Hoy 18 de mayo se conmemora el Día de la Escarapela, símbolo de la actual Nación Argentina. Pero ¿cuál fue su origen? ¿Qué simbolizó inicialmente? Hay una variedad de fuentes históricas acerca del origen preciso y más aún, del color exacto de este distintivo. Pero existen algunas precisiones al respecto.
La escarapela era una simbología militar, utilizada por los ejércitos para diferenciarse entre sí en el campo de batalla. En ese marco, algunos testigos aseguran que el Regimiento de Patricios que comandaba Cornelio Saavedra y que había sido formado en 1806 para enfrentar a las Invasiones Inglesas, ya portaba un “cintillo” que los identificaba.
Aunque los colores de la escarapela no son claros, algunas fuentes señalan que eran blancos, otros rojos o celeste y blancos, en todos los casos eran colores que identificaban a la monarquía española. Dicho distintivo sería reutilizado y resignificado durante las jornadas de mayo de 1810.
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Semana de Mayo de 1810
Por ese entonces, España estaba en guerra con la Francia de Napoleón, quien tenía preso al rey Fernando VII. Los españoles resistían y habían creado una autoridad política representativa, denominada Junta Central de Sevilla. Sin embargo, en mayo de 1810 llegó a Buenos Aires la noticia de que la Junta había caído frente a la invasión napoleónica.
Ello significaba una crisis de legitimidad del poder central español, que afectaba al virrey del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros. Como su autoridad provenía del nombramiento recibido por la Junta de Sevilla, la disolución de ésta ponía en crisis su mando.
La noticia circuló entre los criollos. Muchos de ellos consideraban que se debía debatir si la autoridad de Cisneros seguía siendo válida frente a tal situación. Algunos de ellos, los que pasarían a llamarse “revolucionarios”, creían que se debía formar una autoridad representativa local que, en nombre del rey cautivo, Fernando VII, gobernara el territorio.
18 de mayo de 1810
Este grupo tenía entre sus líderes a Saavedra quien, como comandante de los Patricios, poseía un destacado poder militar en la ciudad. Saavedra y otros oficiales se hicieron presentes en el Fuerte el 18 de mayo y pidieron una entrevista con Cisneros. Al evidenciar que no contaba con el apoyo militar, el virrey se vio obligado a aceptar el pedido de los criollos y convocar a un Cabildo Abierto para que debatiera el carácter de la autoridad local.
Aquel día, se menciona que los Patricios utilizaron aquel cintillo característico, por lo que años después sería el día elegido para la conmemoración de la escarapela.
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22 de mayo de 1810
Sin embargo, el uso de la escarapela no quedó allí. El 22 de mayo se produjo la reunión del Cabildo Abierto, donde asistieron los “vecinos” de Buenos Aires, estos eran los hombres, padres de familia, que tenían propiedades en la ciudad. Afuera de la reunión quedaban los sectores de bajos recursos, que eran llamados orilleros.
No obstante, ellos también estaban comprometidos con el movimiento y permanecían armados. Dos miembros de la elite, Domingo French y Antonio Beruti los movilizaron, para que estuvieran presentes en la Plaza de la Victoria y ejercieran presión sobre lo que se debatiera dentro del cabildo. Dichos grupos armados recibieron el nombre de “chisperos” y repartieron cintas para identificarse, no sólo entre ellos, sino también a los “vecinos” que apoyaban el movimiento revolucionario. Así, el cintillo se convertiría en un símbolo de la revolución que nacía.
25 de mayo de 1810: la Primera Junta
El 25 de mayo, una nueva movilización tanto de los Patricios como de los chisperos, obligó al virrey a renunciar y se constituyó la Primera Junta, conformada mayoritariamente por criollos y presidida por Saavedra. En aquella ocasión también se utilizó el cintillo.
Desde entonces se inició una guerra entre el gobierno revolucionario y los territorios del ex virreinato que no reconocían su autoridad. Ambos luchaban en nombre de Fernando VII y con uniformes similares. Por eso, en febrero de 1812 uno de los comandantes revolucionarios, Manuel Belgrano, percibió la necesidad de tomar el cintillo que había diferenciado a los revolucionarios y convertirlo en una escarapela para que usaran las tropas durante el enfrentamiento.
Así, los revolucionarios podrían distinguirse y tener un símbolo militar que los identificara. Los colores que adoptó para ello fueron el celeste y blanco, que eran los colores de la Orden de Carlos III Borbón, lo que señala que aún la guerra se realizaba bajo el nombre de la monarquía española. Nunca se podrá saber si esa escarapela reproducía el color del cintillo de los Patricios y chisperos o si adoptaba unos nuevos. Lo que es claro es que desde entonces la escarapela se convertiría en símbolo del territorio que luchaba por un gobierno propio y representativo.
Meses después Belgrano enarbolaría la bandera con esos mismos colores. Cuando la revolución se convirtió en independentista, la Asamblea del Año XIII decretó a la escarapela como símbolo patrio de la “nación” que estaba naciendo de aquel proceso. Hoy es la escarapela de la República Argentina.
*Ariel Alberto Eiris. Investigador del Conicet. Docente de USAL y UCA.