OPINIóN
Recomendaciones desde la psicología

Coronavirus: cómo prepararnos para continuar el aislamiento

Es probable que sintamos miedo. Aún así, es mucho lo que podemos hacer para sobrellevar este momento.

Aislamiento coronavirus
Aislamiento | Free-Photos / Pixabay

Hace un par de meses, el mundo era otro, o parecía ser otro, en eso estamos todos de acuerdo.

Todos teníamos nuestra rutina, salidas, actividades,ocupaciones y proyectos más o menos a la orden del día. Íbamos y veníamos en un sinfín de movimiento, casi casi como la vida misma.

Y de repente, casi de un día para el otro, algo completamente invisible, no previsible, imposible de identificar, nos dice que nos tenemos que quedar QUIETOS. Que además de quedarnos quietos debe ser en nuestras casas, aislados del contacto social, que es por nuestro bien, que es por nuestra salud y la de nuestros seres queridos. No salir, no viajar, no ir a trabajar, no visitar a los amigos y familiares, no circular por la calle, no ir a espectáculos, no realizar caminatas en compañía con otros.

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Quietud y aislamiento. ¿Suena fuerte verdad?

Estamos acostumbrados a que esas palabras sean revestidas de sentimientos negativos: si estás quieto es porque no estás siendo productivo con tu tiempo en esta vida, si estás aislado es porque no has aprendido a vivir en sociedad y eres un paria. Tanto así, la cultura nos ha empujado a no quedarnos quietos y mucho menos aislados y pensamos que eso es lo correcto.

Bueno, debo decirte que no. La quietud y el aislamiento no son malas de por sí, son estados, es decir, pueden ser momentos en los que la vida nos ponga y podemos hacer con ellos, algo realmente positivo para nosotros y para otros, como en esta oportunidad.

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¿Cómo podemos manejarnos en estos tiempos de quietud y aislamiento social preventivo?

La ruptura de la rutina habitual nos desorganiza. En ocasiones puede desorientarnos y hasta generarnos estados de confusión, donde no sabemos qué día es, o cuándo fue la última vez que hablamos con alguien o comimos. Esto es natural. Vivimos casi siempre dentro de las mismas costumbres cotidianas y que nos falten de golpe, nos genera incertidumbre.

Vamos de a poco… ¿Qué emociones pueden surgir estos días?

Es probable que sintamos miedo, por lo que puede llegar a ocurrir, a lo desconocido, a la falta de recursos, al sufrimiento, inclusive a la muerte en soledad, lejos de tus seres queridos. También podemos sentir frustración por todo aquello que no podemos hacer y que teníamos pautado para estos tiempos, o enojo ante una situación que sentimos sumamente injusta y que no nos pertenece, ya que ni la causamos, ni la buscamos voluntariamente. Otra emoción puede ser la ambivalencia, esa suerte de contradicción por tener “todo el tiempo del mundo” a disposición y “no hacer nada”. Podemos desorgarnizarnos y que se nos corran las horas del desayuno, del sueño, del baño. Cuando todos los días parecen iguales, es difícil encontrar una coherencia u organización. Podemos sentirnos tristes, aburridos o inclusive tener ese sentimiento de soledad, como si estuviéramos sólo nosotros afectados por esto y nadie más estuviera viviéndolo. La ansiedad, de querer que todo termine, de querer que todo cambie, de salir lo antes posible de esta situación, de informarnos con absolutamente todas las últimas novedades sobre el tema, como si así fuera a resolverse antes, también puede ser una gran protagonista de estos días.

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LO QUE NO TENEMOS QUE HACER EN CUARENTENA

Llenarnos de actividades: tener agendas completas de ejercicios, cursos de todo tipo, mensajes con todas las plataformas existentes para estar SIEMPRE CONECTADOS. Sobrecargarnos de actividades puede conducir a que nos sintamos aún más confundidos y frustrados. No hace falta hacer TODO en un día. ALGO sí, TODO no.

