Hacer un musical es una deuda pendiente”. Esta frase inicia el diálogo con Sergio Surraco, uno de los integrantes del elenco de La fiesta de los chicos de Mart Crowley. La dirección es de Ricky Pashkus y Surraco comparte el escenario del teatro Astral con Fer Dente, Nicolás Di Pace, Tomás Fonzi, Tupac Larriera, Santiago Pedrero, Roberto Peloni, Nicolás Riera y Agustín Suárez. Dice Surraco: “Trabajé con Fernando (Dente) más de un año para Disney en la tira Bía. Me sorprendió mucho Ricky Pashkus: lleva en su manera de dirigir algo del musical. Sabe muy bien lo que quiere”.
—¿Cómo es tu personaje?
—Harold es el que organiza la fiesta y quien cumple años. Está muy preocupado por cómo lo ven los demás y cómo se ve él. Se considera feo y hace mucho estéticamente para verse bien. Es filoso y delicado, no es afeminado. Se ríe de todos y de él, pero a su manera. Le dicen que es una “gélida flor”. Son nueve amigos gays. Nunca hice un personaje así, ni en teatro ni en televisión. La obra no está ubicada ni en Buenos Aires ni en Nueva York. Aunque el texto es norteamericano se buscó que el público se sienta identificado.
—Integrás uno de los elencos más numerosos, a excepción de los musicales
—Estamos muy cuidados. Ensayábamos y nos hisopábamos todo el tiempo. Además cada uno se cuidaba de manera individual, porque somos conscientes de que podríamos perjudicar al grupo. Tenemos que seguir y solo pararemos si hay restricciones. Es un acto de resistencia, es necesario mover la rueda, si no volvemos a cerrarnos. Hay normativas y hay que respetarlas. Estipulamos la posibilidad de tener que frenar, por si aparece una tercera ola. Esperamos que esto no ocurra, ya que muchos ya estamos vacunados. A mí me dieron una primera dosis.
—Interpretaste textos clásicos: ¿cómo elegís hoy actuar?
—Creo que los autores clásicos forman parte de cualquier carrera de un actor. Es conocimiento de un lenguaje. Tengo la suerte de haber transitado y haberme formado para eso. Hoy hay menos textos clásicos. A mí los que más me gustan son los norteamericanos, tal vez porque estudié con Agustín Alezzo, prefiero a Arthur Miller o Tennessee Williams y otros también más cercanos como Terence McNally de Madres e hijos, e incluso esta que presentamos. Siento que los norteamericanos son menos psicológicos y más directos.
—¿Y tu vocación por la dirección teatral?
—Estoy adaptando con un amigo, Gustavo Bassani, un texto sobre el peronismo y la clase media. Serán muchos actores y es muy difícil llevarlo al escenario. Estamos trabajando vía Zoom y queremos presentarlo para ver si el año que viene lo podremos estrenar. Tengo una edad en la que quiero volver a dirigir: algo que hice muy joven.
—¿Cómo fue tu 2020?
—Fue un año parado. Dirigí un streaming para Perú, era un proyecto que unió a varios países, como España, Argentina y México. Elegí la obra Acto gratuito de Gonzalo Demaría. Jugamos con la tecnología que teníamos a mano. También la Fundación Sagai llamó para que contáramos cuentos, vía Instagram, elegí El barril de amontillado de Edgar Allan Poe. Por suerte tenía ahorros, gracias a que había hecho Bía para Disney. Íbamos a grabar la tercera temporada y se suspendió. La pandemia nos quitó un año de trabajo, a otros la vida misma. Son muy pocos los actores que tienen espalda, los otros necesitamos continuidad. Por la pandemia y al estar encerrado, me di cuenta de que soy un afortunado: vivo de lo que amo. Confirmo que soy actor, me gusta crear mundos, tanto sobre un escenario como dirigiendo. Uno siempre se replantea la profesión, más en nuestro país donde nada es constante.
Un film conurbano
Está entusiasmado ya que desde hace algunos meses, protocolos mediante, Sergio Surraco empezó a filmar. Está terminando En la cabeza de papá. Dice: “Es una película de pocos actores, pero la estamos pasando muy bien. Es una linda historia donde mi padre es interpretado por Mario Alarcón. Una comedia dramática que filmamos en una casa toda abierta. Está la gente de catering al aire libre y muy pocas personas en cada rubro, como cámaras, luz o sonido. Nos hisopamos y casi todos estamos vacunados. Estamos lejos unos de otros, hace mucho frío y nos sacamos los barbijos solo para las escenas”.
Terminó en junio las grabaciones de otro film nacional: Conurbano, de Pablo Yotich. Subraya: “Estamos casi todos en esa película. Mi personaje se llama Lagarto y filmábamos al aire libre. No hubo ni un solo caso de contagio. Nos alegra que podamos trabajar con todos estos cuidados. Hay muchos compañeros sin trabajo, pero están dando muchos subsidios para filmar”.
Concluye: “En la televisión abierta no me llaman. Tal vez no me vean para esos personajes, por eso no me convocan. Quizás si sos un influencer, con muchos seguidores, eso ayuda. No quiero decir que no puedan ser buenos intérpretes. No soy un actor muy activo en las redes. Creo que hay oportunidades para todos, en momentos normales. Hay mucho movimiento en el cine y también se están filmando varias series. Se está volviendo a la actividad por medio de Netflix, Amazon y otras plataformas. Hay muchas familias que necesitan estos ingresos”.