OPINIóN
Historia

A 20 años del 2001: un diciembre muy caliente, el de 1975

Desde la crisis del gobierno de De la Rúa se suele plantear que diciembre es un mes “caliente” por la proliferación de reclamos sociales, protestas, malestar de la sociedad y el calor agobiante. El de 1975 fue la antesala de la etapa más trágica de la historia argentina contemporánea, marcada por el inicio de la dictadura cívico-militar.

Ataque a Monte chingolo 20201223
Ataque guerrillero al regimiento de Monte Chingolo | Cedoc Perfil

Desde la crisis terminal del gobierno de Fernando de la Rúa en 2001, se suele plantear que diciembre es un mes “caliente”, aludiendo a la proliferación de reclamos de diferentes sectores sociales, protestas callejeras, malestar de la sociedad y por supuesto, el calor agobiante. En esta ocasión, utilizando fuentes de época, reconstruyo un diciembre muy caliente, el del año 1975, antesala de la etapa más trágica de la historia argentina contemporánea, marcada por el inicio de la dictadura cívico-militar autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”.

Para diciembre de 1975, María Estela Martínez de Perón, “Isabelita”, llevaba más de un año y medio como presidenta (con intervalos por licencias médico-psiquiátricas) tras la muerte de Juan Domingo Perón en julio de 1974. El país atravesaba una crítica situación económica, que se había “devorado” varios ministros de Hacienda a lo que se sumaban altos niveles de violencia política, con decenas de muertos a diario, a manos de bandas armadas paraestatales (como la Triple A y el Comando Libertadores de América), las fuerzas armadas y de seguridad y las organizaciones guerrilleras, en particular, Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo. Cabe señalar que hacía trece meses, desde noviembre de 1974, regía el estado de sitio que implicaba la suspensión de las garantías constitucionales.

En el plano político, el partido gobernante (Justicialista), atravesaba una feroz interna entre “verticalistas” y “rebeldes”. El debate giraba en torno a desestimar o profundizar una investigación que afectaba a la Presidenta y a su entorno más cercano (el otrora poderoso José López Rega, “El Brujo”, que se había fugado a Madrid) sobre el manejo de fondos públicos en el Ministerio de Bienestar Social. La sangre llegó al río, el partido se fracturó y veintisiete diputados se fueron del bloque justicialista.

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Diciembre de 1975: el declive final de las guerrillas en la Argentina

En esos días, en una entrevista al diario Clarín, Monseñor Octavio Derisi, rector de la Universidad Católica Argentina y obispo auxiliar de La Plata, señaló que estaba de acuerdo con la ley sancionada recientemente que prohibía la actividad política en las universidades. Asimismo afirmó que la Iglesia y el mal (se refería al comunismo), mantenían un combate con el objetivo de formar a los adolescentes que ingresaban a los claustros y que aquella se ocupaba que los jóvenes “tengan un desarrollo técnico-profesional y también cristiano, para que de esa forma quede integrado dentro de una visión y una vida al servicio del Bien…por ello también -agregó- las fuerzas del Mal, como el comunismo se preocupan tanto en tomar a la juventud universitaria con seudoideales de liberación, humanismo, para hacerlos agentes de estas ideas materialistas totalitarias que conducen a la destrucción de todo orden humano”.

Mientras el mundo miraba expectante el encuentro en Pekín entre el presidente norteamericano Gerald Ford y Mao Tse Tung, líder de la Revolución China, en Paraná, Entre Ríos, la guerrilla peronista Montoneros asesinaba a Jorge Cáceres Monié y a su esposa, Beatriz Sasiaín. Monié había sido Jefe de la Policía Federal y Comandante del Segundo Cuerpo de Ejército. El crimen fue repudiado por todo el arco político y sindical. Por ejemplo, las 62 Organizaciones, lideradas por Lorenzo Miguel, publicaron una solicitada afirmando que “la delincuencia subversiva sigue atacando al pueblo y a la patria”, hacían llegar su solidaridad a las Fuerzas Armadas y llamaban a estrechar filas frente a la permanente agresión de minorías asesinas.

Al velatorio de Cáceres Monié y su esposa, asistieron el Ministro de Defensa, Tomás Vottero, el Jefe del Ejército Jorge Rafael Videla, Jorge Ramón Diaz Bessone, del II Cuerpo de Ejército y Luciano Jáuregui de la II Brigada de Caballería Blindada. Este último habló ante los féretros y de manera anticipatoria apuntó que “los que quedamos en el surco sabemos como es esta guerra y la vamos a pelear y ganar en el terreno que elijan: en los montes tucumanos, en las calles de nuestras ciudades, en las fábricas donde se pretende sabotear nuestra capacidad de producir, en los claustros donde se envenena a nuestra juventud con doctrinas foráneas, en los medios masivos de comunicación que pretenden deformar nuestro ser nacional, en la Iglesia que pretende cambiar nuestro Dios, en la justicia venal y complaciente”.

Las secuelas del último golpe de Estado cívico-militar

Estos discursos que preanunciaban el terrorismo de estado se repetían por doquier en aquellos días. Así, en la ceremonia de egreso de los ingenieros militares de la Escuela Superior Técnica del Ejército, Joaquín Acuña -director de la institución-afirmó, a viva voz que “…hoy…necesitamos la presencia de este ejército invicto para exterminar los males de una subversión sembrada por traidores, mercenarios y traficantes que saben envenenar y envilecer las almas”. También apuntó que “los ideólogos de la subversión son internacionales”, que buscaban llevar a la Argentina a la “esclavitud colectivista”, que pese a pretender la defensa de los desposeídos no había ni un solo obrero entre sus dirigentes y que se autodenominaban “ejército” pero no eran más que “una banda de delincuentes”.

