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Una generación offline con la política

Hay un segmento de jóvenes, que va de 16 a 29 años (incluso hasta los 35), que ha perdido interés respecto del sitio que ocupa la política en su vida o de su capacidad para solucionarle los problemas.

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adolescentes votando | REDES

En los últimos días ha empezado a ocupar lugar en los medios la preocupación de los distintos espacios políticos por el voto joven. Según el enfoque que se quiera dar se dirá que el oficialismo perdió cierta capacidad de interpelarlos o que los espacios autodenominados libertarios crecen en simpatía pero lo cierto es que según estudios cuanti y cualitativos propios lo que ha perdido protagonismo es el interés de un segmento que va de 16 a 29 años (incluso hasta los 35) respecto del sitio que ocupa la política en su vida o de su capacidad para solucionarle los problemas. Esto no excede al principal partido de oposición que también sufre que su tan explotada premisa de representar un cambio hoy sea poco creíble en esta franja etaria.

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Si bien la opción de un peronismo no oficialista es la que menor apoyo reuniría hoy según las encuestas que realizamos sobre la Generación Z, el partido gobernante con mayores recursos y el poder sólo sería elegido por el 15 por ciento de estas personas mientras que su principal rival no se ubicaría muy lejos con 2 de cada 10 votantes favorables en las próximas elecciones legislativas. La sopresa: espacios de la nueva derecha con un mensaje más anti sistema pero con pretensiones de formar parte del mismo lideran la puja sólo desplazados por la apatía de la mayoría que dice no saber o no contesta a quién votaría este 2021.

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Esto, que forma parte de investigaciones cuantitativas realizadas con sistemas mixtos de medición telefónica y digital sobre encuestas semanales de 1200 casos en todo el territorio nacional tiene su correlato en otros datos como que el 63 por ciento de los jóvenes, en este caso de hasta 35 años, culpan a todo el arco político por la situación económica del país y que en 55 pide un cambio total de la dirigencia pero cuando se analiza de forma cualitativa el denominador común es “que debe hacerse de forma ordenada e institucional sin un colapso del sistema”.

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Organizaciones no gubernamentales, sociales o lideradas por nuevos referentes menos politizados consiguen la simpatiza de este segmento en detrimento de los políticos que junto a los sindicatos y el sistema judicial se ubican al final de la tabla. Sin parecer llamativo, los medios tradicionales, quizás la herramienta en la que estos sectores que cierran el ranking se sienten más cómodos pasaron a ser los menos consumidos por los jóvenes y el mensaje, aun eventualmente bien intencionado, se pierde en una audiencia que envejece progresivamente.

Dependiendo del corte etario que hagamos estamos hablando de un universo de entre 7 y 13.5 millones de votantes. Un número que puede aumentar si el descontento y la esperanza futuro se mantiene hasta las próximas elecciones presidenciales. Esto es probable que ocurra si hay ausencia de investigación y escucha activa alejando cada vez más a los gobernantes del diseño de planes de gobierno que convenzan a una porción tan significativa de la población de que se va por el camino correcto o a los partidos opositores de encontrar el discurso y propuestas correctas lo que podría traer como consecuencia el divorcio de quienes detentan o disputan el poder con este electorado.

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Muchas son las hipótesis de por qué esto puede estar ocurriendo. La aparente poca capacidad de la política de proyectar futuro (que hace que un 85 por ciento de los jóvenes expresen el deseo irse de su patria si pudieran hacerlo) que resiente la relación de los dirigentes con este segmento, la falta de un relato en la escasez que avizore esperanza, de rebeldía para cambiar las cosas, el envejecimiento de los representantes y la falta de renovación, la distancia juvenil con las estructuras partidarias, el desapercibimiento de que juventudes despolitizadas y politizadas necesitan mensajes distintos, la errónea creencia de que para conquistar a los jóvenes se debe actuar como joven, el conocimiento superficial de sus agendas por intereses, nivel socio económico y localización geográfica, la poca planificación a la hora de comunicar políticas de Estado segmentadas por los canales correctos y otras. Lo que es seguro es que sólo nos enteraremos de que falla escuchándolos y haciéndolos parte de la toma de decisiones.