OPINIóN
Política en tiempos de pandemia

La nueva grieta es una farsa

Permanentemente nos encontramos eligiendo entre un bando amigo, enemigo del otro; y pertenecer a uno de estos dos bandos parece formar parte del genoma argentino.

20200328_alberto_fernandez_larreta_kicillof_afp_g
Unidad. “Solo el trabajo mancomunado logrará atenuar el mal. Hoy, la Patria es el otro.” | AFP

Permanentemente nos encontramos eligiendo entre un bando amigo, enemigo del otro; y pertenecer a uno de estos dos bandos parece formar parte del genoma argentino. Incluso jugando al fútbol hemos presenciado hasta la muerte de seguidores de uno u otro equipo, tal es así, que dos hinchadas argentinas no pueden compartir hace años una partida de pelota en una misma cancha.

Las riñas entre dos enemigos se pueden observar en infinidad de planos en la República Argentina, y la riña política en particular, que acontece entre sectores que se presentan como enemigos irreconciliables, divide dirigentes políticos, magistrados (que toman posición, aunque deberían limitarse a controlar al poder político), empresarios, y divide sociedades. La penúltima gran “grieta” pudimos presenciarla sin piedad a partir del feroz enfrentamiento entre kirchneristas y macristas. Así, la Argentina se partía en dos, con más vehemencia y convicción que nunca.

Hoy parece querer imponerse una nueva partición, entre el gran empresariado nacional apoyado por gran parte de una ciudadanía que desprecia a la dirigencia política vs la dirigencia política apoyada por gran parte de una ciudadanía que desprecia al gran empresariado.

El valor de la política y los costos de la antipolítica

La ciudadanía argentina, así, se prende en toda riña que se presente y apoya ciegamente a un lado u otro en disputa, y se vuelve terriblemente funcional a que ambos lados de esta partición saquen ventaja; así, los supuestos grandes enemigos, se limitan solamente a discutir y no hacer nada, cuando necesitamos que se pongan de acuerdo y hagan mucho.

Para refrescar un poco la memoria, ¿les suena el término “patria contratista”? Seguramente, y si conocen el porqué de esta terminología, sabrán entender que las empresas nacionales más importantes y ricas de Argentina hicieron históricamente los mejores negociados con el Estado, en general a través de la obra pública. Los grandes empresarios y el Estado fueron mucho más amigos que enemigos a lo largo de nuestra historia, no nos engañemos más y que no nos engañen más.

Hoy volvemos a “jugar a la grieta”; así quienes salen al balcón o se asoman por las ventanas a las 21:30 hs para aplaudir con todas sus fuerzas, son lo que desprecian a la dirigencia política, pero defienden o les importa poco qué haga o no haga el gran empresariado argentino. Si continuamos así, porque el aislamiento nos está volviendo mucho más creativos de lo que ya somos, en cualquier momento existirá un nuevo horario para encontrarnos en nuestros balcones y ventanas, para demostrar el repudio al gran empresariado argentino y el apoyo a la dirigencia política.

Coronavirus: la crisis tiene el tamaño de la oportunidad

Esta nueva partición, dirigencia política argentina vs gran empresariado nacional, además de falaz (porque son muchos más  los intereses en común que contrarios entre ambas partes), nos confunde y no nos permite reclamar aquello que, como ciudadanos argentinos, unidos, todos, deberíamos reclamar: que los sectores más afortunados, del ámbito público y privado, ambos,deban aplicar ya mismo la solidaridad en un momento tan delicado, como lo es atravesar una pandemia en vísperas del invierno, con un sistema de salud que es pésimo, por su falta de equipamiento básico y no básico, tanto en hospitales como en sanatorios.

Se viene el frío, y con este, las diferentes gripes y cuadros respiratorios clásicos de la época, y el aislamiento obligatorio en un tiempo culminará si pretendemos que la actividad económica de los argentinos no termine de rebajarnos hasta niveles imposibles de superar, y ahí estará nuestro “enemigo invisible”, el coronavirus, acompañando todo este particular cuadro, que puede llegar a ser dramáticamente dantesco, si no ponemos en forma a nuestro sistema de salud, ya mismo, y con la ayuda veloz de los afortunados, de la actividad pública y privada, de los se pelean para la tribuna, en vez de equipar y construir hospitales.