La complejidad de la gesta ultramarina española del siglo XV que condujo a la conquista de América propicia la emergencia continua de enérgicas discusiones sobre su esencia política, económica y cultural, así como sobre las repercusiones humanas y sociales para la población originaria del continente. Situado en la coyuntura de la expansión europea en los albores de la Modernidad, el arribo de Cristóbal Colón en 1492 a tierras inexploradas constituye un suceso de gran significatividad epistemológica y relevancia actual para las Ciencias Sociales. Por lo que, a fin de que las efemérides no se tornen momentos de calendario despojados de carga semántica, es imperativo estimular la reflexión sobre ellas, reto arduo para especialistas y el público en general a causa del insoslayable carácter intrincado de la presencia europea en tierras americanas como fenómeno histórico.
Sabido es que la historiografía ha producido un amplio abanico analítico de estudios relativos a la magnitud del descubrimiento de Colón, con particular énfasis en el comportamiento de los encomenderos hacia la población originaria y en el impacto económico que la implementación de las prácticas mercantilistas supuso para el incipiente Estado español y el suelo americano.
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Una mirada detenida e imparcial sobre esta literatura específica permite, no sin dificultades, identificar una marcada polarización sobre la materia. Es posible afirmar, aun a riesgo de caer en definiciones simplistas, que en tales interpretaciones se destacan aquellas que contemplan las penumbras de las acciones coloniales y las que, por el contrario, ponen de relieve sus virtudes. Esta dualidad se suele asociar a la denominada controversia entre la “leyenda negra” y la “leyenda rosa”, la cual ha trascendido las tribunas académicas y continúa hasta el día de hoy suscitando los más acalorados debates públicos, ante los estímulos de las renovadas discusiones sociales, culturales e historiográficas.
El desafío, entonces, de docentes e investigadores de lo histórico y social ha radicado en indagar con precisión epistemológica la compleja naturaleza de lo colonial, eludiendo la elaboración de respuestas y argumentos con pocos matices. En este quehacer, debe tenerse en cuenta el valor de los aportes interdisciplinares. Sea que se parta de la Historia, la Economía, la Sociología u otra Ciencia Social, la contribución de distintos campos resulta perentoria para el examen pormenorizado de una cuestión como la conquista de América. En este sentido, por ejemplo, algunas líneas de trabajo han puesto en foco en el encuentro de culturas y sujetos contrapuestos junto a la percepción y construcción de la otredad desconocida, proponiendo así alternativas teóricas que pretenden complementar a las producciones con lecturas predominantemente políticas o económicas; dichas perspectivas analíticas favorecen entender de qué se habla cuando se habla de diversidad cultural, tal como la denominación de esta fecha conmemorativa indica. De igual manera, desde ya hace tiempo, los estudios sociales han puesto de manifiesto cómo la realidad americana demanda alentar investigaciones locales que acompañen a las miradas provenientes del ámbito científico europeo.
En suma, un acercamiento exhaustivo al devenir del continente americano desde la óptica de la conquista colombina requiere plantear interrogantes que habiliten al diálogo entre disciplinas académicas, que consideren cómo se aborda la multiculturalidad y diversidad de pueblos y que permitan pensar en qué espacios tienen lugar estas conversaciones. Tarea para nada sencilla que no puede dejar de ser el norte de los abordajes de lo histórico y lo social.
*Mg. Daniela Boyonkián. Profesora de la Escuela de Historia de la Universidad del Salvador.