INTERNACIONAL
Por un crimen de lesa humanidad

Suiza refuerza el cerco internacional contra el terrorismo iraní

La Confederación Helvética acusa a Ali Fallahijan, ex ministro de informaciones y seguridad del régimen integrista de los ayatollah, de ser el cabecilla del comando que asesinó en 1990 a un opositor iraní en Ginebra.

El primer crimen de lesa humanidad cometido en Suiza, cuya persecución penal se acaba de relanzar 20211111
El primer crimen de lesa humanidad cometido en Suiza, cuya persecución penal se acaba de relanzar | Cedoc Perfil

La Confederación Helvética lanzó la primera investigación penal por un crimen de lesa humanidad perpetrado en su territorio. La decisión acusa a Ali Fallahijan, ex ministro de informaciones y seguridad del régimen integrista de los ayatollah, de ser el cabecilla del comando que asesinó en 1990 a un opositor iraní en Ginebra. Ese mismo dignatario islamista es objeto de una “alerta roja” de Interpol por la voladura de la AMIA, perpetrada cuatro años más tarde en Buenos Aires. 

El dictamen del Tribunal Penal Federal, la máxima instancia penal suiza, de reconocer la muerte de un exilado iraní abatido en Ginebra por terroristas a la orden del gobierno religioso imperante en Teheran re-calificándola de crimen de lesa humanidad, se la cataloga equivalentemente también como un acto de genocidio. La medida de tal modo justificada por los tres magistrados helvéticos de forma unánime se incorpora al dispositivo de persecución penal ante semejantes atrocidades, aparejado por diferentes países a raíz de atentados de similar origen en Hamburgo, Viena, Londres, Dubaí y Paris, llevados a cabo entre 1987 y 1993. 

Capturaron a exteniente acusado de crímenes de lesa humanidad que estuvo 8 años prófugo
 

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Kazem Radjavi, refugiado en Ginebra desde 1981, miembro del Consejo Nacional de la Resistencia en el exilio, cayó bajo las balas de un comando de 13 iraníes, a las órdenes de Fallahijan. Todos huyeron de Suiza el mismo día del atentado en aviones de línea con identidades iraníes fraguadas mediante coberturas de “agentes en misión”. El rápido despliegue del procedimiento cantonal del caso, con sede en Lausana, identificó a los victimarios, envió comisiones rogatorias a Teherán y emitió órdenes de detención, sin resultados.

Al acercarse la fecha de prescripción del asesinato, a 30 años de cuando sucedió, la instancia judicial cantonal manifestó la voluntad de archivar el sumario al considerarlo un delito común, pero el hermano de Kazem Radjavi, recurrió a la instancia federal de apelación, obteniendo que se lo caratule como un crimen imprescriptible.

El Tribunal Penal Federal, reactivó ahora en consecuencia los pedidos de captura contra Fallahijan y sus cómplices, inscribiendo la muerte de Radjavi en el contexto de una fatwa concebida por el Guía Supremo de Irán. Los tres jueces federales por unanimidad consideraron que el homicidio individual de Radjavi formó parte de un ataque generalizado en perjuicio de la población civil, impulsado por las autoridades iraníes a partir de 1987, ocasionando alrededor de 30 mil ejecuciones extrajudiciales, dentro y fuera del país. 

Por consiguiente, los magistrados re-definieron el asesinato de Radjavi como un crimen de lesa humanidad y genocidio, en línea con lo dispuesto por el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI), al que Suiza adhirió en 2011. Precisaron que, si bien el trágico hecho ocurrió en 1990, no había prescripto en 2010 y 2011, cuando Suiza incorporó en su Código Penal las dos nuevas infracciones derivadas del citado Estatuto de Roma, es decir los crímenes de lesa humanidad y el genocidio. 

Por tanto, el fallo reconoce una “retroactividad limitada”, y admite plenamente su imprescriptibilidad. Autoriza retomar la instrucción judicial antes que alcanzara la fecha de prescripción como delito común, facultando al Ministerio Público de la Confederación (MPC), la Procuraduría federal, de proseguir la persecución penal del expediente, que constituye, como se ha dicho, el primer crimen de lesa humanidad y genocidio cometido en suelo suizo.

Desde Ginebra, Juan Gasparini