HUMOR
El hombre del da

Cunelli es pobre pero honrado

Un verdadero ejemplo de vida para toda la juventud argentina.

default
default | Cedoc
La información sacude la redacción: recibimos un llamado de un tal Gregorio, diciendo que quiere participar de la sección El Hombre del Día. Su argumento: gana 756 pesos sin los descuentos y llega a fin de mes, incluso, para ahorrar algún dinero.

¿Cómo hace para llegar a fin de mes? ¿Cómo hace para ahorrar? ¿No nos prestaría algunos pesos?

El hogar de Gregorio nos produce un sentimiento equívoco. Se trata de un galpón de extraño aspecto, ubicado en el conurbano. De él entra y sale gente, camiones, punteros políticos, autos oficiales. Un señor de traje a rayas nos conduce frente a Gregorio, un muchacho de aspecto tranquilo, que parece sentirse incómodo, quizás porque está sentado sobre una tan antigua como temblequeante caja PAN.

“Me llamo Alberto Matello, y soy el vocero de Gregorio”, se presenta el de traje a rayas.

Consultado sobre cómo hace una persona que gana el sueldo mínimo para tener su propio vocero, el de traje sostiene orgulloso: “¿Vieron que no es tan poca guita?”.

“Es buena plata -afirma Matello, ante la cara de nada de Gregorio-. Incluso, él está logrando ahorrar lo suyo. Ya me dijo que, si logra juntar un par de meses más, rompe el chanchito y le cambia el pañal a su bebé de 10 meses”.

“El secreto está en saber administrar el dinero y, sobre todo, los recursos -continúa Matello-. Por ejemplo, con los envases descartables de gaseosa, Gregorio fabricó sus propios vasos, y a su esposa le confeccionó unos eróticos corpiños…”, dice Matello, mientras Cunelli mantiene su mirada aburrida.

Miramos a Gregorio para que confirme o desmienta la información, pero no nos presta atención, ocupado en que la caja PAN  no termine de romperse y él caiga de bruces sobre el señor de anteojos negros que, parado a su lado, lo mira con aire amenazante.

“Y te digo más –continúa el de traje a rayas-, Gregorio está entusiasmado con la posibilidad de que a fin de año aumente el mínimo. Si llega a pasar a 800, como dicen, ¡va a tirar la casa por la ventana… el día que tenga ventana!”

La charla termina. Nos levantamos, pero Gregorio no lo logra, ya que la caja cede bajo su peso y cae estrepitosamente entre fideos viejos y latas abolladas. Lo ayudamos a levantarse, y nuestro instinto periodístico nos ayuda a aprovechar el momento y preguntarle: “¿Está contento con lo que gana?”. El hombre se sincera: “Y, fierita, más o menos. Por venir a gilear acá ahora con vos, el puntero del Pingüino me tiró un Plan Trabajar, el pancho y la coca…”

No pudimos escuchar más, ya que en ese momento, el de rayas y el hombre de anteojos negros meten en la caja PAN a Gregorio y se lo llevan, lo que nos impide despedirnos definitivamente de nuestro hombre del día.