El número de personas reportadas como desaparecidas en el incendio que está causando estragos en el norte de California, Estados Unidos, aumentó a más de 600, al tiempo que los restos de siete nuevas víctimas fueron encontrados por los equipos de rescate. Mientras tanto, la cifra de fallecidos asciende hoy a 63, casi todos hallados dentro de sus viviendas.
El sheriff del condado de Butte, Kory Honea, dijo que la cifra de desaparecidos subió a más del doble durante un día y se situó en 631 personas, mientras los investigadores chequeaban las llamadas de emergencia hechas cuando se desataron las llamas hace una semana.
La cifra de muertos en el llamado "Camp Fire", que ya es el incendio forestal más mortal de la historia en este estado, también ascendió a 63 después de que se descubrieran siete cuerpos más, declaró Honea. Al menos otras tres personas murieron en el sur de Californa en otro incendio bautizado como "Woolsey Fire".
El anterior récord de muertos en un incendio era de 29 y se produjo en 1933 en el centro de Los Ángeles.
El fuego empezó a las 6:29 del jueves y antes de mediodía había consumido toda la ciudad. El 80% de Paradise, una ciudad de 26.000 habitantes, desapareció. La última cifra oficial: 8.756 casas destruidas y 260 comercios. Más de 52.000 personas permanecen fuera de sus casas y solo 1.385 fueron enviadas a refugios de la zona.
De algunos de los cadáveres solo se recuperaron cenizas y para el el resto serán necesarias pruebas de ADN. Las autoridades, sin embargo, creen difícil que se llegue a saber la identidad de algunos con toda certeza, dado su estado.
TESTIMONIOS DESGARRADORES
Paradise se convirtió en una ciudad fantasma. Por sus calles desiertas solo circulan camiones de bomberos y de emergencias. Por el momento los vecinos no pueden volver. Muchas ruinas todavía humean, los postes de la luz caídos bloquean el camino, sobresalen hierros amenazantes. Las calles con casas quemadas se suceden de forma interminable, más de 8.000 edificios quedaron destruidos.
"Pensé que no saldríamos vivos", cuenta David Castro, un joven de 29 años que pasó la noche en un supermercado junto a una veintena de personas pero el edificio estaba apunto de quemarse y saltó al automóvil de un extraño. "No hubo ningún punto que no ardiese o que no estuviese calcinado", dijo describiendo su huida del infierno en Paradise. "El sitio quedó completamente destruido".
En la vecina ciudad de Chico, en la puerta de un albergue cuelgan listas de desparecidos escritas a mano y fotografías de personas a las que buscan familiares y amigos. Más de 50.000 personas tuvieron que abandonar la zona de peligro y más de 1.300 se alojan en albergues. En muchos lugares no hay señal telefónica y reina el caos.
Pero también hay indicios de esperanza. "La comunidad está unida", asegura Kevin Gates mientras descarga bolsas con ropa delante de un albergue. Los voluntarios recogen las donaciones y las organizaciones de ayuda se ocupan de los afectados, a quienes entregan almohadas, mantas, alimentos y ropa.
"Estaba oscuro como si fuera de noche por la lluvia de cenizas, había atascos de tráfico por todas partes, pensamos que tendríamos que salir corriendo para salvarnos", recuerda. Tardaron más de cuatro horas en recorrer en automóvil un trayecto que normalmente se hace en media hora.
En la calle principal de Paradise los restos de vehículos calcinados son testigos del horror. El martes llegaron grúas para retirar los automóviles incendiados. "Tenemos que sacar centenares de ellos", explicó Matt Hyatt, de la patrulla de carreteras. "Algunas personas simplemente dejaron sus vehículos y huyeron a pie".