OPINIóN
Análisis

A la realidad, ¿la podemos ver?

Uno de los grandes desafíos de la humanidad, en todos los tiempos, ha sido y es el comprender la realidad que nos toca transitar cada día.

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Aislamiento | Free-Photos / Pixabay

Uno de los grandes desafíos de la humanidad, en todos los tiempos, ha sido y es el comprender la realidad que nos toca transitar cada día. Conocer, captar y comprender la realidad de las cosas, hechos, acciones y sucesos que la vida nos presenta día a día, se corresponde con la necesidad y sentimiento  de todo ser humano de pertenecer a una sociedad.

Lo cierto, es que los hechos, sucesos, acciones y cosas muchas veces se presentan bajo diferentes aspectos, y pueden ser conocidas y captadas de varias formas. Por ello, el dicho popular y del poeta de que “todo es según el color del cristal con  que se mira”.

Es muy común escuchar voces de la calle, que sobre ciertas versiones de sucesos, hechos y acontecimientos se impone la expresión: “que no te la cuenten”. O muchas veces, como escusa, para no arriesgarnos o no pretender reconocer nuestras debilidades, nos escudamos en la frase “es mi realidad”, como una suerte de mecanismo de defensa o técnica de evasión o camuflaje.

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Pero lo cierto, es que muchas veces la supuesta realidad es presentada  en forma distorsionada, parcializada, descontextualizada, tomando lo que sirve para a tal o cual sector o parcialidad de opiniones o ideologías, o simplemente por el mero oportunismo de aquellos, que pretenden imponer sus ideas a costa de lo que sea, incluido no mostrando la realidad como es.

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Nuestros sentidos básicos son los primeros puntos de contactos que tenemos para conocer la realidad, pero no son los únicos.

Las tres C, (conocer, captar y comprender) se erige en el paradigma de la constante búsqueda de nuestros idearios, o anhelos.

El involucrarse con la realidad que nos toca transitar, nos permitirá, en parte, ser participes de la misma, y en algo lograr su transformación, y no meros espectadores del devenir de los hechos, sucesos y acontecimientos, que relatan otros, y que por supuesto le dan la impronta de su visión, parcial por cierto.

Por ello, según como se cuente o como se mire la realidad, tendremos una visión de un color u otro. Por ello, no podemos renunciar, por la causa que sea, al legítimo y natural derecho a conocerla conforme nuestro propio cristal. Todo ello, nos hace rememorar la situación que se presenta cuando, de niños hemos tenido la posibilidad de ubicarnos frente a los espejos de los circos, kermes o parques de diversiones, que por efectos de la física, la curvatura y graduación del material, nuestra imagen se veía y percibía  distorsionada, presentándose  nuestra imagen y  figura de diferentes formas, alto, bajo, gordo, flaco etc, pero no como éramos verdaderamente. 

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Por eso, un buen ejercicio es observar la realidad en base al cumulo de información que podemos recibir de ella, de diferentes fuentes, para poder luego, elaborar nuestra propia percepción de la misma, sin condicionamientos, y sobre todo, sin la influencia de aquellos que la pretenden parcializar para su propio interés. Como dice la voz de la calle, “te hacen ver y creer los que ellos quieren”. Personajes de este tipo han existido y van a existir siempre a lo largo de la historia de la humanidad, en nosotros esta  saber descubrirlos y neutralizar sus opiniones, simplemente relativizándolas.

La percepción lo más amplia e informada posible, que podamos tener de sucesos, hechos, acciones y dichos sobre la realidad nos permitirá desarrollar un mejor grado de comprensión de los mismos.

Y saber diferenciar el dato que conlleva una intencionalidad, de aquel que nos presenta los sucesos tal como son.

El bombardeo de información al que estamos hoy acostumbrados  gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación, nos presenta un verdadero desafío a la hora de determinar la real dimensión de hechos, actos, sucesos y dichos.

Por lo que, la realidad que se nos presenta puede ser inventada, puede ser una pura ficción.

Así, surgen los fenómenos de las noticias falsas, de la información intencionada, de la manipulación de datos para mostrar parte de la realidad, o la distorsión de los mismos.

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Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿las redes sociales son seguras? Evidentemente que no, ello, en razón que se convierte en un vehículo apto para la manipulación, la distorsión de la realidad, la falsedad de datos, etc, es decir, al ser el mundo virtual un reflejo de la vida de la real o presencial, adolece de los mismos vicios y virtudes que los seres humanos tenemos para nuestra cosas y relaciones, y como los espejos del circo, nos puede presentar una imagen del mundo diferente de la que realmente es.

Por ello, con fundamento, se dice que la pandemia que estamos padeciendo fruto del Covid-19, que ha obligado al uso masivo de los medios electrónicos de comunicación e información, ha venido a favorecer el accionar de aquellos inescrupulosos, oportunistas y desequilibrados, que aprovechándose de la vulnerabilidad de niños, niñas y adolecentes, los inducen a autolesionarse con juegos y desafíos que afectan la integridad sicofísica, o lo peor, los convierten en víctimas de delitos aberrantes, que afectan su integridad sexual, mental y física, como forma de exteriorizar su perversión y el desprecio hacia el otro.

Por ello, la necesidad de educar en todos los niveles a los niños, niñas y adolecentes en el acceso a las redes sociales, para que cuenten con las herramientas sicológicas y tecnológicas suficientes, para poder descubrir, en ese mundo virtual, que es realidad y que es ficción, es la vacuna más eficaz para combatir ese flagelo de la nueva normalidad.

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Solo, con la educación serán libres de elegir entre diferentes opciones que se le presenten, sin que ello, signifique desentender a los poderes del  Estado en la persecución y sanción de aquellos, que se aprovechan de los medios tecnológicos y la máscara que el anonimato o los falsos perfiles les proporciona para cometer delitos.

La realidad no hay que ocultarla sino reconocerla y asumirla con valentía, coraje, decisión e inteligencia, y no pretender esconderla bajo la alfombra, porque si no, un día nos vamos a encontrar con una montaña de polvo que nos va a tapar la visión del mundo, y la realidad para nosotros, entonces, será solo eso, polvo.

 

 

 

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* Profesor de Derecho Constitucional,  Derecho Procesal Constitucional y Derecho Parlamentario- Facultad de Derecho Universidad Nacional de Córdoba; Diputado Nacional –mandato cumplido-Presidente de la Comisión de Comunicaciones e Informática de la Cámara de Diputados de la Nación (periodo 2016-2019).