Unas 60 organizaciones no gubernamentales uigures, tibetanas, de Hong Kong, de China continental e internacionales relanzan el debate sobre las violaciones de libertades públicas y derechos individuales atribuidos al gobierno chino, tras la visita al país de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
En ese marco, Rafael Viana David, del Servicio Internacional de Derechos Humanos (ISHR), habló en exclusiva desde Ginebra sobre la visita de Bachelet a China y las violaciones de Derechos Humanos que se denuncian.
PERFIL: El publico hispano parlante a veces no conoce muy bien de las violaciones de Derechos Humanos que se dan en Asia y en este caso de China. ¿Esta visita de Bachelet a China cómo sucedió? Bachelet estaba precisamente elaborando un informe de presuntas violaciones de DDHH en China, que tuvo idas y vueltas con respecto a la publicación de ese informe, y ahora después de esta visita no sabemos en qué quedó.
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Para contextuallizar esta visita, esto empezó en agosto de 2018, cuando un comité de la ONU sobre la eliminación de la discriminación racial, examinó el caso en China sobre casos de detención masiva de por lo menos un millón de uigures y otros pueblos musulmanes en campos de internación con el objetivo de una reeducación política. Esto fue la primera vez que llegó a la ONU y tuvo atención internacional.
Allí Bachelet solicitó, para verificar lo que decían esas delegaciones, un acceso sin restricciones al país. Durante tres años la comisionada reiteraba su solicitud sin tener una respuesta de China. China decía que abría las puertas, pero nunca se concluían las fechas, y decía que no aceptaría una investigación, sólo una visita amigable.
En septiembre de 2021 por primera vez Bachelet reportó que como no podía obtener un acceso, su oficina estaba consolidando un informe que publicaría sobre estas violaciones. Hubo un gran silencio con respecto a esto, y en la última sesión en marzo Bachelet indicó que había logrado un acceso a China, aunque no indicó si era con restricciones y tampoco hizo mención del informe. Hay una falta de coherencia en su visión.
Ustedes son parte de un grupo de unas 60 ONG's atraídos por el problema de las violaciones de DDHH. Han hecho un seguimiento de las reacciones que han ido teniendo los relatores en la ONU, que algunos se han pronunciado. Hubo denuncias con nombres y apellido sobre estas violaciones en China. ¿Cuál es la situación hoy? ¿Cuáles son los resultados de esta visita?
En China la situación es muy preocupante. Hay destrucción de mezquitas, alegaciones de trabajo forzado, una serie de medidas persecutorias que buscan eliminar algunas culturas. Hay cárceles negras de detención en Tibet. Desapariciones forzadas legalizadas por el gobierno chino. Hay un abuso de la ley para justificar la represión de víctimas y abogados de las víctimas.
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Bachelet en la revelación de los resultados de su visita habló de que va a haber una reunión anual entre China y su oficina para analizar la situación y buscar medidas. Ustedes piden un mecanismo del concejo y Bachelet dice que con las conversaciones confidenciales y sin informes es un avance para mejorar la situación de DDHH en China. ¿Cómo se manejan frente a eso?
Nuestro objetivo final es que haya un monitoreo regular en la ONU respecto de los DDHH en China. Hay declaraciones públicas, cartas de las delegaciones sobre el gobierno chino. Pruebas de todo tipo y voces ya en la ONU hablando de esto.
La diferencia con Bachelet es que ella piensa que esto se va a solucionar con una diplomacia privada. Que todo se haga con la puerta cerrada. No sólo por pensar que las denuncias públicas de violencia deben ser públicas, sino porque nuestra experiencia y la de todas las organizaciones internacionales que trabajan sobre esto es que sólo la diplomacia pública y la presión internacional van a poder generar un cambio en China.
JD / CP