OPINIóN
“No hay plata”

Hipótesis de conflicto

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INCAA. Le cortaron las partidas sin piedad, pero aumentaron las de los servicios de inteligencia. | cedoc

Nos lo había avisado en campaña, por lo que nadie puede acusar sorpresa: la cultura, la educación y la ciencia serían víctimas de decisiones políticas y de agresiones constantes si Milei era elegido presidente. También, adelantó que iba a tener una mirada en favor de la cartera de Defensa, aumentando la atención que las arcas del Estado le venían brindando hasta el momento y haciéndola correr en paralelo con un discurso negacionista acerca de la última dictadura. A esto, en el último tiempo se le sumó la inexplicable asignación de recursos a la nueva-vieja SIDE, que ve que sus gastos reservados crecen de manera exponencial en tiempos donde se militan ajustes varios y déficit cero.

No solo la erogación por decreto de 100 mil millones de pesos (de los que ya se habrían gastado más del 80%) en Inteligencia carece de sentido en un contexto de desinversión oficial en distintas áreas sensibles, sino que la ejecución de esos gastos es tan secreta como el organismo de espías. Ni más ni menos que todo lo opuesto a lo que se les exige, por ejemplo, a las universidades, instituciones que hasta hace poco parecían ser las únicas que debían tener sus números auditados. Bueno, exagero cuando digo únicas, la cultura también corre con esa suerte discursiva. Mostrar las cuentas por supuesto es una obligación aceptable para cualquier gestión, pero sabemos que al ser destacado en público abona a la sensación de que en las casas de estudio o el Incaa, por nombrar a algunos apuntados, se producen situaciones, como mínimo, poco claras.

El “no hay plata” tenía más fines ideológicos que económicos: engañar y quitar derechos

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La óptica militar creó el concepto de hipótesis de conflicto, para representar las posibles crisis entre personas o naciones. El gobierno nacional maneja las suyas y si no las tiene, las inventa. La creación de un enemigo o agigantar su figura es una manera de hacer política que no tiene nada de novedoso ni sofisticado, aunque en el caso de la Argentina actual podemos encontrar un rasgo distintivo: el avance sobre colectivos que nos llenan de orgullo y que tienen plena relación con el sentir democrático, como la educación pública, nuestros artistas o científicos.

En ese sentido, el Incaa informó en junio pasado que “siguiendo el mandato de ahorro y cuidado del dinero del contribuyente, se han tomado una serie de medidas que en una primera etapa han permitido ahorrar más de 3 mil millones de pesos anuales, y que tienen como objetivo el equilibrio financiero para fin de año”. O sea, según este comunicado de tono propagandístico donde el cine es rival directo del “contribuyente”, la producción cinematográfica (que genera más de 600 mil puestos de trabajo y que, como hemos dicho tantas veces, repercute positivamente en distintos sectores de la economía) va a caer a mínimos históricos para que el Estado atesore un 3% de lo que destina para que la ex AFI engorde su billetera para actividades sin conocimiento público.

“Los dichos del vocero Manuel Adorni, del ministro Federico Sturzenegger y de quienes los reproducen están basados en una enorme ignorancia sobre la actividad, una cantidad de prejuicios asombrosos y sí, la construcción de un enemigo (en este caso los cineastas, actores y productores) para esta batalla cultural de la que habla el presidente Milei. Construir un enemigo es una manera de aglutinar voluntades y ubicar a un sector, cuyo aporte social es de contenido simbólico (además de concreto, económico e industrial)”, le dijo días atrás Vanesa Ragone a elDiarioAR. La paradoja de lo que reflexiona la productora de El secreto de sus ojos es que lo que se le resta de financiamiento a realizar películas se utilizaría para, entre otras cosas, perseguir en redes sociales a esos cineastas, actores y productores.

Como vemos, el “no hay plata” tenía más fines ideológicos que económicos y servía para redistribuir ingresos de la forma más cruel, engañando y retirando derechos. Hoy, la realidad nos demuestra que hay más intenciones oficiales de invertir para alimentar discursos de odio que a niñas y niños que pasan hambre. Que todos los días asistimos a un festival de operaciones, pero que el de cine de Mar del Plata está en serias dudas de llevarse a cabo. Que, como dijo una diputada libertaria, no se pueden aumentar los salarios docentes, porque no está dentro del ámbito de las cosas que se pueden pagar en este momento. Porque, claro, este es el tiempo del conflicto. No hay otra hipótesis.

*Gestor cultural. Fue director del Centro Cultural San Martín.