OPINIóN
Análisis

A 20 años de la crisis de 2001: del principio de ilusión al de realidad

De este auténtico laberinto borgeano se puede salir por arriba y para ello necesitamos restaurar la posibilidad de nuestra potencia en acto y el patriotismo de todos aquellos que estén dispuestos a pactar que nuestra indudable potencia geográfica, artística humana, científica, cultural, agroindustrial, minera y tecnológica se plasme activamente.

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disturbios del 19 y 20 de diciembre de 2001 | CEDOC-TELAM NA.

Argentina a partir de la mitad del siglo XX produce crisis de magnitud casi incalculable.

La primera de ellas que pasó casi desapercibida, porque desde la nefasta fecha del 6 de septiembre de 1930 aparecía la interrupción de los procesos institucionales por parte del partido militar, que se sentía juez y parte de la república, como habitual.

Y ocurrió entonces, en marzo del 62 con el derrocamiento del estadista Arturo Frondizi, un hombre que trabajó incansablemente desde su corta presidencia iniciada en 1958, por su sueño compartido por Rogelio Frigerio, abuelo del actual político, de un país integrado y desarrollado en sus muy diferentes vertientes.

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Hay que recordar, que en el inicuo derrocamiento seguido de la incalificable prisión de este presidente, que fuera el primero en darse cuenta que no se podía gobernar con la proscripción del movimiento mayoritario del país, contribuyeron por partes iguales el peronismo proscripto, el radicalismo que nunca aceptó el gobierno del que fuera el presidente de la UCR y desde ya el propio partido militar, a su vez dividido en fracciones inconciliables.

La crisis de 2001 y las lecciones no aprendidas del pasado

La ilusión sin embargo que se podía seguir con esa ficción golpista, fue sostenida a pesar de los años de plomo de la década del 70 hasta que se estableció otro conflicto, esta vez la conquista de la Malvinas, en el 82, luchando con tropas bisoñas contra la NATO, sin el apoyo del entonces Pacto de Varsovia que nucleaba al Imperio soviético.

El resultado fue calamitoso, las islas que habían sido una causa de negociación diplomática permanente desde los tiempos de Rosas en el siglo XIX, pasaron a constituir luego de la trágica guerra, una fortaleza nuclear británica.

Y ya en la década del 90 se estableció otra ficción más, a través de la convertibilidad del peso nacional que era  suponer el uno a uno con el dólar estadounidense, la moneda dela única superpotencia global de ese entonces, que a su vez, fuera pensada como un ancla contra la inflación, pero mantenida en la década, pese a la salida de ella. por insostenible, del México de Salinas de Gortari primero y luego del Brasil de Henríquez Cardozo, provocando así la crisis socioeconómica más importante de la República, con su final catastrófico, hasta con pérdidas de vidas humanas, en diciembre el 2001.

Finalmente como si veinte años no fueran nada, como canta nuestra canción popular, en el 2022 nos encontraremos con una crisis triple, la pandemia que todavía no ha cesado, iniciada en el 2020, la inveterada crisis de endeudamiento, esta vez la más grande que país alguno tuviera en la Historia con el FMI, y a ello hay que agregar una tremenda deuda interna comenzada en los gobiernos militares, incrementada fuertemente en el período de pizza y champán del menemismo y también en los últimos años, que desembocara en la pobreza del 40% de la población, el 60 % de niños pobres y el 11% de indigencia, recordando con Gandhi que no hay peor violencia que la miseria, con el increíble aditamento, aquí y ahora, que algunos hablan de la dolarización como solución mágica, cuando justamente Argentina tiene una restricción crónica en dólares y desde ya no puede fabricar la moneda estadounidense, porque la Reserva Federal reside en el enorme país del Norte.

 

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De este auténtico laberinto borgeano se puede salir por arriba y para ello necesitamos restaurar la posibilidad de nuestra potencia en acto y el patriotismo de todos aquellos que estén dispuestos a pactar que nuestra indudable potencia geográfica, artística humana, científica, cultural, agroindustrial, minera y tecnológica se plasme activamente.

Porque tenemos los mejores, baste pensar en nuestros premios Nóbel: Houssay, Leloir, Milstein, Saavedra Lamas, Pérez Esquivel y en nuestros deportistas, Fangio, Vilas, De Vicenzo, Sabatini, Maradona, Messi, en nuestros artistas Martha Argerich, Daniel Barenboim, Minujín, Berni, Kosice, Le Parc y en nuestros escritores Borges, Sábato, Cortázar, Silvina Ocampo y también en las míticas figuras de Eva Perón y el Che Guevara.

Pero no somos los mejores, Los últimos datos lo revalidan. Estamos por debajo del promedio educativo en América Latina, con pobres sueldos y a su vez hemos estado descendiendo. Estamos convirtiendo la educación en otra tragedia. Es necesario otro pacto Federal en esta República enferma de unitarismo, donde algunas zonas de CABA, nos hacen pensar que estamos en París, pero el resto de nuestra vasta geografía es simplemente Latinoamérica. Y no debemos ausentarnos de este pacto renovado de integración y desarrollo en sus diversas facetas. Porque somos seres singulares entramados necesariamente en nuestra Argentina y porque finalmente, como decían los antiguos, los pingos se ven en la cancha. Como sostenía el Maestro vienés Sigmund Freud, se trata de pasar del principio de Ilusión al de realidad.