Ucrania y sus socios europeos inauguraron formalmente este miércoles la nueva cúpula metálica que cubre al reactor accidentado de la central nuclear de Chernobyl, concluyendo un proceso que llevó dos décadas. Se trata de la estructura metálica móvil más grande del mundo, que sella por completo los restos del cuarto reactor de la planta nuclear donde tuvo lugar el más grave accidente nuclear de la historia, en 1986.
Con 108 metros de altura y 36.000 toneladas de peso, que podría cubrir por completo una catedral como Notre Dame de Paris, había sido instalada en 2016, con varios años de retraso, y finalizada en diciembre de 2018. La misma garantizará la seguridad del sitio durante un siglo y permitirá el desmantelamiento de la protección instalada a fines de la era soviética.
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El costo de la obra fue de 1.500 millones de euros (unos 1.700 millones de dólares), financiados a través de un fondo especial del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) y el apoyo de 45 países. "Se trata de una nueva etapa en la transformación de Chernobyl en un entorno seguro", señaló el BERD en un comunicado. "Hoy recibimos las llaves de la instalación, creada por el esfuerzo conjunto de decenas de países para proteger a todo el planeta y a la humanidad de la contaminación radioactiva", destacó por su parte el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky.
Un "polémico balance de muertos"
El reactor número 4 de Chernobyl explotó el 26 de abril de 1986, contaminando, según ciertas estimaciones, hasta tres cuartas partes de Europa. Tras esta catástrofe, las autoridades evacuaron a centenares de miles de personas y un vasto territorio, de más de 2.000 km2, fue abandonado. Otros tres reactores de la planta continuaron funcionando tras aquel desastre. El último fue detenido en 2000, lo que marcó el fin de toda la actividad industrial en Chernobyl.
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Las catástrofes de Chernobyl y Fukushima, en Japón (2011), fueron clasificadas de nivel 7 ("efectos considerables para la salud y el medio ambiente"), el nivel de gravedad más elevado en la escala internacional de accidentes nucleares (INES). En 2005, un controvertido informe de la ONU estimó en 4.000 las muertes confirmadas o por venir como consecuencia del accidente en los tres países más afectados por el desastre.
Un año más tarde, la organización no gubernamental Greenpeace estimó en 100.000 las muertes. Por su parte, las autoridades ucranianas informaron en 1998 de 12.500 muertes entre los "liquidadores", como se denominó a aquellos que trabajaron para mitigar los efectos del accidente.