En su reciente libro Una globalización anti globalista. Crónicas sobre el populismo de ultraderecha, Gonzalo Fiore Viani explica que Donald Trump articula una pluralidad de demandas insatisfechas, muchas veces contradictorias, de un colectivo amplio que forma parte de su entusiasta base electoral. “Un supremacista blanco, un campesino de Alabama y un trabajador afroamericano desempleado de Detroit pueden ser parte del mismo colectivo, asistiendo a mítines y apoyando fervientemente a Trump”, sostiene.
En diálogo con PERFIL, el abogado y analista internacional es cauto sobre el desenlace de las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre en Estados Unidos, pero no titubea al advertir sobre la influencia que tendrá ese resultado en la escena internacional. “Es complicado tirar un pronóstico sobre lo que pueda pasar en Estados Unidos. El panorama está muy abierto. No daría por perdido a Donald Trump”, afirma.
Según el promedio de sondeos divulgado por el sitio Five Thirty Eight, el demócrata Joe Biden lleva diez puntos de ventaja al republicano en todo el país. Sin embargo, los encuestadores creen que esa diferencia se acortará de acá a noviembre. “Si vemos los paralelismos en la historia, cuando hay caos social siempre los republicanos se ven beneficiados. Por eso Trump se presenta como el presidente de “La ley y el Orden”, agrega Fiore Viani.
—¿Qué pasará con la ultraderecha anti globalización si él pierde? ¿Sobrevivirá?
—En caso de que Trump, pierda, sería un golpe muy duro para la ultraderecha. Sin embargo, mantendrá potencia electoral, sobre todo en Europa. Hay que ver cómo capitaliza el descontento con la economía pos pandemia.
—¿Qué es The Movement?
—The Movement es un movimiento que pretende agrupar a todos los partidos políticos de ultraderecha, del populismo de derecha, que existen en el mundo. A los de Europa y a algunos en América Latina, como por ejemplo al bolsonarismo en Brasil. Eduardo Bolsonaro es el representante de The Movement en América Latina.
-Su líder es Steve Bannon, ex consejero de Seguridad Nacional de Trump. ¿Cómo lo definirías? ¿Qué pretende con este movimiento?
-Bannon es una figura muy peculiar. Viene de un mundo muy difícil de entender: medios alternativos de ultraderecha en Estados Unidos. De repente se encontró que era asesor del presidente más poderoso del mundo y que lo escuchaban algunos presidentes de Europa. Es realmente un fanático y está jugando a imponer su ideología en la mayor parte de los países del mundo. Está tratando de imponer sus ideas. Bannon plantea una discusión intra Occidente que también tiene que ver con el rol que tendrá Occidente en el mundo que viene. Habría que ver cuáles son sus motivos ulteriores.
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—¿Qué rol juega Bannon en América Latina?
—Más allá de Brasil, Bannon empezó muy de a poco a desembarcar en la región. Tiene contactos con José Antonio Kast en Chile; con Cabildo Abierto, la ultraderecha uruguaya de Guido Manini Ríos; también con la boliviana, liderada por los sectores evangelistas del pastor coreano Chi Hyun Chung; y en Argentina de a poco está intentando desembarcar. Tuvo contactos con Cynthia Hotton, con Juan José Gómez Centurión, dirigentes “pro vida”. De todas maneras, lo que pretende en Argentina es acercarse a un sector del peronismo de derecha, porque entiende que el populismo y el movimiento de masas van en Argentina por ese lado. Por ahora no lo pudo hacer.
—¿Qué peronista de derecha podría ser interlocutor de Bannon?
—El que tenía en mente es Miguel Angel Pichetto. Tiene un discurso muy anti inmigración y anti minorías que encajaría muy bien con The Movement y Bannon. Pero no sé cuál puede ser su derrotero político en el tiempo que viene.
—Los grupos vinculados a Bannon suelen criticar al Papa. ¿Es Francisco su antagonista?
—Bannon pretende mostrarse como su enemigo y convertirse en la contrafigura del discurso de integrar, tender puentes, incluir con mirada humanitaria. Es Bannon quien pretende contraponerse como contrafigura. El Papa juega en otra liga y su importancia geopolítica es muchísimo mayor. Son discursos completamente contrapuestos.
—¿Cuál es el tapón para que surjan este tipo de partidos de ultraderecha?
—Una derecha democrática, liberal, tradicional puede impedir que surja este movimiento, porque canaliza sus demandas. Es fundamental que las demandas populares sean canalizadas por un movimiento con otro cariz ideológico. En Argentina ya están canalizada por el peronismo. Ese es un tapón importante. De todas maneras, uno ve lo que pasó en Brasil, donde había un partido de derecha liberal importante, como el PSDB; un movimiento de masas como el PT; y sin embargo, aparece Jair Bolsonaro e irrumpe con todo, en un sistema político detonado por escándalos de corrupción.
—¿Por qué la izquierda no supo explotar este desencanto por la globalización?
—En su versión mayoritaria, un sector importante de la izquierda o del progresismo dejó de tomar en cuenta la demanda de los trabajadores, para concentrarse en otro tipo de agenda de ampliación de derechos de minorías. Perdió de vista una cuestión muy importante: la económica, el desencanto con la globalización. La izquierda en algún momento dejó de tomar esa agenda y prefirió concentrarse en otra. Eso colaboró a que surgiera este movimiento.
FeL