INTERNACIONAL

Michel Temer, el Julio Cobos de Dilma Rousseff

El vicepresidente de Brasil tiene una mala relación con la mandataria y su antecesor, Lula da Silva.

La presidenta Dilma Rousseff y su vice, Michel Temer.
| Cedoc

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, vive uno de sus peores momentos como jefa de Estado. Tras los avances de la Justicia en los casos de corrupción que afectan a su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, ahora la Corte Suprema determinó que podrá seguir el juicio político en su contra. Si el proceso de impeachment culmina en su destitución, daría el poder al vicepresidente brasileño, Michel Temer, hasta las próximas elecciones de 2018.

La relación entre Rousseff y Temer está desgastada desde hace tiempo. El año pasado a través de una polémica carta, el vicepresidente brasileño confesó su descontento para con su Presidenta. En el escrito, expresó que la mandataria "nunca" confió en él ni en el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD), movimiento que lidera y principal pilar de la coalición con el Gobierno. Asimismo, indicó que únicamente fue tomado en cuenta en momentos de crisis.

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"Pasé los cuatro primeros años de Gobierno como un vicepresidente decorativo", manifestó Temer el 7 de diciembre por escrito sobre el primer mandato de Rousseff (2010-2014). Cuando apareció la posibilidad que la Presidenta fuera sometida a un juicio político, se empezó a ensalazar la figura del vice, que para ese entonces se sentía "menospreciado" y consideraba que tanto su persona como el partido que dirige fueron usados como "meros accesorios, secundarios y subsidiarios".

A inicios de 2015, Temer asumió la coordinación política del Gobierno con el objetivo de que se consiguiera en el Congreso la aprobación de un ajuste fiscal para afrontar la crisis económica. No obstante, los acuerdos a los que se llegó no fueron asumidos por el Ejecutivo, lo que generó que se alejara de ese área. 

Tampoco aprueba la política exterior llevada a cabo por Rousseff. Una de las ocasiones en las que se mostró más disgustado fue cuando el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó Brasil y mantuvo una reunión con la mandataria a la que no fue invitado pese a que correspondía por el protocolo.