultan un deseo que me hiere y que leo en sus ojos”. Me Parece súper actual: hoy está lleno de personas que no se animan a ser quiénes realmente son, a vivir su deseo libremente y sin ataduras.