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Las series hardcore hacen su negocio

Desde El marginal 3, Monzón, Apache, Un gallo para Esculapio 2 y El Tigre Verón hasta Puerta 7, Entre hombres y la biopic de El Gordo Valor, dan resultado en el público: son las ficciones de moda. Hablan el director Caetano, los productores Andrasnik y Culell, y los actores Cremonesi y Staltari.

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Los miembros de ‘los Back Street Boys’, los asesinos y narcos de ‘Apache’. El marginal 3 tuvo escenas de asesinatos por asfixia, atropello, golpes y amputación. Muerte en El Tigre Verón. Fonzi y el elenco principal de Puerta 7. Cremonesi en Monzón y Goity en Entre hombres. El jardín de bronce en HBO y Un gallo para Esculapio. | hbo / cedoc / netflix / el trece

Más allá de la calidad de las producciones, críticas y comentarios, y como dice el refrán popular, “sobre gustos no hay nada escrito”, lo cierto es que las series de contenido hardcore tienen un público ávido por consumir historias con altas dosis de crudeza en las diferentes ficciones realizadas en nuestro país. A la larga lista de 2019, que encabezan las exitosas El marginal 3 (TV Pública), Apache, la vida de Carlos Tevez (Netflix), Monzón (Space), El jardín de bronce 2 (HBO), El Tigre Verón (El Trece, TNT, Cablevisión Flow), el año que viene la pantalla chica y las plataformas streaming sumarán más historias duras, amparadas bajo el género policial.

Marcelo Tinelli, con su productora La Flia Contenidos, y Pampa Films adquirieron los derechos de la historia del delincuente Luis Alberto “el Gordo” Valor para grabarla en formato de diez episodios y con Nacho Lecouna como jefe de producción. Marcos Osorio Vidal, el guionista más requerido de los últimos años, cuenta el proceso creativo de la serie del Gordo Valor: “Vamos una vez por semana a la casa de Valor, lo entrevistamos durante tres horas, y también a su señora para tener la otra mirada, y a veces nos quedamos a comer y nos cocina milanesas. Charlamos con policías. Ya tenemos una Biblia”, revela Osorio Vidal, y reflexiona sobre la seducción de este tipo de series: “La violencia es atractiva, vende, y vende mucho más desde lo policial que desde lo marginal. La violencia es seductora, la gente se sienta a ver eso, ya lo sabe, porque si en True Detective ponés una escena de comedia dejan de mirarla”, agrega el guionista de Apache, El jardín de bronce, El Tigre Verón, Farsantes y Sueño bendito, la biopic de Maradona que graba Amazon.

El jueves finalizaron las grabaciones de Entre hombres en zona sur del Gran Buenos Aires. Se trata de una ficción policial escrita por Germán Maggiori (autor del libro) y protagonizada por Claudio Rissi, Nicolás Furtado, Gabriel Goity, Diego Cremonesi, Diego Velásquez, que mostrará asesinatos y descarte de cuerpos en el primer episodio. Se estrenará entre abril y junio del año que viene en HBO. Diego Andrasnik, productor ejecutivo de Pol-ka, la casa productora del proyecto, como sucedió con El jardín de bronce 1 y 2, afirma que “Entre hombres hace un salto hacia una poética de la violencia de los 90, entre bandas y policías corruptos, y se mostrará la vida de personajes que conviven en ese ámbito muy violento”. Andrasnik, también cabeza de equipo de producción de El Tigre Verón, admite que “hay más violencia en El Tigre Verón de lo que había en El puntero, que era más solapada, más distribuida, no tan directa, y es cierto que convivimos con violencia mucho más presente que en aquel entonces, y los que hacemos ficción debemos tener cuidado que la violencia no se convierta en pornográfica”.

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Pol-ka también fue productora de Netflix en Puerta 7, la ficción protagonizada por Dolores Fonzi, Carlos Belloso, Esteban Lamothe, Juan Gil Navarro, Antonio Grimau y Daniel Aráoz que, con una trama escrita por Martín Zimmerman, desandará el violento, oscuro y corrupto mundo de los barrabravas. El personaje de Fonzi es una presidenta gay de un club del Conurbano que les declara la guerra a los barras de la institución deportiva. Puerta 7 ya se grabó bajo la dirección de Adrián Caetano y tendrá segunda temporada para grabar el año que viene. Por su parte, Amazon empezó la investigación sobre los barrabravas para tener su propia ficción del mundo marginal e ilegal, y la rudeza que rodea al fútbol, el año que viene, y competirle por el público al gigante de la N.

Monzón, la serie, tuvo 13 episodios en Space, y la historia giró en torno del vínculo agresivo entre Carlos Monzón y Alicia Muñiz, que terminó con el primer femicidio mediático argentino. Diego Cremonesi interpretó al fiscal del caso, pero se lo ve como miembro de la banda de El Tigre Verón, fue el Cuis, un cantante de cuarteto de El marginal que sufría tortura dentro de la cárcel, fue Roque en Un gallo para Esculapio 1 y 2, y es uno de los personajes principales de Entre hombres. “Mi personaje de Entre hombres es ultraviolento, potenciado por un problema psiquiátrico. Está más cercano a un tipo violento como Monzón, de conocer la cocina de por qué termina pasando eso. En El marginal tiene una violencia ya propia del género carcelario en sí, que juega con la violencia extrema, que avala que puede haber un decapitamiento como en una película de terror. Un gallo... tiene una violencia profunda, del origen, la que te podés encontrar en un peaje. Y en El Tigre Verón hay violencia más visceral, animal, más que nada en el personaje de Marco (Caponi, Fabito Verón), no es un patovica pegando, le cuesta llevar esa violencia y sufre cargándola. El mío, el Tano, no es violento pero termina siéndolo, y una parte más miserable, en la confusión, lo lleva a elegir lo violento”.

