OPINIóN
El ex mandatario y el Islam

Menem: Repeticiones que ocultan y retornos que revelan

Más allá de los juicios que quepan sobre gestión pública, lo cierto es que no puede negarse que el ex Presidente asumió la diversidad religiosa monoteísta de nuestra sociedad en su práctica personal.

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cementerio islámico donde fue enterrado Menem, en San Justo. | CEDOC

Con el deceso del ex presidente Carlos Saúl Menem, la mirada local vuelve a "descubrir” al Islam argentino, confirmando que hacerlo así es una tradición tan argentina como lo es para Europa, según Borges, “descubrir cada tanto tiempo el Oriente”. ¿Por qué si no debería ser "noticia" en titulares que sea "El Primer presidente argentino en un cementerio islámico"?

Tradición que oculta más sobre lo que pretende haber descubierto, que sobre su “orientalismo”. Repetitiva ceguera cognitiva que impide registrar de una vez y para siempre que en los censos porteños existen musulmanes desde 1806, que incluso los hay muy anteriores, como lo indican los esqueletos enterrados en la Plaza Roberto Arlt a la manera islámica: de decúbito lateral derecho. Misma que ayer fuera el Cementerio de Pobres de la Buenos Aires colonial en la que esclavizar africanos musulmanes era menos culposo, pues su confesión los convertía en enemigos de la Cristiandad. Sea por eso o porque solían encabezar los levantamientos antiesclavistas, el gentilicio de una de sus etnias terminó siendo el nombre local del Diablo: Mandinga.

Al conocerse que el ex presidente sería inhumado en el Cementerio Islámico de San Justo, la doble “sorpresa” se generalizó. No solo no se advirtió que almacabra y macabro (del árabe makabir = tumbas) son testimonios verbales de cuán presentes han estado las tumbas y cementerios islámicos a lo largo de nuestra historia, sino que nadie recordó que existen no uno sino al menos 6 cementerios islámicos formalmente así habilitados en Córdoba, Tucumán, Bs. As., Mendoza y Mar del Plata.

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Por el contrario, volvió a repetirse esa suspensión de los filtros antirracistas ante esta “cara Islámica de la Argentina”, pues otra vez se insistió, o se pensó sin decirlo, en que “se había convertido al catolicismo para ser presidente”. Algunos buscando destacar lo retrógrado de esa condición constitucional para ocupar la primera magistratura, eliminada en 1994. Para la mayoría se “revelaba finalmente” esa “atávica deshonestidad de su naturaleza arábigo oriental”, que lo habría hecho ser igual de “traidor al catolicismo que al peronismo”.  

Adiós a Carlos Menem: una tumba en el cementerio islámico cerca de su hijo

Se trata de una Incompetencia intercultural e interreligiosa, que impide advertir el hecho de que en el islam no existen liturgias ni sacramentos como el bautismo, pues para el Corán las relaciones sexuales, su fruto o el placer que con ellas se experimente no representan “pecado original” alguno. Lo cual en principio convierte a toda persona recién nacida en musulmana por defecto, de suerte que aun si no lo confirma voluntaria y públicamente cuando adquiera la mayoría de edad, tendrá tiempo hasta el último momento de vida terrena para hacerlo y así retomar el “recto sendero”. Lo que a grandes rasgos permite afirmar que al islam no se ingresa sino que se “retorna”.

Eso explica que en nuestro país la fundación de almacabras haya precedido a las de mezquitas, pues en definitiva son el testimonio espacial de quienes no murieron sin creer. Por eso se acepta que quienes, como los padres del ex presidente, por circunstancias de fuerza mayor no pudieran educar a sus hijos en el islam, confíen su formación confesional a un religioso de las otras religiones abrahámicas. Pero, además, las almacabras son el domicilio final de los creyentes hasta que Dios herede “la tierra y a sus habitantes” (azora XIX,40). Por lo que para el imaginario islámico vendrían a representar la “carta de naturaleza argentina” del islam que se practica en el país tanto como la “sacralización” de su territorio, con lo cual deja de ser un “culto extranjero” en esta tierra.

En este sentido la relación del islam con la muerte es, como decía Juan Goytisolo, “natural y sencilla”. Ella dicta la configuración espacial que los caracteriza en dónde cada creyente debe descansar en tierra hasta el Día del Juicio. Derecho que adquieren quienes ante dos musulmanes o musulmanas han recitado de viva voz la “Shahada” (el testimonio): [atestiguo que] “Solo hay un dios y es Dios y Muhammad es su [último] Profeta”. Inscripción que pudo verse en todas las pantallas argentinas durante el sepelio pues con ella enmarqué el ingreso al Cementerio Islámico cuyo diseño y dirección de su construcción se me confió en 1995.

El predominante orientalismo euroamericano tradujo todo eso como lujuria sin freno de un credo que supuestamente se expande solo por recompensa sexual terrenal o celestial. De allí que la revista Humor representara como ampliación de un “harén presidencial” los nombramientos de mujeres como ministros. Descalificación moral por “lascivia árabo-islámica” vigente en la región desde que las autoridades religiosas la emplearon contra la Asunción de Irala denominándola “El Paraíso de Mahoma”, hasta la Revista el Mosquito que retrata a Sarmiento usando a la República como su odalisca danzarina.

Musulmán por elección, católico por adopción y dos símbolos religiosos en el féretro

Más allá y más acá de los juicios que quepan sobre los resultados de su labor política y gestión pública, lo cierto es que no puede negarse que el ex Presidente asumió la diversidad religiosa monoteísta de nuestra sociedad en su práctica personal. Nunca dejó de reconocer públicamente a sus madres de leche judías, ni renunció a vivir como católico a pesar de haber sido bautizado a escondidas de sus padres ni cuando ya no era necesario para ejercer su segunda presidencia, ni de retornar al islam antes de su Retorno al Creador.

Eterno Retorno que a todos iguala, como reza el versículo coránico: “[…] de Él venimos y a Él retornamos.” En él está inspirada esa máxima del murciano Sheij Muhiddin Ibn Arabi que, al menos nadie que pertenezca a un país “de”, “con” o hecho “por” inmigrantes como el nuestro, musulmán o no, puede darse el lujo de olvidar: "Todos somos viajeros desde que fuimos expulsados del Paraíso”.

 

*Doctor y Premio Extraordinario en Artes y Humanidades por la Universidad de Salamanca, arquitecto por la FADU-UBA y Premio “Ugarit” otorgado por la Liga de los Estados Árabes.