Uno de los grandes desafíos de toda sociedad es lograr un desarrollo equitativo, sustentable, inclusivo y armónico de sus integrantes en la búsqueda constante de mejores condiciones de vida, que logre dignificarlos como personas, en forma individual y como participes de bienes colectivos.
Para lo cual, aspectos que vinculan a la gestión pública con la actuación de los sectores privados de producción y trabajo, se erigen en una cuestión prioritaria, en toda gestión de gobierno, máxime en la República Argentina con un vasto territorio que exige necesariamente, tener en cuenta las diferentes realidades que se presentan en su extensa geografía, que en el concierto mundial, se ubica en el octavo lugar de países de gran extensión espacial.
Por ello, la conformación de provincias, municipios, comunas, departamentos, partidos, etc., en muchos casos, respondieron a criterios geopolíticos, administrativos o económicos, que fueron cambiando y mutando a lo largo de la historia institucional, social, económica y política de la Republica.
El ideario de descentralización política, económica, cultural y social, que impone la realidad geográfica, y que se proclamó en la Constitución Nacional en el año 1853, no muchas veces fue acompañado por las decisiones políticas de los gobiernos Provinciales y el Gobierno Nacional. Por eso, se impone una mirada renovada sobre lo local, y especialmente sobre la vinculación de las sociedades locales en la búsqueda de soluciones a problemas comunes.
A la realidad, ¿la podemos ver?
En diferentes épocas, y por las necesidades que se fueron presentando a nivel de las sociedades locales, que imponían, ante la demanda social, soluciones urgentes con escasos recursos, la implementación de estrategias comunes de gestión entre diferentes gobierno locales, que en forma circunstancial se asocian en forma casi espontánea, para hacer frente a necesidades comunes, de servicios, obras o adquisición de bienes indispensables para sus respectivas comunidades.
Por otra parte, se puede verificar en la actualidad que las divisiones político administrativas en Departamentos y Partidos que las Provincias crearon y que engloban a diferentes Municipios dentro de un mismo territorio, respondían a realidades o criterios discrecionales políticos centralistas, que hoy no guardan un correlato con la realidad de las cosas y la evolución de las comunidades locales. Produciéndose, en los hechos, integraciones naturales de sociedades con cercanía geográfica, conforme la voluntad de la sociedad civil y la actividad económica, generando un sentido de pertenencia y de desarrollo humano especifico, con sus falencias y virtudes.
La clara, proclamada y fácilmente comprobable asimetría de desarrollo de las diferentes regiones del país, y que se ha agudizado en las últimas décadas con el crecimiento de la pobreza y la indigencia, nos induce a pensar e idear nuevos instrumentos de desarrollo local, que involucre a lo cercano.
Surge, entonces la idea de la microrregión, como un ámbito de integración espacial para potenciar las posibilidades de los gobiernos locales y la sociedad civil, en la búsqueda de soluciones a los problemas estructurales comunes con una mirada regional, pero sin perder de vista la estrategia local de cada municipio.
La realidad geográfica de Argentina, nos muestra que el trazado de las rutas nacionales, por un lado, como el de las rutas y caminos provinciales, por el otro, no respondieron necesariamente en la práctica al esquema de integración propuesto, como regiones por las divisiones político administrativas creadas desde la época de la colonia y posteriormente, con la denominación de departamentos y partidos en las respectivas provincias.
Siendo las vías de comunicaciones terrestres esenciales en todo proceso de integración regional, estas fueron conformando nuevas realidades económicas, comerciales, productivas, de servicios, sociales y culturales, dando paso a lo que nosotros denominamos como “integración rural o vial”.
Por ello, el rol de las comunidades locales en base a la existencia de estas vías de comunicaciones, comienzan a tener un rol preponderante en el desarrollo de las zonas rurales y urbanas cercanas de este vasto país, con el anhelo de gestionar en forma eficaz y eficiente el acceso a bienes y servicios esenciales, para mejorar la calidad de vida de la población comprendida en una región especifica.
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Así, en las décadas del 80 y 90 del siglo 20, tanto en Europa como en América, comienza a valorarse la conformación e identificación de microrregiones rurales y urbanas, persiguiendo un “Desarrollo Microrregional Sostenible”, orientado a estrategias, acciones y programas de desarrollo urbano-rural, para lograr cambios estructurales en las desigualdades y desequilibrios espaciales.
Que en el caso de la República Argentina, involucra espacios urbanos y rurales, concebidos en la idea de microrregión, con la intención de desarrollar las potencialidades de los municipios urbanos, o en ciertos casos de Partido, con las zonas rurales involucradas en el ámbito geográfico circundante.
