Las próximas elecciones pueden ser definidas por los más jóvenes. Casi un tercio del padrón electoral -que está en etapa de actualización- son personas de hasta 29 años. Y casi un cuarto tienen entre 16 y 24 años. Pese a que una porción de ellos nació en el último tramo del Siglo XX, es decir, en los 90, prácticamente todos son nativos digitales que llegaron a su “uso de razón” luego de la hecatombe económica, social y política del 2001/2002. Sin dudas, los más jóvenes son quienes, hoy por hoy, más representan la tendencia global de desapego a las identidades políticas tradicionales y a las instituciones, responsables –según su mirada naturalmente rebelde- de que el futuro se les presente tan poco atractivo.
Un trabajo de la consultora Taquion, recién terminado de procesar, pone foco en ese corte generacional para ensayar una aproximación a “qué tienen los jóvenes en la cabeza”, cuestión que suele desvelar a los equipos de campaña, un microclima en general compuesto por adultos politizados.
El sondeo registra la existencia de un pedido de mayor libertad ante las diferentes restricciones que atentan contra su vida social y una mirada disruptiva y propensa a los discursos antisistema. De allí que aparezca una mayor confianza en los movimientos sociales que en los partidos políticos, por su involucramiento directo en la transformación de la realidad, si bien prima la adhesión a las posturas “libertarias”, que hoy representan lo políticamente incorrecto en las redes sociales. Hablamos de un tercio de la población que considera esfumadas sus oportunidades de trabajo y desarrollo, por lo cual ve que, una vez más, la salida más cercana está en Ezeiza.
Ven un futuro con más puntos negativos que positivos. Y deberían ser tenidos en cuenta para hacer planes, porque “son” el futuro inmediato y los grandes decisores a mediano y largo plazo. La cifra es apabullante: 84% de los menores de 25 años tiene sentimientos negativos respecto al futuro de los argentinos. Sus principales sentimientos son “preocupación”, “miedo” y “desconfianza”. El 85,7% de los jóvenes se iría del país.
Puestos ante la lejana posibilidad de ahorrar, el 45% invertiría en dólares o, a lo sumo, en un plazo fijo. Pero si tuvieran que pedir un préstamo de dinero, el 36% no iría al banco: optaría por pedírselo a un amigo o familiar. Esto refleja una mayor desconfianza hacia estas entidades que por parte de los mayores.
El 21,4% votaría a los “liberales” en las próximas legislativas. La rebeldía hoy está representada por los discursos antisistema o antipolítica más cercanos a ideologías “libertarias” de derecha. Los menores de 25 años son el rango etario más afín a estas aspiraciones (en los otros rangos etarios, las opciones principales son Juntos por el Cambio y el Frente de Todos). Un 16% ve a Javier Milei como el líder de la oposición. De todos modos, ningún referente político registra más imagen positiva que negativa.
Aun así, el 51,2% confía en los movimientos sociales, cifra que supera en más de 20 puntos al promedio de la muestra sin discriminación de edades. Y la política sigue siendo considerada la principal herramienta de transformación. Creen en hacer escuchar sus demandas para cambiar la realidad. Por otra parte, el 61% no confía en las fuerzas de seguridad, dato que los diferencia del 41% de la muestra total.
Qué pasa si en las elecciones el Gobierno pierde mal
Por último, 36% de los jóvenes está de acuerdo con el aumento de restricciones por la segunda ola de Covid-19, si bien ese valor está 10 puntos por debajo del público en general. La razón es sencilla: son los que se sienten más perjudicados por las últimas restricciones gubernamentales. El 52% descreen de las cuarentenas estrictas y apoyan las autonomías provinciales para la toma de decisiones.
Esto explica, en parte, las idas y vueltas y los choques de posturas para decidir qué hacer frente a la segunda ola pandémica. El año pasado era más fácil ponerse de acuerdo: lo nuevo era el desconcierto y 2020 no era un año electoral.