El australiano Baz Luhrmann es una leyenda del cine pop épico. Ahí está su Coloso de Rodas, su Moulin Rouge! pero se suman clásicos modernos como Romeo + Julieta, reversión abrillantada y veloz de Shakespeare, y otros clásicos, de la cultura de Estados Unidos (que siempre termina siendo la universal) como su reconstrucción de ese palacio que es El gran Gatsby. Luhrmann ahora cuenta a Elvis, un biopic que busca narrar la vida, obra y repentina muerte de la más famosa estrella de rock nacida en los Estados Unidos. El mito fundante convertido en una pieza más de la orfebre forma de Luhrman de saturar y exponer. Su elegido fue Austin Butler, un actor que en este caso llega incluso a cantar con su propia voz las primeras canciones del Rey. Y se suman varios nombres, donde se destaca Tom Hanks como el famoso Coronel Parker, el manager con pésima fama y cuyo extraño y complicado vínculo con Elvis define en gran parte lo que Luhrmann quiere mostrar de Estados Unidos en su nuevo film. Luhrmann comenta al respecto. “Fue una especie de casamiento tóxico, que en un comienzo fue puro candor y pura energía, y que después se convierte en algo que comprime y que destruye”.
En conferencia de prensa, el mismo Luhrmann ha dicho: “Elvis es el primer superhéroe norteamericano. Alguien que sale del barro y que el mundo descubre como su salvador, como un ideal, como un misterio. Pero, al hacer este film, la pregunta era: ¿cómo contar a Elvis sin canibalizarlo? ¿Cómo recorrer todo su camino sin explotarlo? Y mi respuesta fue usar a Elvis como un lienzo, uno perfecto, uno soñado, para explorar dos ideas cruciales a Estados Unidos: el show, la construcción buscada e intencional del mito, del fenómeno, del creador de identidad y tendencias, y, por el otro lado, lejos de lo lúdico pero fundamental para entender el entretenimiento, el negocio. Cuando el segundo pisa al primera, y demasiado, es cuando se suele dar la tragedia. Pero su tensión define una forma de Estados Unidos de contarse y de, claro, ser percibida”.
Uno de los aciertos de Luhrman, es Austin Butler. El actor se enteró que Luhrmann avanzaba con el proyecto y le envió un tape interpretando Unchained Melody, la canción que Elvis le cantará a su difunta madre unos meses antes de morir. Pero ahí aparecía otro problema: ¿cómo ser aquel que todos conocen?”. Austin Butler sostiene en la misma conferencia de prensa: “No hay un momento de tu vida donde no sepas quien es Elvis, al menos si naciste en Estados Unidos. Siempre está ahí, en el aire, en la cultura, en la clase social que sea. Entonces con Luhrmann nos empezamos a preguntar sobre que podíamos hacer. Él me dijo que se iba a tratar de un balance, que no íbamos a recrearlo pero que sí era importante canalizar la energía que Elvis podía generar. Entonces trabajamos eso, y por otro lado, elementos más puntuales y pequeños que los famosos gestos que podemos ver en cualquier convención de mega fanáticos: ¿qué hacen sus ojos cuando canta? ¿qué hace su boca o su cabeza? Es decir ¿qué hacían esos fragmentos de Elvis que el cine puede capturar como ningún otro medio? Me pasaba que en varios momentos era demasiado, era mucha información para mi cabeza y para llevar a cabo en escena y frente a la cámara”.
La velocidad de baz. Una de las características inmediatas de Luhrmann es su velocidad a la hora del montaje, que ha sido identificada como uno de los rasgos claves de su cine y que aquí echan una luz nueva a eventos muy famosos de las vida de Elvis, como su llamado “Elvis 68’ Comeback Special” o sus shows en Las Vegas. A la hora de hablar de esa particularidad de cine, Luhrmann cuenta: “Suelo trabajar siempre con dos editores, Matt Vila y Johno Redmon. Por supuesto, ellos también tienen un equipo, porque trabajar así es algo que por supuesto se hace de a muchos. La manera en que la percibo, y que ha caracterizado a mis films, implica leer la edición como una forma de escritura; no tanto una herramienta, sino las reales formas que adquiere el film. Sé que lo que digo no es una novedad, pero al ser un recurso tan presente en todos mis films, se entiende que siento algo muy fuerte por lo que el montaje puede crear, por lo que dice del cine. La película se sigue escribiendo en el montaje en mi mundo. Por ejemplo, de Elvis tengo una versión que dura cuatro horas. Pero sé que tengo que cortarla: hago películas para el cine, películas que crucen generaciones. Y está era la gran ópera americana, la historia que había querido contar durante gran parte de mi vida. Es la historia que quiero que todos vean, que lleve gente a los cines”.