Esencia de la Microrregión:
Hace a la esencia de la existencia y conformación de microrregiones en la Argentina entre otros aspectos, los siguientes: la necesidad de crecimiento de las sociedades locales con mayor demanda de calidad de vida; la carencia de servicios y bienes de la comunidad y su imposibilidad de obtenerlos; la necesidad y esperanza de toda sociedad de contener a las futuras generaciones, que por falta de acceso a empleos y bienes migran a las grandes ciudades o al extranjero, generando una despoblación selectiva; la adversidad propia de la geografía, con claras asimetrías de crecimiento económico del país y sus regiones; la pobreza; la falta de políticas públicas sostenibles de desarrollo e integración, la falta de coordinación de esfuerzos entre el sector público y privado, la distribución inequitativa de los recursos nacionales y provinciales, entre otros.
Convirtiéndose la constitución de microrregiones entre Municipios una manera útil de enfrentar las carencias y necesidades comunes que la realidad de las diferentes regiones del país nos presenta, como una forma más de asociación estratégica no solo entre los gobiernos locales, sino, también, con la sociedad civil, para gestionar el desarrollo mancomunado del área territorial comprendida entre los Municipios participes.
La conformación de microrregiones no implica la perdida de la identidad, idiosincrasia o sentido de pertenencia que cada sociedad tiene como signo particular, sino, se erige como una oportunidad de complementación instrumental, quedando librado a la voluntad de los individuos y organizaciones avanzar o no en otro tipo de integración. Por ello, el sentido instrumental que la conformación de la microrregión tiene para las comunidades locales que desean asociarse a partir del ideario de la colaboración mutua, se base en la necesidad de lograr un desarrollo integran que permita superar las asimetrías de crecimientos que se presentan en sociedades que comparten un espacio físico común o de cercanía.
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Por ello, el consenso para la conformación de una microrregión debe ser no solo de los gobiernos municipales de turno, sino de los integrantes de la sociedad toda de cada comunidad local, para asegurar su permanencia en el tiempo, ello en la medida que se verifique la utilidad que este instrumento asociativo tenga, para el logro de los objetivos comunes de crecimiento y desarrollo en la mejora de su calidad de vida.
La microrregión no necesariamente es un concepto espacial o que se identifique con una región determinada, pero, no se puede prescindir o dejar de referenciar a una zona o región territorial determinada o determinable, en razón de que su nota característica es la gestión en común de un espacio compartido, pero al mismo tiempo separada de las administraciones municipales.
La República Argentina, con un territorio que lo coloca en el octavo lugar en el mundo, entre los países más extensos en el mundo, requiere de una política de fomento de constitución y permanencia en el tiempo de regiones y microrregiones, como expresión y herramienta de gestión más cercana, para la realización de los objetivos de sociedades y comunidades que comparten un espacio de cercanía. Que sienta sus bases en el proyecto de descentralización ínsito en la Constitución Nacional, pero que no ha logrado plasmarse en toda su extensión en la práctica, durante los siglos de existencia de la Nación.
Por eso, para el desarrollo de las microrregiones entendemos que se deben verificar las tres “C” consenso, cooperación y constancia.
Consenso porque se requiere para su constitución de la voluntad política de los gobiernos municipales de conformarla en base a acuerdos que permitan identificar las necesidades, carencias y debilidades comunes que los municipios involucrados identifiquen como prioritarios, para establecer los objetivos y planes a desarrollar en conjunto en la búsqueda de soluciones posibles de los problemas específicos comunes.
Cooperación porque la base y razón de ser de la microrregión, es la cooperación y colaboración mutua entre los gobiernos municipales y la sociedad civil comprendidas para gestionar con éxito los beneficios perseguidos.
Y Constancia, porque para el logro de los objetivos comunes se requiere una continuidad en el trabajo mancomunado sin importar el color político que cada gobierno municipal vaya teniendo a lo largo del tiempo de vida de la microrregión, de ahí, la necesidad del involucramiento de la sociedad civil, para evitar que los vaivenes de la política cambiante conspiren contra su existencia, consolidándose una cultura de colaboración mutua entre las sociedades.
Por ello, desde el punto de vista instrumental, la microrregión debe entender en una dimisión practica y flexible, que muchas veces incluye a varios municipios, que compartan una cercanía geográfica no muy extensa, con un nivel de asociación que permita la sustentabilidad de su existencia y objetivos propuestos.
En definitiva, es una herramienta orientada a la gestión y acción municipal coordinada, con una base territorial cierta y acotada, que permite elaborar y planificar estrategias de crecimiento y desarrollo sostenible, tendientes la concreción de objetivos y proyectos específicos realizables y de beneficio común.
Intentos de concreción de microrregiones en el país comienzas a tener forma con mayor énfasis en el presente siglo 21, como ejemplo reciente, podemos citar el caso de los Municipios de Jesús Maria, Sinsacate y Colonia Caroya en la Provincia de Córdoba, gobernados en la actualidad por signos políticos diferentes (Luis Picat-UCR- Carlos Ciprian- UCR- y Gustavo Brandan –PJ-Hacemos por Córdoba- respectivamente), lo que refleja a las claras la intención de continuidad en el tiempo y pertenencia de las comunidades locales involucradas en su constitución.
