La República Argentina está, prácticamente, impedida de comerciar mundialmente. De ahí que desde el sector vinculado al COMEX se haya empezado a hablar de “Estado Pisabrote”.
Baste con decir que la administración de una empresa destina diariamente alrededor de un 40% de su tiempo productivo en cumplimentar una burocracia que supera con creces al mejor sketch de “Gasalla”.
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El comercio internacional demanda inmediatez, escala, calidad, cumplimiento de contratos en precios y tiempo de entrega. Pero las infinitas ventanitas de la burocracia, limita no sólo la capacidad de exportar en “escala” condiciones que el mundo demanda, sino el cumplimiento contractual acordado en un precio.
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El mundo no funciona así, la banca globalizada tampoco. Las innumerables comunicaciones del Banco Central de la República Argentina son un claro ejemplo del “pisabrote” que nos frustra diariamente.
Exportar en Argentina, una tarea titánica
A los clientes en Alemania, Sudáfrica, Estados Unidos, Gran Bretaña, China, Turquía o Rusia no les interesan nuestras “excusas”.
Al mundo le interesa comerciar libremente, con eficiencia y eficacia.
Al mundo le interesa invertir con estabilidad, legalidad dentro de un sistema que funcione y un estado de derecho.
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Argentina es un país rico con gente pobre.
Suiza, en cambio, es un país pobre con gente rica. Singapur, que era un pantano, desde hace unos años empezó a construir rascacielos y a ser identificada como “la perla de Asia”.
Sin comercio, no hay carga, sin carga no hay navieras, sin navieras no hay puertos, sin puertos no hay actividad portuaria, sin actividad portuaria no hay fletes terrestres, y así como el cangrejo.
* Especialista en gestión y comercio internacional