En mis investigaciones históricas casi siempre me encuentro con personajes injustamente olvidados, y digo esto porque le dieron mucho a la Nación, nunca sobreactuaron en la función pública o en los lugares donde les tocó actuar, y siempre trabajaron con el único objetivo de servir a la comunidad.
El caso del ingeniero Ricardo Silveyra es paradigmático, por su infatigable trabajo al frente de YPF, que ha pasado desapercibido para el común de la gente, que solo asociara a la empresa a la figura del Gral. Enrique Mosconi. Pareciera que Silveyra no hubiera existido, y me llamó la atención que excepto una defectuosa foto , que proviene de un viejo Boletín del Ministerio de Obras Públicas del año 1933, no pude conseguir ninguna otra.
Nació en Buenos Aires el 24 de noviembre de 1878, estudiando en el Colegio Nacional de Buenos Aires, y después en la Facultad de Ingeniería, donde una vez egresado ejerció la docencia en la cátedra de Matemática en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y la cátedra de Hidráulica Agrícola en la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Además de esa actividad fue profesor de matemáticas en el Colegio Militar de la Nación y en la Escuela Industrial de la Nación.
Cien años de YPF y esto recién empieza
Después del golpe militar del Gral. José Felix Uriburu, fue subsecretario del ministerio del Interior y de Obras Públicas. Al asumir el presidente Justo, fue designado al frente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales donde llevaría a cabo una tarea titánica en defensa del petróleo nacional, ubicando a la empresa entre una de las más importantes del mundo en ese momento.
Silveyra continuaría con la política petrolera de Mosconi durante más de una década, siendo factor fundamental de la defensa, el crecimiento de la empresa y su preservación ante los constantes intentos de sacarle el monopolio de la explotación petrolera. Baste decir para mostrar la eficacia de YPF en la búsqueda y explotación de los hidrocarburos que entre 1923 y 1945 perforó 3.383.389 metros, superando invariablemente la actividad de las empresas privadas en cuanto a tiempo, calidad de los elementos empleados y promoción social de las zonas donde se instalaba para explorar y explotar. También cabe destacar que entre 1932 y 1949 aportó recursos al Estado Nacional por la suma de $493.928.743.67 en concepto de aportes, regalías, venta a precios reducidos a empresas estatales, e impuestos.
Desde que comenzó la explotación de petróleo, se perfilaron claramente dos criterios de cómo debía realizarse ese trabajo y las diferentes modalidades de su administración: uno el que reconocía el control absoluto del Estado en un recurso considerado estratégico aún hoy, y el otro que respondía a los intereses de las grandes compañías; aquellas que en el castillo de Achnacarry se repartieran las zonas de influencia y trazaran una lamentable historia de saqueos, apropiaciones y maniobras extorsivas...
Un especialista en la historia de YPF ha señalado que “si desde los tiempos del general Mosconi la cúpula de YPF había buscado asociar la empresa estatal con un perfil nacionalista, en especial a partir de su enfrentamiento con las grandes petroleras internacionales y que permitía vincular la imagen de la compañía con su presencia en la totalidad del país, la nueva conducción le agregó la dimensión de la modernidad encarnada en el “nacionalismo técnico” de los ingenieros Justo, Silveyra y Cánepa, que revalorizaron la dimensión del progreso y del adelanto técnico.
Apenas asumió creó becas con una importante remuneración para conseguir la formación de técnicos que se pudieran sumar a la institución ante la carencia de ellos, que preferían incorporarse a las empresas privadas. Impulsó creación del Laboratorio Petrográfico de YPF para intensificar la búsqueda de hidrocarburos designando a una prestigiosa científica formada en Italia.
En esos momentos el enfrentamiento de YPF con la Standard Oil era notable y Silveyra consiguió con el apoyo del Presidente Justo terminar con las pretensiones de la petrolera norteamericana a través de decisiones que favorecerían a YPF, y el incremento de su producción, al punto que la Standard anunció que se retiraba del país.
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Durante su gestión se llevó a cabo el edificio de YPF en Diagonal Norte, que fue proyectado por la dirección técnica de la petrolera a cargo del Ingeniero Eduardo Saubidet. Realizó importantes obras para agrandar la Refinería de La Plata, que era la décima más importante del mundo, creando la Planta de Lubricantes a partir de 1932 y logrando que en 1937 comenzara a funcionar una Unidad Combinada, compuesta por las plantas de Topping, Cracking y Polimerización. Por entonces, el procesamiento anual alcanzó el 1.400.000 m3 de petróleo y 380.000 m3 de producción de naftas, lo que mostraba el notable impulso dado a la petrolera estatal.
Sería muy largo detallar todo lo que hizo Silveyra, baste agregar a lo indicado la construcción de las refinerías de San Lorenzo, Mendoza y Salta y la creación de una enorme red de estaciones de servicio, además de impulsar una legislación que no había podido obtener Yrigoyen, consiguiendo la sanción de la Ley 12.161 el 21 de marzo de 1935, para defender esos recursos de la Nación. Creó el importante Laboratorio de Investigaciones Petroleras que ocupaba un espacio de ocho hectáreas. Estaba formado por tres salas principales en una de las cuales se distribuyó la planta de recepción, el museo, el salón de conferencias, la administración de comedores y las oficinas. El macizo central, “constituido por subsuelo, planta baja y cuatro pisos altos, quedó conformado por gabinetes de trabajo, laboratorios de química, foto cinematografía, física, óptica, biblioteca y demás locales para el estudio. En el cuerpo adyacente, hacia el costado, se encontraban los talleres, almacenes, depósitos, salas de máquinas, vestuarios y dependencias
Lamentablemente la impecable gestión de Mosconi, que también se enfrentó a los trust petroleros ensombreció la figura del Ingeniero Silveyra, que traté de rescatar en un trabajo publicado hace años en la revista “Todo es Historia”. Fue su trabajo en YPF, una muestra de la dedicación de un hombre que puso sus conocimientos y su esfuerzo a impulsar y consolidar a nuestra emblemática empresa petrolera, y es justo divulgar esa enorme tarea, que los sectarismos políticos han querido sepultar. Un ejemplo de persona, de ciudadano y de funcionario que resulta difícil encontrar en estos tiempos.
El ingeniero Ricardo Silveyra dejó YPF como consecuencia del golpe militar de 1943.
* Profesor de la Cátedra de Deuda Externa de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.