Como indicamos, amén de los altos niveles de violencia política (todos los días aparecían noticias sobre cuerpos acribillados y/o carbonizados de estudiantes, obreros y obreras, profesionales, etc.), el país estaba en una crítica situación económica. Por ejemplo, Celedonio Pereda, Presidente de la Sociedad Rural Argentina, afirmó que la nación afrontaba “la crisis más grave de su historia y que al gobierno le queda poca capacidad de maniobra y poco tiempo para reaccionar”. Repudiaba la “ola de inmoralidad” que vivía el país desde mayo de 1973 [aludía a la asunción de Cámpora y el regreso del peronismo al poder] en que “vimos pasar cinco presidentes y seis ministros de economía”. En la misma dirección, la Memoria Anual del Centro de Industriales Siderúrgicos, refería a “situaciones cambiantes, resultados adversos y oscuros panoramas”.

No todas eran “pálidas”. En esos días, informaba Clarín, Buenos Aires atravesaba un “boom turístico” de viajeros de clase media provenientes de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica por la “actual cotización del peso argentino y las manipulaciones que sin muchas dificultades pueden realizar en el mercado local ‘paralelo’”. Según el cronista del diario, los viajeros dejaban propinas “siderales” y los mozos tenían que tolerar “caprichos” como el de ese turista norteamericano que insistió en comer bife con helado de crema.

El 18 de diciembre, Isabel, luego de inaugurar junto al presidente uruguayo Bordaberry el puente que unía Colón y Paysandú, convocó a elecciones para el 17 de octubre de 1976. Como respuesta, al otro día, se produjo un levantamiento en la Fuerza Área contra el gobierno nacional encabezado por el Brigadier Orlando Capellini. Los rebeldes pedían la destitución de Isabel y su reemplazo por Jorge Rafael Videla. En su primer comunicado argumentaron que “…este no es un problema institucional de la Fuerza Aérea, sino que es un problema de orden nacional, porque se han agotado todas las esperanzas políticas, económicas y sociales [y que] no estamos en contra de ningún partido político sino en contra de todo lo que sea corrupción y comunismo”. La asonada militar tuvo algún apoyo en las bases de Morón, San Luis y Mendoza y finalizó, tras cuatro días de febriles negociaciones, un paro general de la CGT en apoyo al gobierno y -especialmente- dos horas de intenso bombardeo en Morón. Como resultado, Héctor Fautario, Jefe de la Fuerza Aérea, fue reemplazado por Orlando Ramón Agosti y de este modo quedaba conformada la Junta Militar que poco después asaltaría el poder (Videla, Massera y el mencionado Agosti).

El secuestro de Aramburu y la aparición de Montoneros

Sobre este conflicto al interior de las fuerzas armadas, el diario Clarín tituló su editorial “La hora de la sensatez” donde afirmó que “no es preciso subraya que la Argentina de hoy no está en condiciones de soportar catástrofes adicionales. La sangre y la muerte están en tren de convertirse en espectáculos cotidianos a los que no debe añadirse ahora el constituido por una lucha abierta con el empleo de un potencial bélico de mayor envergadura que el país adquirió y necesita para otros cometidos”. ¿Cuáles serían esos cometidos? ¿La preparación del golpe militar de marzo de 1976?

Por su parte, la Unión Cívica Radical sugería que Isabel se tomase una “larga licencia” y su líder Ricardo Balbín expresaba su alarma ante la “subversión en las fábricas” y se preguntaba qué estaban haciendo los dirigentes gremiales para evitarla y dónde estaban los denunciadores de la guerrilla en las fábricas.

El débil gobierno de Isabel no ganaba para sustos, el 22 de diciembre se solucionó el conflicto en la Fuerza Aérea y al día siguiente, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) lanzó el operativo militar más importante de su historia: el intento de copamiento del Regimiento Domingo Viejo bueno en la localidad bonaerense de Monte Chingolo, donde se alojaba el arsenal más importante del país. Para Mario Roberto Santucho, líder del ERP, Monte Chingolo era una “acción tan importante como el asalto al cuartel de la Moncada que dirigió Fidel Castro en Cuba. Nos permitirá cambiar el destino de la lucha de clases en Argentina”. Sin embargo, la guerrilla guevarista estaba infiltrada hacía tiempo y el Ejército y el Servicio de Inteligencia estaban al tanto del operativo. El resultado fue previsible: el copamiento fracasó, más de cien guerrilleros y guerrilleras fueron asesinados y se inició el declive definitivo del ERP.

Al otro día, en la Nochebuena, Jorge Rafael Videla viajó a Tucumán para “arengar” a las tropas que combatían a la “subversión” en el marco del Operativo Independencia. Allí le dio un plazo de 90 días al gobierno de Isabel para “ordenar” el caos económico, social y político. Mientras, comenzaron a preparar la estrategia para realizar una masacre sin precedentes en la historia argentina: el establecimiento de más de 350 campos de concentración y la metodología de la desaparición de personas.

A 20 años de la crisis de 2001: del principio de ilusión al de realidad

En estas líneas procuramos mostrar las vicisitudes de un diciembre “muy caliente”, el del año 1975, atravesado por altos niveles de violencia política, tensiones en el partido gobernante, una crisis económica sin precedentes y la preparación del plan de exterminio que se comenzó a aplicar en todo el país a partir del 24 de marzo de 1976.

Felices fiestas y que tengan un gran año 2022!!