Creándose, además, entes intermunicipales, con el carácter de personas jurídicas públicas, para gestionar y coordinar las acciones de los gobiernos municipales en el área comprendida por la microrregión, generando una conciencia regional de los integrantes de la sociedad con la participación de los representantes de la sociedad civil, empresarial y del trabajo.
Ventajas:
Las ventajas en la constitución de microrregiones se patentizan en las siguientes notas:
Permite la identificación de problemáticas y definición de objetivos comunes con mayor exactitud y particularidad por parte de los gobiernos locales, para potenciar y optimizar los recursos de cada administración.
Es un instrumento posible de concreción de modelos de integración, superador de otras experiencias fallidas de asociativismo municipal, que fueran constituidas por meras cuestiones coyunturales, como de aquellas conformaciones de regiones que no tuvieron en cuenta las claras asimetrías entre las sociedades locales integrantes, lo que, ha conspirado con el objetivo de desarrollo común con equidad territorial, fin principal de este tipo de asociativismo.
Es una herramienta idónea para el logro de los objetivos regionales, como método de trabajo y acción en base a una planificación consensuada con objetivos concretos y posibles en su realización.
Se logra una forma de gestión, en base a la costumbre de la complementación en el trabajo regional para asegurar su permanencia en el tiempo.
La posibilidad de concretar objetivos o proyectos inconclusos de cada sociedad local, que con la asociación municipal pueden hacerse realidad.
Facilita avanzar en modificaciones estructurales y funcionales de los desequilibrios socioeconómicos de la región y promover su transformación para generar condiciones que permitan la equidad territorial en los procesos de desarrollo de las sociedades locales.
Es cauce adecuado para fortalecer la autonomía socio- económica de las sociedades involucrada en un espacio común compartido.
Permite mejorar la capacidad competitiva de los sectores públicos y privados comprendidos en el espacio común, con los grandes centros urbanos de concentración de bienes y servicios.
Se mejora los vínculos productivos y servicios entre las áreas urbanas con las rurales circundantes, promoviendo una alianza estratégica y la complementación entre los sectores productivos con los proveedores de servicios, para fomentar la incorporación del valor agregado de los productos primarios de la zona.
Promueve la participación social en la preservación y cuidado de los recursos naturales, como su utilización sustentable.
Se convierte en cauce de iniciativas locales de producción y trabajo en base a las necesidades regionales, que permita disminuir la pobreza y la asimetría en los niveles de desarrollo local, transformándose en círculos virtuosos de desarrollo.
Desafíos:
No obstante ello, es preciso puntualizar sobre los desafíos que enfrenta la constitución y sustentabilidad de las microrregiones, tales como:
- La necesaria determinación y compromiso de las sociedades locales para con su permanencia y continuidad en el tiempo, adoptándola como política de estado o publica, a pesar de los cambios de los signos políticos en el gobierno de los municipios.
- La impronta de recrearse continuamente buscando y procurando nuevos objetivos de desarrollo y propuestas de crecimiento, para las sociedades involucradas.
- La permanente modernización de los métodos de comunicación y propuestas para los destinatarios de los bienes y servicios desarrollados regionalmente.
- La integración de los órganos de dirección y conducción del Ente Intermunicipal para gestionar la microrregión, con representantes de la sociedad civil, del ámbito de la producción y el trabajo con actuación en el área territorial comprendida.
- Demostración de su utilidad y practicidad para los integrantes de las sociedades locales.
- El logro de un desarrollo sostenible de las zonas urbanas y rurales que comprende.
Posibilidades de su concreción:
En definitiva, las posibilidades de conformación y constitución de microrregiones en la República Argentina, se encuentra ligada y vinculada a las necesidades de las sociedades locales, cada vez, más complejas en lo que hace a las demandas sociales, y faltas de recursos locales suficientes para hacer frente a las necesidades de los integrantes de la sociedad. Lo que genera conflictividad social y falta de respuestas idóneas, oportunas y eficaces, cuya solución, muchas veces, dependen de la discrecionalidad de otras orbitas de gobierno (provincial o nacional), sin poder contar con una planificación propia, clara, participación y sustentable en el tiempo.
El fracaso o el éxito de la conformación y permanencia en el tiempo de las microrregiones como instrumento de integración, colaboración mutua y desarrollo común, dependerán de varios factores, pero fundamentalmente de uno, del deseo y sed de superación de las sociedades locales, siendo la misión principal de los gobiernos municipales fomentar y encender ese espíritu comunitario.
Juan Fernando Brügge
Doctor en Derecho y Ciencias Sociales
Constitucionalista
Profesor de la Facultad de Derecho
Universidad Nacional de Córdoba
Mail: [email protected]