ESPECTACULOS
Luis Machín

“Fue salvador poder trabajar en esos momentos”

Actor de cine, teatro, televisión y ahora también en las plataformas, analiza sus dos próximos estrenos en la pantalla grande y en la chica.

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Potencia. Machín se confirma cada día más como uno de los actores más versátiles del cine nacional y de sus escenarios. | nestor grassi

Ana Seoane 

Apenas con una semana de diferencia el actor Luis Machín protagoniza dos películas nacionales y en ambas están los perros en sus títulos. Ya se lo puede ver en Perros del viento creación de otro rosarino como Machín: Hugo Grosso. Comparte la ficción con parte de su familia, como su esposa Gilda Scarpetta y su hijo Lorenzo, también en papeles importantes están Roberto Suárez de Uruguay, Estrella Zapatero de España y los argentinos Carlos Portaluppi y Marta Lubos. También ya se lo puede ver en protagónico en Siete Perros del cordobés Rodrigo Guerrero y el elenco de la película se completa con las participaciones de Maximiliano Bini, Natalia Di Cienzo, Paula Lussi, Eva Bianco, Paula Hertzog, entre otros.

Actor de cine, televisión y teatro confiesa casi como un guiño: “Después de la película adoptamos un perro. De chico, en Rosario tuve varios, pero también otro tipo de mascotas, como cuises (roedores) y teros. Recién ahora nos trajimos uno cuando filmamos Perros en el viento. Le pusimos Tato y tiene algo más de un año.”

—En Perros del viento se muestra como se suicidan en el Parque de España de Rosario: ¿desde cuándo sucede esto?

—Se comienza a dar en los años noventa. Uno de los primeros perros que se tiró fue el de mi profesora de inglés. Se investigó y se habló con el veterinario el Dr. Carlos Cossia, quien atendió más de treinta casos, entre ellos al perro del ex gobernador, Antonio Bolfatti. Se matan al lanzarse al vacío y muy pocos sobreviven. Nadie sabe muy bien qué les pasa. Algunos dicen que es un portal a otra dimensión. Existe un puente en Escocia donde sucede lo mismo. Hay sospechas que el viento se arremolina creándose un silbido y los únicos que lo escuchan son los perros. Otros dicen que corren a los pájaros, sin notar que ya no hay más superficie. 

—¿Cómo fue filmar en tu ciudad natal (Rosario) con tu familia?

—Casi una especie de circo rodante. Ya me había sucedido cuando filmé Milagro de otoño de Néstor Zapata, donde también participaron mis hijos, incluso Aurora, la más chica. En este caso fue en tiempos muy difíciles, todavía no estábamos vacunados y había pandemia. Hubo muchísimos cuidados. De alguna manera fue salvador poder trabajar en esos momentos. El guión llegó primero a manos de Gilda (Scarpetta) y quise sumarme, pero esto fue hace diez años. Se fue postergando por falta de subsidios.

—Perros del viento en Rosario y 7 perros fue filmada en Córdoba…

—Sucede en Córdoba pero podría pasar en cualquier otra ciudad. Esta es una historia más centrada en un mundo más reducido. Muestra a un hombre con pocas expectativas por fuera de sus perros. A su manera está contento con esa vida, pero se ve interferida por el afuera, sus vecinos. Es una película que me conmueve mucho y me motiva empatía. 

—¿Qué balance hacés de tus trabajos para la televisión?

—Me permitió siempre explorar mis posibilidades como actor de manera muy amplia. Estás como permanentemente ensayando. Son muchas horas de actuación. La de las tres novelas diarias es una televisión que se diluyó. Ahora son las plataformas y su lenguaje se parece más al cinematográfico. De aquella televisión recuerdo que grabábamos ocho horas por día. Nos daba horas de vuelo permanente. Jamás desmerecí a la televisión como espacio de trabajo. Me mantenía muy activo. 

—¿Cuáles fueron tus últimos trabajos para las plataformas? 

—Grabé Diciembre 2001, dirigida por Benjamín Ávila donde interpreto a Domingo Cavallo, que se emitirá por Star Plus. También participé de El hincha de Alejandro Ciancio, para Flow y Canal 9. Antes los actores argentinos estábamos acostumbrados hacer cine, televisión y teatro a la vez. Si hacías una tira diaria sabían que de miércoles a domingos tenías función y te liberaban las noches. Ahora como el formato ya no es más diario, son historias de diez o trece capítulos por temporada y se filma fuera de los decorados, las plataformas te obligan de lunes a lunes en los horarios que dispongan.  

—Hiciste de Hitler y hace poco de Cavallo. ¿Cómo se compone a personas tan conocidas?

