INTERNACIONAL
Mucho ms que una poltica secuestrada

Ingrid Betancourt, un símbolo de la lucha contra la corrupción y la violencia

El calvario de Ingrid Betancourt fue el de todo un país, que en medio de los secuestros y la violencia veía en ella una luz de esperanza en lo político.

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Secuestrada el 23 de febrero de 2002 en plena campaña hacia la presidencia de Colombia, Ingrid Betancourt Pulecio no sólo es un símbolo del terrible sufrimiento que muchos ciudadanos de su país han padecido por obra y gracia de las FARC. Mucho más que ello, su vida simboliza la lucha contra la corrupción y la violencia que hace rato dominan la vida de los colombianos.

Fue esa constante prédica que ejerciera denunciando las prácticas "sucias" de los gobiernos de su país, justamente, lo que hizo que su secuestro despertara un repudio acaso mucho mayor al que un hecho de esas características debe generar per se. 

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Y es que Betancourt claramente no era una víctima más de las FARC. A esa altura, cuando faltaba muy poco para las presidenciales de 2002 en Colombia, esta mujer de por entonces jóvenes 30 años era sin dudas la gran esperanza de muchos colombianos para terminar no sólo con la guerrilla, sino con todas las corruptelas que hacen del país un verdadero polvorín.

En ese contexto de enfrentamientos armados entre ejército, guerrilleros y narcotraficantes que domina la vida colombiana desde hace décadas, Betancourt tuvo el coraje de denunciar la corrupción enquistada en el gobierno del presidente liberal Ernesto Samper, al que inicialmente apoyara tras regresar de una estada de varios años en Francia a Colombia en 1989.

Pero las denuncias de Betancourt no se limitaron a aquellas que realizó en el Congreso sobre vínculos entre políticos y narcotraficantes. Aún cuando ello le valió en 1996 tener que enviar a sus hijos a vivir con su ex marido francés debido a las amenazas que recibía, sus diferencias con sus copartidarios siguieron quedando cada vez más de manifiesto respecto también de otros temas, como el propio método para combatir a la guerrilla.

En ese sentido, Betancourt siempre abogó por una salida negociada y no violenta, lo que hizo aún menos entendible y más repudiable su secuestro y su larga permanencia como rehén en la selva colombiana.

Así las cosas, la política no tuvo problemas para gritar en marzo de 1997 en medio de una convención que "En el Partido Liberal hay intereses mafiosos". Poco tiempo después, fundaba el "Partido Verde Oxígeno" de Colombia, con el que llegaría a las puertas mismas de la presidencia antes de su secuestro. Un secuestro que no sólo empañó su vida, sino la de todo un país que ahora, quizás, pueda volver a creer. 

(*): redactor de Perfil.com.