Uno de los factores importantes del film es no darle la espalda a una de las críticas más fuertes a la leyenda, que tienen que ver con relación complicada de Elvis con la cultura de color. Muchos lo han acusado de apropiación de la música de los ghettos, donde se crió, y también lo han mostrado como un suceso que lo fue tal, precisamente, por su rostro blanco. Luhrmann no escapa a eso, y de hecho pone en escena nombres como Big Mama Thornton, B.B. King y Little Richard. Luhrmann: “Para mí era importante poder contar ese vínculo con la cultura negra, porque podía generar lecturas tan variadas, que hoy pueden generar visiones tan contrapuestas. No es que tenga que ser algo, pero su épica, su mito, resuena en todos los problemas de una cultura muy conflictiva. Entonces, ahí empezamos a mostrar lo que quedaba en el camino, lo que podía generar en toda la sociedad, no solo lo que hacían sus caderas, no solo su tragedia personal, no solo los momentos míticos. Elvis es una forma de invitación a leer la cultura americana. Esquivar aquello que se daba a la hora del racismo era una idea que nunca siquiera pasó por mi cabeza.”
Se puede ser superficial al respecto pero muchos sitios en la vida de Elvis son ahora icónicos: su residencia en Las Vegas, sus presentaciones en Ed Sullivan, su mansión Graceland y así la lista. El film recrea esos sitios a la manera de la vieja escuela, con cientos de extras con sets enormes. Tom Hanks cuenta la historia de un momento particular: “Recuerdo cuando hicimos el primer concierto en Las Vegas. Estaba sentados en una mesa que imitaba las clásicas mesas de aquel lugar.
Estoy sentado entre 200 extras. Ya me preparé durante horas. Pero todos esperaban a Austin Butler. Y de repente, invocando algo muy poderoso, Butler sale, obviamente caracterizado como Elvis. Se levanto la cortina y no lo podíamos creer. Hicimos muchas tomas y en cada una de ellas pensaba: ‘Ahí está el Rey’. Eso fue muy salvaje. Muy poderoso. Fue uno de los días más felices que tuve en un set de cine en toda mi vida. Y eso muestra lo que hemos logrado con esta creación de Baz Luhrmann, y es algo de lo que todos estamos muy orgullosos”.
La guitarra del mejor
Gibson es una marca como ninguna otra a la hora de las guitarras. Junto a Authentic Brands Group (ABG) y Elvis Presley Enterprises han generado dos guitarras acústicas. ¿Por qué eso sería noticia en este momento del mundo? Bueno, primero, el estreno de Elvis, y segundo porque la misma película permite apreciar la fuerza de la música y su guitarra. Las guitarras en cuestión son la Gibson Elvis Dove (en acabado Ebony) y la Gibson Elvis SJ-200. Elvis es uno de los nombres que han escrito parte de la historia del rock con una Gibson. La primera guitarra mencionada está basada, como el film de Luhrmann, en parte de la vida de Elvis: en este caso, la historia, y la guitarra, que le regaló su padre, Vernon Presley, y que Elvis tocó en el primer lustro de los años 70. ¿Dónde por ejemplo se la vió? En el mítico Aloha From Hawaii. Hasta una anécdota cuenta que Elvis, en 1975, le regaló la Gibson Dove a un fanático, para asombro imborrable de todos los asistentes. La SJ-200 es una de las guitarras del combo, y es una acústica basada en la pasión del nacido en tupelo, precisamente, por las acústicas. En este caso, el instrumento está basado en una acústica que le regalaron a mediados de los años 60. Ambos instrumentos dejan en claro como todo aquello que Elvis tocó se ha convertido en terreno del mito y del eterno retorno. Así su leyenda vuelve hoy, décadas después de su muerte, a hervir, a generar una belleza que solo los cruces que definieron a Elvis pueden generar. El actual fll, estas guitarras y todo el fenómeno que se ha desarrollado confirman que todavía queda mucho que saber de la leyenda que nunca, pro nunca, deja de rockear.