— En el caso de Hitler lo interpreté para la serie Edén (2012). Lo más complejo fue que debía hacerlo en alemán con acento austríaco. A Cavallo lo tenemos cerca y convengamos que sus ideas económicas están muy presentes. Es alguien que tiró muchas semillas. Siempre me despertó curiosidad, más allá de su ideología. No soy imitador y como intérprete debo hacerme un poco de esa alma, esa estructura emocional. Hasta pensé en tomarme un café con él, para ingresar más en su mirada y en sus tiempos. En la serie está el momento en que declara el corralito. Debí hacer el discurso, busqué sus inflexiones y pausas. Lo que me resultó atractivo de componer fue su mirada, ya que nunca está donde está. Se nota que es muy trabajador, aunque estoy en una vereda opuesta. Es un obsesivo, para fines que destesto, pero hay que reconocer que no es un vago. 

—¿Qué pasó con el estreno en marzo del 2020 de La gesta heroica de Ricardo Bartís en el Cervantes?

—Parecería que se conocerá en mayo del 2023. Confirmaron un mes y medio en la sala oficial y después casi seguro continuaríamos en otra. Previamente voy a hacer La última sesión de Freud de Mark St. Germain, con dirección de Daniel Veronese. En el 2012 hice de C.S. Lewis, pero ahora interpretaré a Freud, papel que estrenó aquí Jorge Suárez, con quien compartí escenario. 

—Entre el 2020 y parte del 2021, ya que en tu casa son todos actores: ¿se cuestionaron la profesión?

—A esta altura de la vida es muy difícil pensar en otra. Aún pagamos las consecuencias, pero por suerte estamos todos vivos. Tuve mucho miedo, con hijos pequeños, estaba aterrado a que nos pasara algo a Gilda o a mí. Trataba de hacerme el espacio para generar recursos y poner la cabeza en un lugar de vida, porque todo era muerte. Como padres no me podíamos permitir la depresión. Con respecto a nuestro sector artístico, estuvimos bastante a la intemperie. Hasta que el estado tomó medidas pasó mucho tiempo y hubo burocracia. Los otros días hablé con los actores españoles de La Zaranda y ellos cobraban un seguro de desempleo. Nosotros si no te repetían algún programa en la televisión abierta, no cobrábamos nada. Los que siempre estuvieron ayudando fueron la Asociación Argentina de Actores y SAGAI, incluso repartieron bolsones de alimentos. Lo recordaré como los años más difíciles que tuvimos que atravesar. 

—¿Creíste que saldríamos mejores de la pandemia?

—No. El que es mala persona es consecuente hasta el final y el que era bueno siguió siéndolo. No tuve esperanzas. Por el contrario, siento que se acentuó esa falta de sentimientos. Quedó muy claro no sólo aquí, sino en el mundo. Se vencían vacunas porque no se aplicaban ya que se fabricaban más de las que necesitaban y no fueron capaces de dársela a otros países que no tenían. Habla del individualismo llevado a niveles demoníacos.

 

La desilusión de la alfombra roja
La película Siete perros del cineasta cordobés Rodrigo Guerrero participó del Festival del Cairo, donde el presidente del jurado era Emir Kusturica. Cuando se le pregunta por esta experiencia Luis Machín dice: “Estuve a punto de viajar, pero un día antes se dictaminó que por la variante Omicron el que volviera de África debería hacer quince días de cuarentena. En ese momento estaba grabando la versión de El clan para México y tenía autorización por muy pocos días. Nunca estuve en ningún festival internacional. Me daba mucha ilusión y curiosidad poder participar de un evento como ese. Pero debí dejar mis valijas y el smoking preparado para la alfombra roja”. 

En Perros al viento trabaja en familia, ya que en papeles muy importantes también están su esposa y su hijo mayor. Reflexiona: “Ya lo había vivido en Milagro de otoño de Néstor Zapata. En ese momento Lorenzo tenía nueve, ahora lo encontró con doce años. Decidimos leer las escenas en casa y los estados que atravesábamos a partir de la historia que se cuenta. Pero siendo muy conscientes que en el set se definiría todo. Hoy me conmueve ver a un actor muy joven frente a mí” 

Con numerosas películas filmadas como Un oso rojo, La mosca en la ceniza, El mural o El espejo de los otros confiesa que se siente más reconocido en el mundo teatral que en el cinematográfico. Subraya: “El único premio que tengo se llama Leonardo Favio y me lo entregaron por un cortometraje que hice con guión de Alejandro Dolina, en 1991. El cine me esquiva un poco”.