OPINIóN
LENGUAJE INCLUSIVO II

Indómito

lenguaje inclusivo
En países donde las normas de género siguen arraigadas, las normas tradicionales del lenguaje pueden convertirse incluso en un obstáculo para la igualdad. | PIXABAY

La paradoja del gato de Schrödinger es bastante conocida. Y si el lector no la sabe, aquí va: en 1935, Erwing Schrödinger formuló la siguiente incertidumbre: en una caja opaca hay un gato encerrado y dentro hay un mecanismo que puede liberar un veneno. Si el mecanismo detecta electrones, libera el veneno y el gato muere. Si no, no. Hay un 50% de probabilidades de que suceda una cosa o la otra.

Hasta aquí todo es claro. Pero en el nivel cuántico, las cosas se complican, porque el electrón es onda y partícula a la vez. Por lo cual cumple las dos funciones al mismo tiempo: activar el mecanismo y evitarlo. En el nivel cuántico, en su estado virtual, el gato está vivo y muerto al mismo tiempo. Solo cuando abramos la caja, nosotros lo veremos vivo o muerto.

El 10 de junio pasado, la resolución 2566/2022 del Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Bueno Aires reguló el uso escolar del denominado “lenguaje inclusivo”. Especialmente la utilización en las aulas de la e, x, @, etc.

Y así, se renovó la discusión sobre el tema, que había quedado sepultada por otras cuestiones. Pero a no entusiasmarse. La actualización del debate no trajo demasiadas novedades. Solo generó una oferta de recursos de amparo que apelaron al mismo argumento legal: la vulneración de la ley de identidad de género. Pero también se hizo referencia a los derechos del niño; a la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer e incluso a los Principios de Yogyakarta presentados ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Otra observación: la conversación sobre el tema no tuvo gran impacto social. Se hizo cuántica, inespecífica, mínima. Es que la politización del tema nos creó la misma incertidumbre de Schrödinger: no permite distinguir claramente hasta dónde si yo digo “perro” o “plaza” estoy apoyando al patriarcado heteronormativo binarista. O simplemente quiero llevar a mi perro a la plaza. No hay muchos argumentos válidos que apoyen esta teoría.

Y además, las personas están preocupadas por otras cosas. Si se trató de un artificio en el marco del entramado político, tuvo poco efecto. Fue mal diseñado.

El lenguaje es algo vivo, que se transforma, que, aunque no nos guste, cambia

Conviene aquí volver a una cuestión sustancial. El lenguaje es algo vivo, que se transforma, que, aunque no nos guste, cambia. Las lenguas –latín, sánscrito– que no se utilizan son lenguas muertas, justamente por eso. El cambio en las estructuras de un idioma se ha producido desde siempre. Por ejemplo, los adolescentes son campeones en el uso y abuso del lenguaje. Juegan con él, lo transforman. Lo moldean a su antojo. Y en ese juego, nos ofrecen una nueva mirada del mundo.

Este hecho es inevitable. Pero para desaliento de la tribuna militante, el lenguaje es indómito. No acepta subyugación cultural. Por eso existe la RAE (Real Academia Española): no para dominarlo, sino para organizar las impetuosas corrientes y flujos de su ejercicio. En los juegos del lenguaje, la libertad es total. Podemos cambiar una a o una o por una e, x o @. Pero nadie puede imponer la regla a todo el mundo, por más que quiera. El fallido proyecto panglobal del “esperanto” es la prueba fáctica de ello.

En el discurso mediatizado de la diversidad se encierra la paradoja cuántica de lo inespecífico: propone borrar las barreras del género. ¿No es esto someternos a las lógicas de lo homogéneo? ¿No sería contrario a la variedad del arco iris tan promocionada desde el marketing cultural? En todo esto, otra cuestión insoslayable: si la sociedad percibe que un cambio en la lengua es positivo, lo adopta y el sistema cambia. Habría que preguntarse por qué los cultores de la @ y la x no logran entonces popularizar su uso…

En la física cuántica, el gato de Schrödinger está muerto y vivo a la vez. Quizás es hembra y macho al mismo tiempo, sin género. Como el lenguaje inclusivo. Pero atentos: la física cuántica actúa a escala subatómica y solo bajo determinadas condiciones. Cualquier interacción con el entorno hace que sus leyes dejen de aplicarse. Por eso la cuántica no vale en el mundo de lo grande. Tal vez sea el momento de incluir en la conversación social temas más grandes.

*Decano de la Universidad del Salvador. Facultad de Ciencias de la Educación y de la Comunicación.