Ella nunca se retocó nada, ni una arruga, ni la pata de gallo, ni se estiró la carne que le sobra en el cuello, ni se hizo lipoescultura, ni se aplicó botox y ni mucho menos se tocó el busto.
Sin embargo, el de ella es todo un símbolo, y se llama “Marianne”, que en 1970 se convirtió en un emblema de la República Francesa. Y el otro, tomó un destino más frívolo, se emplazó en las costas de Buzios, frente al puerto de es bello pueblito de pescadores donde reina el hedonismo.
El tema de los bustos de Bardot se recordó el jueves 28, cuando la actriz francesa celebró su cumpleaños número 72 y el aniversario de fundación para la protección de animales que ella preside desde hace 20 años. La Fondation Brigitte Bardot, con sede en París, combate la caza de focas, el comercio de pieles y el toreo.
Bardot se despidió definitivamente de la industria cinematográfica en 1973, fue considerada el sex symbol por antonomasia y hoy le se planta en la vereda del frente, porque la mujer algo entendió: los años no vienen solos. Bien por esta dama antifashion.