En las tragedias griegas y de Shakespeare observamos un mecanismo que arrastra a todos. En el caso Nisman también. Recordando ahora el documental de Netflix, el autor describe en algún momento tanto a Nisman como a Cristina Fernández como personajes shakesperianos. Están dominados por la desmesura (hibris en la tragedia griega) y por el mecanismo trágico, que lo que hace es balancearla.
Conocer este mecanismo es, desde el punto de vista del aprendizaje social, más importante que saber quién atentó contra la AMIA o cómo murió Nisman: el espectador es llevado a desear saber lo segundo, pero el valor universal que permitiría mejorar y tal vez ayudar a resolver los enigmas, se encuentra al aprender cómo funciona ese mecanismo invisible.
El mecanismo alimenta la existencia de estos personajes y ellos mismos alimentan la existencia del mecanismo. Los denomino personajes poniendo énfasis en el aspecto teatral, exagerado y estereotipado de cuando una persona es arrastrada por su dinámica. Esta hace que los pensamientos y acciones de los participantes del mecanismo estén sesgados por el rol que ocupan en él, lo que desvía su posibilidad de acercarse a la verdad. Por eso la necesidad de una justicia independiente para disminuir su accionar fatal.
Nisman se asemeja a Hamlet: el fantasma del padre de Hamlet eligió a su hijo para resolver su propio asesinato, así como en el caso de Nisman el fantasma de su mandato de origen judío le dice internamente que el destino lo eligió para resolver el caso AMIA. Ambos sienten que tienen que elegir entre hacer justicia (“ser”) o una vida con culpa y remordimiento por no haberlo hecho cuando se tuvo la oportunidad (“no ser”). Tanto Nisman como Hamlet eligen oponerse a las adversidades, ser el héroe trágico, y luego mueren. La tragedia de Shakespeare no revela al culpable de la muerte del padre de Hamlet, así como el documental no revela lo que no podría revelar.
¿Cuál es la desmesura de Nisman? Él asalta el cielo y por ese motivo muchos pueden tener interés en que muera. Va a incriminar al Poder él solo, como Hamlet por sí solo enfrenta a su tío, el rey. Y el Poder es el Poder, puede. Asaltar el cielo es como querer atrapar a un fantasma con algo material. El poder es una red infinita, y fluye por el ser, no tiene centro. Al atacar Nisman a su supuesto centro, este se convierte en inasible, su pasión por destruirlo se desarma y muere. Como Hamlet. Para este tipo de análisis, no importa cómo murió ni tampoco importa de quién vino el empuje definitivo. En todos los casos el mecanismo es el que lo lleva a que muera.
Al final del Señor de los Anillos, cuando Frodo está por destruir el anillo de poder, se arrepiente y quiere quedarse con él. Es que no hay algo que se llame "Poder" fuera de uno. A medida que uno se acerca a lo que percibe como Poder, se va convirtiendo en Poder y cuando lo enfrenta, lo único que puede ver es su propia imagen.
Ex Mossad, que trabajó para Paul Singer, dice que le dio a Nisman información sobre CFK
También se puede hacer una analogía de Nisman con Antígona de Sófocles y el mecanismo que la mueve: ella debe elegir entre la ley divina y morir o la ley terrenal y vivir. Ambos eligen la ley divina (Nisman al asumir su mandato judío) y ambos pierden la vida en manos del Poder terrenal. Tanto la antagonista de Nisman, Cristina como el rey Creonte –el de Antígona- representan el poder terrenal que desafíaa los dioses. Creonte acaba en desastre con la muerte de su hijo y de su esposa.
Cristina se puede asimilar a Macbeth, dispuesto a todo por ambición. Su lenta caída se le asemeja. Si caigo, el mundo caerá conmigo, parece ser la consigna. Ella podría haberse callado sus opiniones sobre la muerte de Nisman y dejado que resuelva la justicia. Como a Macbeth, su deseo de dominarlo todo (“vamos por todo”, el “Frente de Todos”, “Instituto Patria”, etc.) gesta su propia paranoia y, en su caso, sin que nadie se lo exija, emite opiniones sobre la muerte de Nisman,que no le corresponden. La hibris la mete en el problema. Macbeth dice que "la vida es una historia llena de furia y sin sentido". Lo es para quien justifica su vida con un sueño y al querer atraparlo se encuentra con el vacío. Macbeth, para salir de ese vacío, mata, en cambio Cristina recurre al narcisismo teatral que la caracteriza y que hace que sólo encuentre sentido en el aplauso del otro, desesperándose si este falla.
Todos sueñan con ser héroes aquí. Como dice el bufón del Rey Lear, "esta noche helada nos volverá a todos tontos y locos". Los bufones en Shakespeare y el coro representando al pueblo en la tragedia griega, advierten al rey y al héroe trágico respectivamente, de su desmesura, pero no son escuchados.
Aquí nos acercamos a Calderón, que nos da su clave para salir de este laberintoinsano: “Sea sueño o vigilia, obrar bien, que Dios es Dios”. Las distintas religiones monoteístas alertan sobre este exceso en el pecado de soberbia y el castigo sólo es piadoso si hay arrepentimiento. Las religiones orientales lo llaman exceso de ego. Muchos filósofos y artistas alertan sobre los terribles males que la soberbia de los que mandan acarrean a sus pueblos, ya que estos se contagian de su soberbia y alimentan, a su vez, en un círculo vicioso, la de su líder.
En el documental aparece Gustavo Perednik que, como Horacio con Hamlet, es un amigo fiel y afectuoso. Al regirse primordialmente por sus valores, no caerá en el mecanismo trágico. Otros como los personajes de Stiuso y la fiscal Fein aparentemente serán arrastrados por él.
Al cumplirse el ciclo de los que buscaban justicia para volverse héroes en el fondo de su corazón, no queda justicia ni entendimiento, solo desolación. Es que la justicia no se construye con el deseo sino con la necesidad.
* Ing. Agrónomo de la UBA y MBA de la UCEMA.