OPINIóN
29 de mayo de 1970

El secuestro de Aramburu y la aparición de Montoneros

A partir del análisis del secuestro y posterior asesinato del ex dictador Pedro Eugenio Aramburu, realizado por la guerrilla peronista Montoneros, el autor propone algunas reflexiones en torno a la lucha armada en la década de 1970.

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Pedro Eugenio Aramburu | cedoc

Primero, el hecho: en la mañana del 29 de mayo de 1970, un grupo de jóvenes, católicos, nacionalistas, egresados del distinguido Colegio Nacional Buenos Aires, se presentaron, disfrazados de militares, en la casa del ex dictador Pedro Eugenio Aramburu con la excusa de ofrecerle custodia. Ese día, el Ejército argentino celebra su “nacimiento” y se cumplía el primer aniversario del Cordobazo (gran revuelta obrero-estudiantil que puso en jaque a la dictadura de Onganía).

A partir de un plan milimétricamente organizado, Aramburu fue secuestrado, conducido a una estancia, en Timote (provincia de Buenos Aires), enjuiciado por un tribunal “popular” y ejecutado. Los cargos fueron: la proscripción del peronismo; el robo y mutilación del cadáver de Eva Perón, los fusilamientos a peronistas (militares y civiles) en junio de 1956; la política económica antipopular, etc. Este hecho, conocido como el Aramburazo, tuvo un fuerte impacto en la opinión pública y eyectó del cargo al dictador Onganía.

Parque Chas, el capítulo menos conocido del secuestro de Aramburu

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Segundo, algunas reflexiones: en la sociedad argentina sigue vigente el interés por el tema de la lucha armada en la década de 1970 (mejor dicho, en aquellos/as que tenemos resuelto el techo, cómo nos abrigaremos y qué comeremos a lo largo del mes). Este interés lo podemos observar, entre otros, en los éxitos de ventas de libros de María O’ Donnell (Born, Aramburu), las sesudas investigaciones de Marcelo Larraquy (Galimberti, López Rega) y los trabajos de Ceferino Reato (Los 70, Operación Traviata).

En este breve espacio no vengo a traer “verdades reveladas”, sino algunos tópicos para seguir pensando y reflexionando. Al analizar este período entonces:

a) Es preciso atender al contexto general de transformaciones políticas, sociales y culturales de la década de 1960: el triunfo de la Revolución Cubana -y la construcción del socialismo-; los cambios en la Iglesia Católica, “un oído en el Evangelio y un oído en el pueblo”; el Mayo Francés, la Guerra de Vietnam, el hipismo, la píldora anticonceptiva, el rock and roll y un largo etcétera.

b) Se suele argumentar -de forma descontextualizada- que los guerrilleros/as eran “antidemocráticos”. Cabe preguntarse, ¿qué era la democracia para estos jóvenes? ¿qué experiencia vital tenían con aquella democracia?

El 1 de Junio de 1970 el grupo armado Montoneros asesinó al ex dictador Pedro Eugenio Aramburu

 

Analicemos por un instante la biografía de dos de los integrantes del grupo que secuestró y asesinó a Aramburu: Fernando Abal Medina (1947) y Carlos Gustavo Ramus (1947). Tenían 7 u 8 años cuando vieron caer cientos de bombas sobre la Plaza de Mayo que masacraron a más de 350 argentinos y argentinas; cuando escucharon a un presidente gritar enardecido que “por cada uno de los nuestros que caigan, caerán cinco de ellos; vieron el golpe de la “Libertadora” y la proscripción del peronismo; el gobierno de Frondizi y su caída; la gestión honesta de Illia pero carente de apoyos y con una escasa legitimidad de origen y de nuevo el golpe, en 1966, esta vez autodenominado “Revolución Argentina”.

Si hacemos cuentas: Ramus y Abal Medina, nacidos en 1947, estarían habilitados para votar en 1965, al cumplir 18 años, con lo cual jamás votaron en su corta vida (fueron asesinados en 1970). Retomo la pregunta: ¿qué experiencia democrática tendrían? Ninguna.

 

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Pedro Eugenio Aramburu fue secuestrado por Montoneros, conducido a una estancia, en Timote (provincia de Buenos Aires) y ejecutado. El hecho, conocido como el Aramburazo, tuvo un fuerte impacto en la opinión pública.

 

c) Creo  que es preciso marcar diferentes etapas en la historia de las dos guerrillas más importantes de esa década -Montoneros, de filiación peronista y el Ejército Revolucionario del Pueblo, guevarista-, una que cubre el período 1970-1973 (en dictadura, con cierto apoyo popular, por acción u omisión) y otra que aborda el período 1973-1976 (retorno y muerte de Perón, gobierno de Isabel, López Rega y la Triple A, Alianza Anticomunista Argentina).

d) No fueron lo mismo la guerrilla que las Fuerzas Armadas; no comparto la denominada “Teoría de los Dos Demonios”, plasmada en el prólogo del Nunca Más, de septiembre de 1984, que en su primer párrafo indicaba que “durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países” y más adelante argumenta que “a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos”.