En el segundo episodio de El marginal 3 le cortaron todas los falanges de una mano a un miembro de La Sub 21 que estaba robando droga a los Borges. Ese episodio midió 10,3 puntos de rating en la TV Pública, la vieron casi un millón de personas y fue treding topic en Twitter. A lo largo de la serie producida por Underground y la emisora oficial hubo escenas de apuñalamientos, asesinatos por asfixia, golpes y atropello con un vehículo, y hasta enterraron vivo a un personaje  “El éxito tiene que ver con el morbo, ver qué les sucede a los presos dentro de una cárcel, y muchos creen que pueden estar ahí por cómo está la Justicia y la regla que lleva a que muchas personas terminen delinquiendo, y de algún modo la gente se siente cercana, asombrada, y le teme, pero a la vez le da curiosidad. Y los villanos, desde el punto de vista dramatúrgico, generan una fascinación especial, una fascinación del mal, ese costado oscuro que todos los humanos tenemos”, responde Pablo Cullel, director de Producción y Contenidos de Underground.   

Ariel Staltari, protagonista y coguionista de Un gallo..., suma: “La violencia que se ve en las ficciones es mostrar cómo se está viviendo, no solo por este gobierno, sino por una sociedad de consumo donde los valores están al margen y la gente está esquivando el foco en la superficialidad, con el existencialismo, el materialismo, y nos alejamos cada vez más de la esencia del ser y ahí se engendra la violencia. Y no tiene que ver con clases sociales: un juez, un cirujano, un kiosquero tienen el mismo grado de brutalidad. Y como producto y negocio da resultado, por algo se siguen haciendo series con esos niveles de marginalidad, violencia y oscuridad”.

 

“La clase media necesita estigmatizar todo dentro de lo marginal”

Adrián Caetano es director general y coguionista de Apache, la vida de Carlos Tevez, la excelente biopic de Netflix sobre la difícil vida que tuvo el jugador de Boca Juniors en el barrio Fuerte Apache hasta su debut en Primera. Caetano obtuvo este año el Martín Fierro a mejor director por Sandro de América, y como cineasta su último film fue El otro hermano, con Leonardo Sbaraglia, Daniel Hendler y Alejandra Fletchner. Dirigió Pacto de sangre para Netflix Brasil y terminó de grabar Puerta 7, una serie sobre los barrabravas que estará disponible en el menú del gigante de la N en 2020.  

—¿Qué balance hacés de “Apache”?

—Hasta el momento sigue por encima de nuestras expectativas. Recién la serie está llegando a toda Latinoamérica. Aún hay mucha gente que no la vio y falta el resto del mundo. Por ende, su repercusión. La serie nos sorprende día a día, todo son buenas noticias, estamos contentos y fortalecidos con eso.  

—¿Qué fue lo más difícil de grabar durante cuatro meses y medio en Fuerte Apache?

—El principio y el final. Cuando uno entra es todo un descubrimiento, una nueva experiencia. Al menos así trato de vivirlo. Esa primera instancia es por demás enriquecedora, es el inicio de un método de trabajo que implica conocer al equipo que te va a acompañar, tanto artístico y técnico, como de producción. Y ser permeable con ese descubrimiento, permitir que eso se vea en la serie, si no, ¿para qué vamos a ir a Fuerte Apache si no es precisamente para conocer, sentir el lugar donde había nacido y vivido el protagonista de la serie? Había que ser necio para no hacerlo. Y eso lleva un tiempo, breve, de compromiso con todo ese entorno humano y geográfico; arquitectónico en el caso del fuerte. Empezamos investigando los orígenes del barrio. Las primeras charlas con los vecinos eran sobre eso: cómo habían llegado, cómo era el barrio en esa época y cómo era ahora. Es ese trabajo que, si bien no es grabar, es el que sienta las bases para que eso suceda de manera natural casi. Y también irse de ese lugar es doloroso: se va parte de todos nosotros en esa despedida.

—¿Hay una irresistible atracción del público por la violencia y mundo marginales en la ficción?

—Es una pregunta para el público. Parece ser que el único atractivo que tienen estas series son lo marginal. No se tienen en cuenta ni los guiones, ni la realización, ni los mundos que se descubren dentro de este gran mundo a los ojos de un pensamiento de clase media retrógrado que necesita estigmatizar todo dentro del concepto de lo marginal. Responder esto sería reducir todos estos mundos como una cuestión social. La idea de que la Argentina termina en la General Paz está presente en esta pregunta. La mayoría de los habitantes de la Argentina están más cerca de las historias que transcurren en estos lugares que de alguien de Palermo. Y mucho más lejos de cualquier rico. Tampoco se ven los vínculos entre las personas y sus relaciones. Cada uno ve lo que quiere ver, lo que busca o lo que encuentra a mano de su formación intelectual. La clase media, aspiraciones intelectuales de segunda mano, solo ve marginales, se detiene en la violencia y la droga y no ve más allá de esos prejuicios “progresimios”. Generalizar y amontonar es estigmatizar.