El Vaticano no forma parte del G20, pero mirará de cerca y con detenimiento todo lo que se discuta en el foro que se congregará la próxima semana en Buenos Aires. El papa Francisco mantiene desde que inició su pontificado una tradición instaurada por su antecesor, Benedicto XVI: el envío de una carta al presidente y organizador de la cumbre.
En 2017 su destinatario fue la canciller alemana, Angela Merkel, que por entonces detentaba la presidencia del grupo, mientras que en 2013 fue el presidente ruso, Vladimir Putin, y en 2014 el ex primer ministro de Australia Tony Abbot. Según averiguó PERFIL, hasta ayer el gobierno de Mauricio Macri no había recibido una misiva del Sumo Pontífice con motivo de la cumbre de Buenos Aires.
Si bien la ausencia de Francisco será normal, ya que no fue invitado a la cumbre del G20, los mandatarios no podrán soslayar sus posiciones, que quedaron plasmadas en un mensaje que envió en septiembre al Foro Interreligioso del G20, donde estimó que “los desafíos que tiene que afrontar el mundo en estos momentos son muchos y muy complejos”.
“Deseo renovar una vez más, y ante esta asamblea tan cualificada, mi llamamiento a proteger nuestra casa común mediante la preocupación por toda la familia humana. Una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre cómo estamos construyendo nuestra sociedad, en la búsqueda de un desarrollo sostenible y convencidos de que las cosas pueden cambiar”, escribió Francisco.
“El Papa siempre ha mostrado una gran preocupación por el desarrollo integral, la ecología y el cuidado de la casa común, recogidos en la Encíclica Laudato Si’. Si él estuviera en el G20, hablaría de eso”, explicó a este diario una fuente de la Conferencia Episcopal Argentina, que también incluyó entre sus preocupaciones el drama de los migrantes y refugiados.
Antecedentes. La carta a Merkel, que incluyó “consideraciones muy importantes para mí y para todos los pastores de la Iglesia Católica”, llegó tras un encuentro bilateral en el Vaticano. en respuesta a un pedido de la canciller alemana. “No puedo dejar de dirigir a los jefes de Estado y de Gobierno del G20 y a toda la comunidad mundial un sentido llamamiento por la trágica situación en Sudán del Sur, la cuenca del lago Chad, el Cuerno de Africa y Yemen, donde hay 30 millones de personas que no tienen comida y agua para sobrevivir”, instó por ese entonces.
Cuando el G20 se reunió en Turquía, en 2015, y en China, en 2016, no hubo carta de Francisco. El Vaticano no tiene relaciones diplomáticas con Beijing desde 1951. Recién en septiembre pasado China y la Santa Sede firmaron un acuerdo histórico que implicó el reconocimiento por parte de la Iglesia Católica de los obispos nombrados por el régimen durante las últimas décadas y el compromiso de negociar los futuros nombramientos, a cambio de que Beijing reconociera al Papa como el único jefe de esos religiosos. Con respecto a Turquía, el Sumo Pontífice tampoco envió un mensaje, pero fue recordado durante la cita por Barack Obama, que destacó que pidió que “protegieran a los vulnerables”.
Para Francisco esta reunión tendrá un condimento adicional: se celebrará en su ciudad natal, Buenos Aires.
Llamado a fieles y estadistas
El Papa afirmó ayer que, ante el momento “de complejidad de la vida política italiana e internacional”, se necesitan “fieles laicos y estadistas de espesor humano y cristiano”. Su mensaje, con un fuerte contenido político, fue pronunciado durante una reunión con miembros de la Fundación Giorgio La Pira, un político italiano en proceso de beatificación.
Francisco también se refirió “a quienes trabajan en el sector público”, a quienes instó a “estar atentos a las situaciones negativas que Juan Pablo II llamó estructuras de pecado”. “Estas tentaciones se dan cuando se busca el beneficio exclusivo de una persona o grupo en lugar de los intereses de todos; cuando el clientelismo prevalece sobre la justicia; cuando el apego excesivo al poder obstaculiza el cambio generacional”, dijo.