Hace varios años, por cuestiones laborales, necesitaba viajar a Azul, en el camino, tomé mal una salida y terminé entrando en Cañuelas, me costó un tiempo poder salir, y retomar la ruta, pero al hacerlo, por error me volví a meter en dirección al centro de Cañuelas. Tres veces me pasó lo mismo. Tuve que detenerme a un costado, parar, respirar, ver bien el mapa y recién ahí poder tomar el camino correcto.
Esta historia, puede pasar muchas veces en la vida, entrar en bucles, tomar un camino que no es el que deseamos, pero sin quererlo volver a entrar en esa ronda una y otra vez, sin poder salir.
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Historias que se reproducen, relaciones que aparecen repetidamente, aunque sea con diferentes rostros. Vínculos, tratos, trabajos, modos, de los que ansiamos salir y cerrar el ciclo, pero que se presentan nuevamente. De alguna manera, los seres humanos somos los únicos capaces de tropezar más de una vez con la misma piedra.
Las diferentes escuelas de psicología hablan mucho de esto, se lo llama compulsión a la repetición, necesidad de cierre. Estos nombres revelan una verdad, lo que no encuentra un cierre, tiende a repetirse una y otra vez si no lo encuentra, por lo cual es importante saber cerrar ciclos, ya que estos influyen de manera directa en lo que va a suceder en el futuro.
Si el ciclo, sea cual fuere, permanece abierto, limita el desarrollo personal.
Generalmente cuando entramos en estos enredos, entran en juego situaciones de la infancia que en su momento no se pudieron cerrar, y que buscan en nuestra parte adulta los recursos para hacerlo. Estas situaciones no cerradas, con nuestros primeros vínculos se fueron convirtiendo en un aprendizaje, que es necesario re aprender para dejar esos loops.
Frente al desafío de comenzar un nuevo año, es un excelente momento para pensar en esas situaciones e historias que se repiten y en cómo darles un cierre.
Cuando llega un nuevo año solemos decir, “ojalá este año sea distinto”, hoy la propuesta es diferente: “ojalá en este nuevo año, vos seas distinto”, ya que, cuando hay cosas pendientes en nuestras vidas, se genera una tensión en nuestro interior que busca una transformación.
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Para cerrar sanamente esos bucles, en primer lugar, es importante aceptar las emociones que no nos gustan y prepararse a vivir un duelo. Es necesario dejar ir algo, ante lo cual hasta ahora nos habíamos aferrado, que nos dio un terreno conocido aunque no fuera lindo, y decidir avanzar. Es importante para esto expresar esas emociones desagradables, ya sea tristeza, enojo, duelo, para que no afecten el avance en el camino. Muchas veces escribir lo que se siente ayuda en la expresión adecuada de estas emociones.
Por otro lado, es sano pensar y estudiar este ciclo que se desea cerrar. Muchas veces buscamos “no pensar” en eso que me trajo dolor, y esto se convierte en una excusa para repetirlo y de hecho para pensar una y otra vez lo mismo, pero a medias. Permitirte pensar en eso, ayuda a ver que podés cambiar, qué cosas buenas hiciste y qué cosas conviene hacer de manera diferente.
Al pensarlo es bueno renunciar a buscar un “por qué”. Solemos creer que las cosas son lineales, cuando en realidad las cosas suceden por una sumatoria de causas. No siempre vas a encontrar un porqué que cumpla todas las expectativas. Muchas preguntas van a llegar y no va a haber respuesta para todas, no todo pasa por una respuesta racional. Buscar un por qué, puede llevar a sufrir de más, al no encontrarlo, y de todas maneras, encontrarlo no es necesariamente una solución, y puede desgastarse, de manera que no alcances el cierre real.
En todo cierre es importante, también, el perdón, ya sea a uno mismo, ya sea a los otros.
Ante cosas que se repiten existe la tendencia a juzgarnos y darnos castigo, frente a esto es importante desarrollar la autocompasión, tener empatía hacia nosotros mismos. La culpa funciona muchas veces como un refuerzo a hacer las cosas que nos hacen mal, ya que si hago algo mal, me siento culpable, por esa culpa me castigo y el mejor castigo es seguir haciendo lo que me hace mal, lo que se convierte en un ciclo sin fin.
Perdonar es sano, porque me ayuda a soltar el rencor, que es algo que me mantiene atado a un pasado negativo. Perdonar y perdonarme, libera.
Cerrar ciclos, dejar los bucles, es sanador, cambia tu futuro y tu calidad de vida, se puede lograr, tomándote el tiempo necesario para trabajar en vos mismo, por lo cual es algo que no conviene tomar a la ligera.
No esperes a que el tiempo cure, el tiempo solo reproduce lo que no sanó, si no te tomas el tiempo y el compromiso de trabajarlo.
*Dr. Flavio Calvo (MN: 66869). Dr. en psicología, docente, tallerista y autor. @calvoflavio