OPINIóN
Murió a los 90 años

Carlos Menem, de la militancia peronista a la presidencia

Hoy permanecen abiertas muchas heridas, acusaciones y ataques hacia su figura, que no son buenas consejeras para ser ecuánimes en el juicio histórico.

Carlos Menem
Carlos Menem | Cedoc

A los 90 años murió el ex presidente Carlos Saúl Menem. Su vida estuvo ligada a la política desde muy joven. Comenzó su militancia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Córdoba, donde se recibió de abogado el 27 de junio de 1955.

Ya para ese entonces había adherido al peronismo. Fue encarcelado en 1956, acusado de participar en una conspiración peronista para derrocar al gobierno de facto. Tras su liberación, al año siguiente fundó en la clandestinidad la Juventud Peronista de La Rioja, de la que fue su primer presidente.

En 1963 fue elegido presidente del Partido Justicialista de La Rioja. Luego en 1964, en un viaje que hizo a Damasco para visitar a sus padres, pasó por Madrid y pudo llegar de la mano de Jorge Antonio a ver a Perón. El empresario le dijo: “lo va a ver, primero porque es peronista, y segundo porque es árabe como yo”.

Es falso lo que se dice, que José López Rega no le quiso conceder a Menem la entrevista, pues en 1964 aún no se encontraba en Madrid. López Rega llegó por primera vez a Puerta de Hierro en julio de 1966 cuando acompañó a Isabelita, que acababa de conocerlo en Buenos Aires.

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El primer encuentro de Menem con el general duró tres horas. Perón habría quedado encantado con él, por su simpatía y su gran carisma. Por su expreso pedido, lo volvió a recibir dos veces más en las oficinas de Jorge Antonio en Madrid. Perón le dijo al empresario: “Este muchacho tiene premio”, o sea que lo consideraba potable, que servía para hacer política.

Años más tarde, el 17 de noviembre de 1972, Menem fue uno de los 154 pasajeros que estuvieron en el vuelo regular 3584DC-8 Giuseppe Verdi de Alitalia, que trasladó a Perón de regreso a la Argentina, desde Roma, Italia.

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En las elecciones provinciales de La Rioja del 11 de marzo de 1973, sin haberse conformado el FREJULI en el ámbito provincial, ​la fórmula Menem-Sánchez ganó con el 57,49 % de los votos contra el 29,06 % obtenido por la UCR.

Luego sobrevino la dictadura militar, que lo puso entre las rejas junto a otros tantos militantes peronistas. Estuvo privado ilegalmente de su libertad durante casi cuatro años: primero en el Regimiento de Infantería 15 de La Rioja, y luego a bordo del barco 33 Orientales. En julio de 1976 fue trasladado a un centro de detención en Magdalena. Allí recibió en distintas oportunidades la visita del fraile lego franciscano Pedro Errecart (el religioso más amigo de Perón), quien solía visitar a los presos políticos. Para levantarles el espíritu, además de rezar con ellos, los invitaba a cantar la marcha peronista.

 

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Foto dedicada por Carlos Menem a fray Pedro Errecart, publicada en el libro Perón Íntimo de Ignacio Cloppet.

 

Fue liberado definitivamente el 8 de enero de 1981, tras haber pasado una larga temporada con prisión domiciliaria y después en Las Lomitas, provincia de Formosa.

La derrota en la Guerra de Malvinas, produjo el deterioro del gobierno militar. En octubre de 1982 Menem dio una entrevista a la Revista Extra, en donde apoyó la conducción del PJ por parte de Isabel Perón, aunque se manifestó a favor de que que se respetaran los resultados de las elecciones internas y apoyaran a los candidatos vencedores. En 1983-1987 y 1987-1989 volvería a ser reelegido gobernador de su provincia.

Durante los años del gobierno de Alfonsín, el riojano comenzó a tener una gravitación nacional, y empezó a ser una alternativa frente al peronismo renovador, encabezado por Antonio Cafiero.

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Un hito histórico se produjo el 9 de julio de 1988, donde por primera vez en la historia del peronismo, se realizaron internas partidarias para elegir a los candidatos. Menem, el hombre del interior, de la Argentina profunda, hijo de inmigrantes árabes, un abogado de 53 años, venció al economista, al legendario Antonio Cafiero en esas elecciones (por más de cien mil votos de diferencia), algo impensado, pues todo indicaba que ganaría el candidato de la provincia de Buenos Aires. Menem y su compañero de fórmula, el diputado Eduardo Duhalde, serían los candidatos del PJ para la elección presidencial de 1989.

