Una reciente colección de ensayos producidos por cientistas sociales con distintas especialidades y pertenencias (1), exhibe la preocupación por el mundo venidero, cuando previsiblemente se haya conjurado la pandemia y deba tener que pensarse y resolverse el conjunto de las relaciones sociales. Hay un solo punto de coincidencia en esos ensayos: el capitalismo y el modelo neo-liberal van a quedar fuertemente golpeados. El diagnóstico es razonable, y tal vez, sencillamente exacto. El desafío, lo difícil y donde pocos se animan a una función predictiva, es describir cómo será ese nuevo mundo.
El cambio llegó, ya nada será igual
Slavoj Zizek, Alain Badiou, Gabriel Markus piensan en una nueva forma de socialismo/comunismo al que, en este ensayo, bautizaría –para no incurrir en el simplismo de “Socialismo Siglo XXI”–, como “Socialismo de Vereda Ancha”; esto significa que tendrá –o deberá tener– una profunda internalización en conducta de las libertades civiles y políticas, a la vez que una fuerte intervención estatal para asegurar la efectividad de los derechos económicos, sociales y culturales. En un anterior ensayo, publicado en esta misma página (“Aportes para el porvenir”), hablé de la posible confluencia entre un Capitalismo de Estado redistributivo de la riqueza y el Socialismo Siglo XXI, siendo ese punto de coincidencia el de la variable “distribución” del producido global de la sociedad que encierra todo modo de producción. Reitero mi convicción en cuanto a que un programa básico de esa confluencia se encuentra en los Pactos Internacionales de la ONU, de Derechos Civiles y Políticos, y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Quiero profundizar, atravesando la pandemia, sobre las razones de esta convicción; a saber:
- Esta crisis mundial demuestra el fracaso y el riesgo “extinción del planeta Tierra” a que ha conducido el capitalismo sobredeterminado por el mercado irrestricto.
- Quiénes mejor han enfrentado y conjurado la pandemia, en sus respectivos países, han sido aquellos donde el Estado tiene una fuerte capacidad redistributiva para asignar recursos y hacer cumplir medidas en resguardo de los derechos a la vida y a la salud de toda la población.
- Inversamente, los que atraviesan las situaciones más críticas son los países que, cualesquiera sea su grado de desarrollo y de acumulación de riquezas, han tirado por la borda los derechos a la vida y a la salud de sus pueblos, en aras de preservar la velocidad de circulación y acumulación del capital.
- El valor de la solidaridad (“fraternidad”, en términos de los valores de la Revolución Francesa), ha emanado de los países descriptos en ii), llevando recursos humanos y materiales que objetivan aportes sin contraprestaciones; dicho de otra manera, que la colaboración y entrega de recursos y materiales, la solidaridad y la fraternidad, no son “mercancías”.
- La crisis económico-financiera que sobrevendrá a la pandemia no podrá ser conjurada o sobrepuesta con la actual arquitectura de la desigualdad internacional.
De seguido, algunas aportaciones para encarar, en el plano nacional e internacional, cómo iniciar ese porvenir de un socialismo humanista y, como lo he caracterizado por lo gráfico de la expresión, de “vereda ancha”.
- Fortalecer los organismos internacionales y regionales, quebrantando los hegemonismos actuales. No pueden ser títeres del actual imperialismo militar/terrorista. Igualdad en la integración de sus órganos y mayor peso a los organismos colectivos de conducción.
- Anular los sistemas tuitivos del “know how”, de patentes y registros. El saber y la innovación tecnológica son siempre un producido social insusceptible de apropiación privada.
- Proteger la naturaleza, los eco-sistemas y el equilibrio biológico. Pasar del paradigma antropocentrista al biocentrista. Recomponer y restañar el daño inferido a la naturaleza, ahora sujeto de derechos.
- Diseñar e implantar una adecuada distribución de las riquezas y recursos naturales, en consonancia con el punto anterior.
- Generar un sistema monetario internacional que no dependa de ficciones monetaristas sino que se corresponda, en forma bi-unívoca, con el producido social global.
- Concluir con la carrera armamentista y con las guerras locales que las fomentan, o que son fomentadas por la industria de la guerra y la destrucción.
- Concluir con los enclaves colonialistas.
- Honrar los derechos de auto-determinación de los pueblos, su independencia económica y la titularidad y resguardo de las riquezas y recursos naturales, de la humanidad toda.
Por qué es falsa la dicotomía salud o economía
Tal vez la experiencia mayor que nos deja esta pandemia es que todos estamos igualmente comprendidos dentro del cuantificador universal, “todos”, “para todos”, en el bien vivir o en la desgracia y la extinción.
* Profesor Titular Consulto, Facultad de Derecho; UBA.
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(1) “Sopa de Wuhan”; Pensamiento Contemporáneo en Tiempos de Pandemia, Ed. ASPO, marzo 2020.