“Un frente cerrado de nubarrones se había posicionado durante décadas ante la estrella de la unidad alemana. De repente, por un tiempo muy corto, se logró traslucir un halo de luz a través de la densidad de las nubes y dejaron vislumbrar la estrella. Y nosotros nos aferramos a ella”. Con estas palabras el canciller Hans Dietrich Genscher resumió los sorpresivos acontecimientos que llevaron a la unificación entre 1989 y 1990. ¡Y a mí me siguen llenando de emoción! Es que en 10 meses se logró más que en 10 años. El resquebrajamiento del muro berlinés de más de 160km se dio por la sublevación lenta pero inexorable de los ciudadanos.
Este aniversario permite recordar un engranaje fundamental de la historia que debe motivar a los argentinos. Es la recuperación de la libertad, de los derechos humanos y los valores republicanos.
Si bien los alemanes entendieron que la reunificación implica una responsabilidad de cuidar la libertad y la paz en Europa y en el resto del mundo, en los últimos meses aumentaron las alertas, por las expresiones extremistas: Bajo el paraguas de la “defensa de derechos fundamentales”, y con la resignificación de la frase que fuera símbolo (“Wir sind das Volk” - nosotros somos el pueblo), se han filtrado hostilidades contra las instituciones democráticas.
En la reunificación, no hubo tiempo para la transición, hubo adhesión. La burocracia oriental y la vida cotidiana tenían una lógica propia. El recorrido vivencial de mi prima lo ejemplifica: ella emigrada de las cercanías de Bremen, se casó con un joven que logró escapar al lado occidental antes de la caída del muro. Él buscó occidente para poder capacitarse y progresar. Caído el muro, regresó a su pueblo natal, para lograr con su esposa, mi prima, en su hábitat amado, el desarrollo anhelado. Y lo logró: con el apoyo de mi prima, trabajando a la par, hoy tiene dos sucursales, dos casas, una con vista al lago. Y también dos varones geniales que ya se independizaron. Supieron beneficiarse de unos y otros para lograr la movilidad social: de una estructura estatal de cuidado familiar, que no existía en la parte occidental: centros de primera infancia que permitieron canalizar las ansias de trabajar. Lucharon para que esas estructuras no fueran anuladas, sino re-encausadas. Les costó encontrar empleados motivados, y superar una burocracia exacerbada. Ya con el espaldarazo de los créditos, la cosa empezó a andar. Lo que todavía persiste, para un “observador”, además de los dialectos, es una sutil diferencia en la comunicación: Los ciudadanos del este, son temerosos cuando refieren a alguna vivencia u opinión personal. Hablan en “colectivo o neutral”: Se piensa que, se escuchó tal cosa. En cambio, los ciudadanos criados en la parte occidental no dudan en hablar en primera persona: no tienen temor a usar el “yo”.
Los ciudadanos del este, son temerosos cuando refieren a alguna vivencia u opinión personal. Hablan en “colectivo o neutral”: Se piensa que, se escuchó tal cosa. En cambio, los ciudadanos criados en la parte occidental no dudan en hablar en primera persona: no tienen temor a usar el “yo”
Posiblemente el incumplimiento de algunas expectativas de la reunificación, sea hoy uno de los temas en cuestión: Algunos de los más ancianos incluso añoran épocas pasadas. Se preguntan dónde está el derrame del capitalismo y de la globalización, cuando corre peligro su jubilación. Por ello es tan importante reconocer que la riqueza alemana, está en su diversidad. En la economía social de mercado y el fomento a la clase media. También se remarca la falta de mayor presencia de políticos oriundos del Este en el gabinete federal. En los puestos de decisión encontramos mayoritariamente occidentales. ¡Pero esto se puede subsanar!
Alemania tiene una identidad fuerte, globalizada y muy fraterna. Las heridas internas que subsisten, pueden ser sanadas. Quizás, como ocurre en nuestra Latinoamérica, tan castigada por la pandemia, se trate de encontrar nuevas soluciones a viejos problemas.
Hoy nos aúna no sólo el combate contra el Covid-19, sino el de luchar contra los extremismos, la intolerancia y los populismos.
Hoy nos aúna no sólo el combate contra el Covid-19, sino el de luchar contra los extremismos, la intolerancia y los populismos
Si la reunificación alemana fue la base para el fin de la Guerra Fría y el puntapié para el más exitoso proyecto de paz, que es la Unión Europea, ¿por qué no pensar que la concreción y puesta en marcha del Convenio Mercosur/UE pueda significar el camino de reducción de desigualdad en base a la fraternidad?
Escuchemos a nuestras mujeres, aquellas que han conquistado la libertad, y hoy afrontan la pandemia global con coraje y sensibilidad. El maestro Beethoven que no solo de música entendía, decía que el único símbolo de la superioridad de un hombre sobre otro, era el de la bondad. Que estos 30 años de reunificación alemana sean una invitación personal para lograr intercambiar ideas nuevas, y con una pizca de bondad lograr consensuar soluciones, para una convivencia más humana y al mismo tiempo, más fecunda