Mientras que la Argentina está pasando por su peor momento en la pandemia sanitaria y socioeconómica, la política parece estar mirando para otro lado.
Ya sabemos para qué lado, para el lado de la grieta, que es lo que mejor les resulta a la hora de evitar tomar decisiones, ejercer gestiones y enfrentar la dificilísima situación en la que viven todos los argentinos. No pareciera que esto fuera nuevo, pero sí es llamativo teniendo en cuenta el nivel de angustia social que hay con las cinco cifras de infectados que hay y números de muertos que no para de crecer, ya supera los 10 mil.
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Mientras eso sucede, vemos al oficialismo y a la oposición peleándose como chicos en el Congreso, amenazando con hacer presentaciones judiciales en vez de cumplir con su labor legislativa. Vemos oficialistas y opositores peleándose por quién abre más o quién abre menos las cuarentenas, o lo que fuera, para mitigar lo que ya es una pandemia no solamente larga, sino agobiante desde todo punto de vista.
La política no estaría dando las respuestas que la sociedad necesita. Pero no habría que confundir los cantos de sirena de algunos sectores de la sociedad que aprovechan eso para hacer antipolítica, como si a la Argentina con esa antipolítica le hubiera ido bárbaro. Todo lo contrario, sólo es con más y mejor política, en todo caso, que se puede salir y se puede enfrentar esta situación. Pero para esa más y mejor política hacen falta consensos básicos, que se pongan de acuerdo en algunas líneas directrices. No se sigan peleando por el protocolo de educación para ver si la ciudad reabre o no reabre las escuelas para los chicos que no pueden acceder a Internet, ni siquiera en la ciudad más millonaria de la Argentina.