Informarnos inadecuada y excesivamente: No sobreinformarnos. Tratar de alejarnos de los chats y grupos que difunden noticias muchas veces erróneas o no exactas que nos generan sensaciones de catástrofe y amenaza.  Podemos informarnos de cómo se van dando las cosas, sí, pero que esta información tenga utilidad. ¿Cómo? Saber cómo van las cosas nos ayuda a saber si debemos seguir cuidándonos como hasta ahora o si hay algo nuevo que podamos implementar. SÓLO ESO

Dormir todo el día: el aburrimiento y la monotonía pueden hacernos sentir somnolientos y “decaídos”. Estar atentos a esto y reconocerlo. Dormir siestas y descansos más prolongados puede ser muy bueno, pero debemos evitar dormir todas las horas del día.

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QUE PODEMOS HACER. Lidiar con la incertidumbre.

Generar una rutina básica: Es importante que podamos identificar aquello que no podemos cambiar, aquello que pasará más allá de nuestra participación en ello y dedicarnos a lo que sí podemos cambiar, manejar o preveer. Te cuento, en nuestra vida cotidiana, nos sentimos más seguros cuando generamos un marco de referencia, cuando tenemos una mínima rutina que nos cobija, que nos ayuda a preveer lo que vendrá después, lo que nos toca hacer luego. Podemos probar con:

  • levantarnos siempre a la misma hora
  • desayunar,
  • tomar un baño,
  • cambiarnos de ropa,
  • acomodar la casa o el área de trabajo (si es que estás trabajando desde tu casa),
  • planificar las horas de trabajo/estudio/esparcimiento en redes/labores en la casa
  • mantener los horarios de almuerzo, merienda y cena,
  • respetar el descanso y no alterar el ritmo de sueño en lo posible.

Con esto alcanza.

Estar atentos a nuestras emociones y ser flexibles y comprensivos con ellas. Es natural que nos sintamos “mal” de a ratos, esta situación es nueva y adaptarse a veces puede tomar algo de tiempo. Bien, tomar un par de respiraciones profundas y pausadas puede ayudar. Pensar que esto pasará y que volveremos a nuestra cotidianeidad tal y como estaba. Contactar a un ser querido y hablar un rato acerca de cómo está y cómo se siente pueden ser buenas ideas para pasar ese momento.

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Mantenernos conectados. Con nuestro núcleo cercano, con la familia, las personas de confianza y con los amigos. Mantener contacto con aquellas personas que nos hacen bien y que necesitan de nosotros. Existen innumerables plataformas para poder hacerlo mediante “videollamada” y poder “vernos” a pesar de la distancia.

Mantenernos adecuadamente alimentados, hidratados y tener contacto con la naturaleza. Alcanza con comer bien, tomar abundante agua y asomarnos al balcón, la ventana o la terraza una vez por día. Que el sol nos de un ratito en la piel, que las plantas que tenemos en casa reciban nuestro cuidado. Esto nos relaja y nos da bienestar.

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¿Y con los chicos?

Los chicos son toda una preocupación a la hora de quedarnos con ellos en casa y poder explicarles lo que sucede y por qué su rutina también fue alterada. Tengamos presentes que ellos tienen menos herramientas que nosotros para expresar sus emociones y que dependen de nosotros para saber qué sentir frente a una situación desconocida. Es importante ser claros con ellos, no alarmarnos, contarles lo que sucede en la medida que puedan entenderlo. Explicarles que sabemos que es difícil no salir de la casa y no ver a los amigos o a los primos o inclusive a los tíos o abuelos, ser empáticos con ellos y su posible malestar frente a esto. Pero también explicarles que de esta forma todos estamos cuidándonos unos a otros. Los niños comprenden el cuidado hacia los demás y suelen ser naturalmente solidarios con las necesidades ajenas. Es tiempo de jugar y distenderse. De descansar y de estudiar. De experimentar cosas nuevas como la cocina o la lectura. Los niños también son movimiento, existen infinidad de materiales en internet para hacer con ellos. Desde yoga, ejercicios de estiramiento, danzas, juegos, etc. Es hora de dejar volar la imaginación y conectarse con el juego y los pasatiempos.

Este tiempo pasará, como todos los tiempos que hemos pasado hasta ahora en nuestra vida. Vivamos un día a la vez y todo estará bien.