El ocaso del gobierno radical se intensificó, y Alfonsín tuvo que adelantar el llamado de las elecciones a mayo, cuando estas deberían haber tenido lugar en octubre. El domingo 14 de mayo se realizaron los comicios presidenciales. Menem obtuvo una amplia victoria con el 48,51% de los votos, contra el 37,10% logrado por Eduardo Angeloz.

La decadencia reinante llevó a que los radicales no pudieron concluir el mandato constitucional, subsumidos por la impericia del presidente Alfonsín y su débil gabinete, que cedieron frente a la crisis económica y política que ellos mismos habían provocado por sus permanentes fracasos.

El 31 de mayo de 1989, Menem y Alfonsín se reunieron en la quinta de Olivos, para pautar el traspaso presidencial.

 

Carlos Menem y Raúl Alfonsín
Carlos Menem junto a Raúl Alfonsín.

 

De esta forma, el presidente electo asumió su gobierno el día 8 de julio de 1989. Lo asistía el triunfo electoral, y lo que es más importante, el apoyo popular.

El peronismo regresó al poder. Hasta ese momento, nadie dudaba que Menem tenía militancia, historia y trayectoria dentro del Justicialismo. No en vano fue parte de la resistencia peronista, y víctima de la dictadura militar. Esos “trofeos de guerra”, junto con su carisma y conexión con el pueblo, son los que lo condujeron al poder.

Si bien durante su primera presidencia logró algunos aciertos, la realidad lo llevo a readaptarse a la globalización mundial. No pretendo con esta nota caerle encima, pues son muchas las plumas que lo vienen haciendo durante todos estos días. No me gusta trillar, ni menos sumarme al grito unísono de achacarle todos los males del país, tal cual hacen cada vez que pueden con Perón.

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Quisiera poner de resalto algunos hechos de su gobierno, que puedo testificar sin faltar a la verdad, y con absoluta objetividad.

Una de sus promesas de campaña fue la de repatriar los restos de Juan Manuel de Rosas. Estamos acostumbrados que los candidatos suelen hacer promesas mientras recorren los distritos, y la verdad, es que cuando llegan al poder, se las olvidan y no las cumplen.

El tema de Rosas no era menor. Su derrota en Caseros y el exilio obligado en Inglaterra, fue la base para que la historia oficial lo condenara desde entonces como un tirano y sanguinario.

En su momento Perón tuvo la idea de repatriar los restos, durante su segunda presidencia, que no pudo terminar por el golpe de estado de septiembre de 1955. Por eso, cuando volvió a la presidencia en 1973, nombró a Manuel de Anchorena embajador en Gran Bretaña con un encargo principal: repatriar los restos de Rosas. La muerte de Perón el 1º de julio de 1974, truncó las expectativas de la repatriación.

Fue Menem quien decidió tomar el guante que dejó Perón. Entre las primeras acciones de su gobierno, formó una “Junta Ejecutiva para la Repatriación de los Restos del brigadier general Juan Manuel de Rosas”. Paralelamente un grupo de políticos, académicos, gremialistas y militantes, organizaron una Comisión Popular. La Junta Ejecutiva tenía la misión de viajar al Reino Unido y ocuparse de todos los detalles diplomáticos para traer los restos mortales. La Comisión Popular, la de organizar los actos y la convocatoria para la recepción del Restaurador, una vez llegados al suelo patrio.

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Si bien Menem admiraba a Facundo Quiroga y era rosista, su plan de repatriación se orientó principalmente en promover la unión de los argentinos. No cabía en su mente que después de tantos años de división, no se pudiera reconstituir la pacificación nacional. Por eso tomó la firme decisión de que los restos de Rosas, descansen en paz en la tierra que lo vio nacer.

El día 30 de septiembre llegaron al aeropuerto internacional de Rosario. Ese día, la maldición profética del poeta unitario José Mármol: “Ni el polvo de sus huesos la América tendrá”, se desmoronó para siempre.