 

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La mañana del secuestro: el 29 de mayo de 1970, un grupo de jóvenes disfrazados de militares,
se presentó, en la casa del ex dictador Pedro Eugenio Aramburu con la excusa de ofrecerle custodia. 

 

e) A mi juicio, el golpe cívico-militar iniciado el 24 de marzo de 1976 no se llevó a cabo para eliminar a la “subversión”, puesto que ésta ya estaba en franca decadencia o virtualmente derrotada. Fue para eliminar a diferentes sectores sociales que luchaban -sin armas- por un país más igualitario, con una mejor distribución de la riqueza, e implementar a posteriori un modelo económico neoliberal.

Volvamos al prólogo del Nunca Más (remarco: septiembre 1984, durante el gobierno de Alfonsín, insospechado de “setentismo kirchnerista”). Sobre los desaparecidos afirmaba “en el delirio semántico, encabezado por calificaciones como «marxismo-leninismo», «apátridas», «materialistas y ateos», «enemigos de los valores occidentales y cristianos», todo era posible: desde gente que propiciaba una revolución social hasta adolescentes sensibles que iban a villas-miseria para ayudar a sus moradores. Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil, periodistas que no eran adictos a la dictadura, psicólogos y sociólogos por pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes que habían llevado las enseñanzas de Cristo a barriadas miserables. Y amigos de cualquiera de ellos, y amigos de esos amigos, gente que había sido denunciada por venganza personal y por secuestrados bajo tortura. Todos, en su mayoría inocentes de terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores”.

 

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Pedro Eugenio Aramburu

 

f) El Terrorismo de Estado en la Argentina comenzó antes del 24 de marzo de 1976, durante el tercer gobierno peronista, con el accionar de la Triple A que funcionaba en el Ministerio de Bienestar Social, dirigido por José López Rega, ex mayordomo de Perón, y que asesinó entre 1500 y 2000 personas (dirigentes políticos, intelectuales, artistas, etc.).

Profundizar en el macabro accionar de esta organización (se han hecho algunos juicios, recientemente se ha liberado asesinos) es otra de las deudas de la democracia y la justicia argentina. ¿Esto aminora la represión de la dictadura militar? En absoluto.

El bombardeo a la Plaza de Mayo y los orígenes de la violencia política

g) No entraría en numerologías: el año pasado el periodista Ceferino Reato, publicó una columna en Perfil indicando que los desaparecidos ascendían a casi 8000 mil y los muertos por la guerrilla a 1000. Hubo intensos debates en las redes sociales; desde el mundo académico se lo cuestionó por no utilizar (o no conocer) la literatura científica; que consideraba como víctimas del terrorismo de estado a los desaparecidos y asesinados sin contar exiliados, bebés apropiados y sobrevivientes; que contaba víctimas registradas de una masacre represiva que fue esencialmente clandestina (el llamado Derecho Penal subterráneo: ejercicio de un poder punitivo paralelo por parte de las fuerzas armadas y de seguridad al margen de cualquier legalidad y por fuera del poder jurídico); que Reinaldo Bignone, el último presidente de facto, ordenó destruir toda la documentación existente sobre la llamada “Guerra Sucia”; etc. Ahora bien, supongamos que eligiésemos entrar en ese debate: 8000 muertos de un lado y 1000 del otro ¿no parece una guerra un tanto desigual?

h) Finalmente, dejo la pregunta, para la cual -como todas las demás- no tengo respuestas firmes: ¿es lo mismo secuestrar a Oberdan Sallustro, directivo de FIAT y luego, cuando la policía descubre el escondite asesinarlo, o fusilar al General Juan Carlos Sánchez, acusado de ser un militar torturador; que ir a la casa de una persona (o a la puerta de su trabajo), secuestrarla, robarle todas sus pertenencias, llevarla a un campo de concentración, torturarla hasta el infinito, meterle ratas en el ano y vagina, quitarle a su hijo y entregarlo en adopción, colocarle cemento en los pies y arrojarla viva de un avión? Creería que no. Sin dudar lo afirmo. No es lo mismo. Tal vez, si le preguntamos a los deudos de Sallustro y Sánchez tendrán otra mirada.

En su último libro, Fernández Meijide polemiza por la cifra de desaparecidos

Estas cosas, ahora mismo están en discusión: los familiares del Capitán Argentino del Valle Larrabure asesinado por el ERP, quieren que se declare delito de lesa humanidad, por lo tanto imprescriptible y poder llevar a juicio a sus asesinos.

En suma, algunas ideas y reflexiones para seguir pensando, preguntándonos, intercambiando ideas sobre estos años de la Argentina que se resisten a abandonarnos.