Enrique Carpintero, psicoanalista y escritor, habló en Modo Fontevecchia sobre la ley de Salud Mental y la falta de implementación que han tenido los gobiernos en este aspecto. Asimismo explicó los ejes fundamentales qué hacen de esta ley una cuestión de derechos humanos con una perspectiva democrática. Escuchá el programa por Radio Perfil o miralo por Net TV.
Respecto al caso de Chano Charpentier, se puso en discusión la ley de Salud Mental. Existen muchas diferencias respecto de quienes quieren reformar la ley en un sentido u otro, ¿cuál es su opinión en relación a las modificaciones que habría que hacerle a esta normativa?
Estamos en un círculo vicioso porque hay una ley que se implementó hace 10 años y se empezó por arriba, en crear una ley y no crear los dispositivos para implementarla. La base de esta ley es terminar con los manicomios y generar dispositivos alternativos. Esto se hizo muy parcialmente. Desde hace 10 años, ni este Gobierno ni el anterior se ocuparon de la ley de Salud Mental, salvo ciertas iniciativas que llevaron a implementarlos en algunos lugares.
Por otro lado, hay una situación que es la internación que es el artículo 20, que es el que se cuestiona. Ese artículo dice, y leo textualmente: "La internación involuntaria de una persona debe concebirse como un recurso terapéutico excepcional en caso de que no sean posibles los abordajes ambulatorios y sólo podrá realizarse cuando, a criterio del equipo interdisciplinario, mediare situación de riesgo cierto o inminente para sí o terceras personas".
Lo que saca la ley es el concepto ya antiguo de peligrosidad, en donde se asocia al loco como loco peligroso que son la minoría. Pone el eje en el riesgo cierto e inminente. El segundo aspecto es que la internación antes estaba condicionada puramente por el psiquiatra y hoy requiere de un equipo interdisciplinario, que quiere decir que debe haber dos firmas, de un psicólogo y psiquiatra, pero no se plantea que no se puede internar.
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¿Cuáles son los ejes de la ley de Salud Mental?
La ley, resumidamente, tiene cuatro elementos para plantear su necesidad:
- El primero en relación a los derechos humanos en donde se establece la defensa de los derechos de los pacientes modificando el código civil para impedir las internaciones de personas por su peligrosidad.
- El segundo aspecto es el del equipo interdisciplinario, ya no es un solo profesional quien da cuenta del trabajo de salud mental.
- El tercer aspecto hace referencia a las estructuras manicomiales. La ley dice que queda prohibida la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos y monovalentes públicos o privados. Esto que se planteó se ha modificado parcialmente porque lo fundamental es ver cómo generamos un espacio intermedio entre las estructuras de salud mental y la comunidad. Esto es importante para detectar problemas antes de que requieran una internación, y también para las externaciones donde el paciente puede estar contenido y trabajado dentro de la comodidad.
- El cuarto aspecto es una reivindicación democrática del conjunto de trabajadores de la salud mental, en donde la ley establece que los profesionales con título de grado están en igualdad de condiciones para ocupar cargos de conducción y gestión en las instituciones. Esto iguala en posibilidades para acceder a cargos y puestos dentro de los centro de salud a diferentes profesionales. Ya no es solo el médico o psiquiatra sino también pueden acceder otros profesionales como psicólogos, enfermeros, etc.
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Los conflictos de intereses que trastoca la ley
Cuando se promulgó la ley hubo una serie de reuniones en el Congreso con diferentes perspectivas a favor y en contra de la ley, y la mayoría de las asociaciones de psiquiatras estaban en contra de la ley. Esto pasa porque la ley mueve situaciones de cierto poder que tienen hoy algunos psiquiatras. No es cuestión de psiquiatría si o no, sino de ciertas perspectivas psiquiátricas y psicológicas en la que planteamos un plan racional de salud mental acorde a lo que se plantea en el mundo, y por otro lado, aquellos que siguen defendiendo estructuras manicomiales que ya llevan más de 100 años.
Son estructuras que hoy no están solo centradas en las grandes estructuras manicomiales públicas, sino que también son privadas. Aparece algo ligado al deterioro político y económico que viene hace tiempo y lleva al desastre de la salud pública y salud mental y afianza perspectivas privadas. Quienes no tienen dinero acceden a lo público y quienes tienen el poder adquisitivo, acceden a la terapéutica que ofrece el sector privado.
CB PAR