En la madrugada del 1º de octubre, el féretro fue trasladado a bordo del patrullero “Murature” por el río Paraná. A lo largo de la navegación, miles de personas rindieron honor a Rosas desde las orillas del río, principalmente en la Vuelta de Obligado. Finalmente llegó al puerto de Buenos Aires ese domingo cerca del mediodía, donde una multitud lo estaba esperando.

En el cementerio de la Recoleta, lo aguardaban, Menem junto a su gabinete y otros funcionarios del gobierno, descendientes de Rosas, de los generales unitarios, y el P. Alberto Ezcurra Uriburu que rezó el responso. Posteriormente, el féretro que estaba cubierto con la bandera nacional, como Juan Manuel dispuso en su testamento -sin lujo ni ostentación alguna-, fue depositado en la bóveda de la familia Ortíz de Rozas.

La presidencia de Menem tendrá otros reconocimientos hacia la figura de Rosas. Con el comienzo del nuevo sistema monetario, Rosas apareció en el billete de 20 pesos con Manuelita su hija.

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El Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, fundado por un prestigioso grupo de historiadores revisionistas el 8 de agosto de 1938, fue nacionalizado mediante los Decretos Nº 26/97 y Nº 940/97 firmados por Menem, bajo la órbita de la Secretaría de Cultura, con la denominación de “Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas”.

Mediante la ley 24.520, sancionada el 19 de julio de 1995, se dispuso la construcción del monumento a Rosas (obra del escultor Ricardo Dalla Lasta). El 8 de noviembre de 1999 fue erigido, y Menem lo inauguró en la Plaza Intendente Seeber, en Av. del Libertador y Sarmiento.

Como señalé, no es mi intención juzgar los diez años de gobierno y las conductas de Carlos Menem. Si bien es cierto que su estilo de hacer política se caracterizó por la frivolidad; fue netamente híper-presidencialista; llevó adelante la privatización de empresas del estado; se caracterizó por adaptarse a políticas liberales; las relaciones con Estados Unidos; la corrupción estatal; el Pacto de Olivos; la sanción de la Constitución de 1994; y tantos otros sucesos.

Asimismo, mantuvo una excelente relación con la Iglesia y el cardenal Antonio Quarracino. Fue un defensor de la vida humana, desde la concepción en el seno materno, al darle rango constitucional en 1994, incorporando el artículo 75, inciso 22º, que estipula que los Tratados, Declaraciones, Convenciones y Pactos que allí se enumeran en las condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional.

Tanto es así, que el propio Menem se constituyó en uno de los principales aliados del Vaticano en la cruzada opositora al aborto de cara a la IV Conferencia de Población y Desarrollo de El Cairo (1994).

Como si esto fuera poco, Argentina fue el primer país del mundo en declarar el “Día del Niño por Nacer”. Por Decreto Nº 1406/98 firmado por Menem el 7 de diciembre de 1998, fijó el 25 de marzo de cada año para celebrarlo.

Estos fueron, a grandes rasgos, algunos de los hechos que la historia se deberá ocupar, cuando se logre una mayor perspectiva y transcurra el paso del tiempo. Hoy permanecen abiertas muchas heridas, acusaciones y ataques hacia su figura, que no son buenas consejeras para ser ecuánimes en el juicio histórico.

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Una apostilla: en la campaña para la legalización del aborto en 2018, el senador Menem fue uno de los firmantes de un documento titulado: “Los peronistas decimos sí a la vida y no al aborto”, el que dice: "En primer lugar, el aborto no es una cuestión meramente moral o de conciencia individual de las personas. Por el contrario, consideramos que la defensa de la persona humana y su derecho fundamental a la vida desde su inicio hasta su término, constituye el fundamento de la convivencia humana y de la comunidad política".

Días pasados he visto publicado en la cuenta de twitter de Pablo Sirven (@psirven), quien reproduce la última pregunta de una entrevista que le hizo a Menem para la Revista “Nueva”, poco antes de las elecciones donde sería derrotado por Fernando de la Rúa. Allí deja en claro su posición frente al peronismo.

-Antes se acusaba al peronismo de populista, pero con usted parece haber dado un viraje conservador.

- ¿Sabe lo que dijo Perón? “El último conservador del país soy yo”. Yo lo sigo a Perón en todo pero no soy conservador, soy un peronista aggiornado. Si me hubiese quedado en el peronismo del ´46, ya me habrían echado hace rato”.


 

* Ignacio Cloppet. Miembro de la Academia Argentina de la Historia.