Ezra Klein es un periodista político de renombre en Estados Unidos. Es el fundador del sitio de noticias online Vox y hace pocos días se incorporó a The New York Times como periodista y columnista político estrella para dinamizar la oferta del diario neoyorquino.
Este año publicó un libro titulado “Why we are polarized” (¿Por qué estamos polarizados?) en el cual describe el panorama político norteamericano. El libro no es un ensayo de corte personal, sino que reúne numerosos libros señeros de ciencia política, historia, psicología, sociología y antropología para tratar de comprender por qué el país tiene tal división política. Si bien el trabajo se remite a los Estados Unidos, el fenómeno de la polarización política se ha expandido por varios países, como la Argentina, por lo cual en alguna medida nos sirve de referencia.
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La respuesta sobre por qué Estados Unidos está polarizado políticamente para tiene una respuesta sistémica. El enfermo es el sistema político norteamericano, definición no menor ya que el mismo ha sido de referencia para numerosos países, incluso el nuestro. Distorsiones en el sistema electoral y en las prácticas políticas hacen que la distancia entre los representantes y los ciudadanos sea muy amplia. Demasiado.
Tomemos el sistema de partidos políticos estadounidense. Hasta la década de 1960 los dos partidos centrales se movían como espejos. No se diferenciaban mucho entre sí. Los demócratas hospedaban a progresistas de Boston y a ultra conservadores del Sur, los llamados Dixiecrats, quienes eran los más reaccionarios por lejos en el espectro político del país. Y como ganaban sistemáticamente las elecciones en los estados del sur, tenían un gran poder interno.
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Los republicanos presentaban el mismo esquema: desde conservadores hasta abiertos en cuestiones sociales. En la campaña presidencial que perdió contra John F. Kennedy, Richard Nixon ya había esbozado un ingreso básico universal y un seguro de salud más avanzado que el Obamacare de cinco décadas posteriores. Hoy no hay espacio para esto en un Partido Republicano ultraconservador.
El panorama cambió a partir del siglo XXI. Para Klein, la política se tornó confrontativa, de rivalidad deportiva. Nosotros diríamos que se volvió futbolera. Los criterios de verdad se redujeron a una “epistemología tribal”: lo importante no es aspirar a una verdad universal, sino defender una facciosa. No hay debate posible a partir de allí.
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Los partidos norteamericanos hoy son coaliciones enfrentadas que tienen menos puntos en común que en el pasado. Los republicanos son nacionalistas blancos, religiosos, de pueblos y ciudades medianas a pequeñas del interior. Los demócratas conforman un arco iris cosmopolita de blancos progresistas, afroamericanos, hispanos y asiáticos que son fuertes en los bordes.
Según Klein las redes sociales son un factor más de división, no la causa de ésta. Agudizan y exponen una grieta que ya existía por motivos de clase, demográficos, raciales, territoriales. Y lo sostiene citando trabajos empíricos.
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¿Sirve este trabajo para analizar la polarización en la Argentina? En principio sí como referencia lejana. Aplicar mecánicamente miradas provenientes de sociedades muy diferentes nos brindará resultados poco satisfactorios o engañosos.
Sin embargo, el libro sí nos permite algunas preguntas. El conflicto entre un campo peronista y otro no peronista no deja de cesar en la Argentina a pesar que ambos grupos también contienen interiormente progresistas y conservadores. ¿Será que el sistema político argentino confrontado por dos coaliciones como el Frente de Todos y Juntos por el Cambio deambula hacia una política tribal como es la de hoy en Estados Unidos? ¿Hay aquí una política identitaria irreconciliable?¿”Milipilis y tinchos” vs. “cumbieros”? ¿Rugbiers vs. futboleros?
Klein remata su libro con una afirmación dura: Estados Unidos no es hoy una democracia. ¿La Argentina lo es?
* Christian Schwarz. Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UNTREF, UCES.